“Este proyecto surge como una exploración de la simbología de lo femenino presente en el sincretismo venezolano… Estas diosas representan diferentes arquetipos que responden a la energía de lo femenino, guerreras, madres, brujas, regentes de las aguas y los animales, de lo divino y del inframundo, fuerzas infinitas que rigen su existencia apegadas a los designios y ciclos de la madre tierra”.
Así describe Luisa Nieves (Caracas, 1991) la serie que ha titulado Híbridas y que resultó seleccionada por los curadores Ricardo Gómez-Pérez y Beatriz Grau en el Tercer Visionado de Fotografía del que se generó la exposición Miradas dislocadas: Más allá de la frontera, que ha reunido en la Sala Mendoza las propuestas de Fabrizio Arena (Caracas, 2000), Antonella Chirinos (Caracas, 2001), Marianne Matouk (Caracas, 1997), Leslie Umbria (Caracas, 1991) y de esta artista, egresada en Fotografía de la Universidad Veritas de San José de Costa Rica, país en el que vive desde 2015.
“Nieves integra en su trabajo Híbridas, diferentes elementos simbólicos que tienen que ver con las deidades femeninas del sincretismo religioso venezolano; hierbas, caracoles, agua, fuego, peces, piel, humo, mar, luna en menguante, toros, vida... La fuerza telúrica se traduce en una interpretación mítica de la realidad que crea un espacio sagrado, muta en lo que Planchart Licea denomina: mitoarte. En este, se da una especie de revelación en la medida en que posee una carga totémica y mítica, recuperando los elementos del ritual como parte de un universo paralelo entre la realidad y lo mágico”, se reseña en el texto que acompaña la serie.
Y es la propia Luisa Nieves la que refiere que desde hace muchos años se ha sentido atraída por todo lo que significa “ser mujer”: “Descubrir lo que nos mueve, lo que nos moldea y claro, las conexiones ineludibles de todo esto con lo natural y sus ciclos”.
Es como si en las imágenes que compone, la artista buscara los signos y símbolos de sí misma, de su condición de mujer en un marco de referencias culturales y religiosas donde convergen lo aborigen, lo africano y lo español. Y desde la imagen poética, la imagen metáfora, desde su fotografía, reconocerse como una mujer “híbrida”.
“Este proyecto -dice- no solo responde a inquietudes intelectuales, sino que además está absolutamente conectado con mi historia familiar y cultural ya que provengo de una familia completamente mestiza, donde las creencias sincréticas y populares han guiado gran parte de nuestras vidas. Crecí rodeada de mitos y leyendas, donde los altares de veneración estaban llenos de santos cristianos y profanos que compartían frutas, café y ron todas las mañanas, preparándose para hacer todos los milagros que con tanto fervor mi abuela les solicitaba”.
Mujer mar. Mujer árbol. Mujer caracol. Mujer ave. Mujer pez. Mujer chicharra. Mujer tabaco. Mujer mujeres. Ese es el enigma al que nos acerca Híbridas, a una totalidad inabarcable del ser, a un género poliédrico en el que cohabitan la memoria ancestral, la cosmogonía femenina y la mirada de una joven que se sabe hecha de múltiples capas.
Así describe Luisa Nieves (Caracas, 1991) la serie que ha titulado Híbridas y que resultó seleccionada por los curadores Ricardo Gómez-Pérez y Beatriz Grau en el Tercer Visionado de Fotografía del que se generó la exposición Miradas dislocadas: Más allá de la frontera, que ha reunido en la Sala Mendoza las propuestas de Fabrizio Arena (Caracas, 2000), Antonella Chirinos (Caracas, 2001), Marianne Matouk (Caracas, 1997), Leslie Umbria (Caracas, 1991) y de esta artista, egresada en Fotografía de la Universidad Veritas de San José de Costa Rica, país en el que vive desde 2015.
“Nieves integra en su trabajo Híbridas, diferentes elementos simbólicos que tienen que ver con las deidades femeninas del sincretismo religioso venezolano; hierbas, caracoles, agua, fuego, peces, piel, humo, mar, luna en menguante, toros, vida... La fuerza telúrica se traduce en una interpretación mítica de la realidad que crea un espacio sagrado, muta en lo que Planchart Licea denomina: mitoarte. En este, se da una especie de revelación en la medida en que posee una carga totémica y mítica, recuperando los elementos del ritual como parte de un universo paralelo entre la realidad y lo mágico”, se reseña en el texto que acompaña la serie.
Y es la propia Luisa Nieves la que refiere que desde hace muchos años se ha sentido atraída por todo lo que significa “ser mujer”: “Descubrir lo que nos mueve, lo que nos moldea y claro, las conexiones ineludibles de todo esto con lo natural y sus ciclos”.
Es como si en las imágenes que compone, la artista buscara los signos y símbolos de sí misma, de su condición de mujer en un marco de referencias culturales y religiosas donde convergen lo aborigen, lo africano y lo español. Y desde la imagen poética, la imagen metáfora, desde su fotografía, reconocerse como una mujer “híbrida”.
“Este proyecto -dice- no solo responde a inquietudes intelectuales, sino que además está absolutamente conectado con mi historia familiar y cultural ya que provengo de una familia completamente mestiza, donde las creencias sincréticas y populares han guiado gran parte de nuestras vidas. Crecí rodeada de mitos y leyendas, donde los altares de veneración estaban llenos de santos cristianos y profanos que compartían frutas, café y ron todas las mañanas, preparándose para hacer todos los milagros que con tanto fervor mi abuela les solicitaba”.
Mujer mar. Mujer árbol. Mujer caracol. Mujer ave. Mujer pez. Mujer chicharra. Mujer tabaco. Mujer mujeres. Ese es el enigma al que nos acerca Híbridas, a una totalidad inabarcable del ser, a un género poliédrico en el que cohabitan la memoria ancestral, la cosmogonía femenina y la mirada de una joven que se sabe hecha de múltiples capas.
Parte del trabajo de Luisa Nieves puede ser apreciado en la cuenta de Instagram: @theblackmagicwoman
@juanchi62
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