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UNA ENTRADA A LA SEMANA | Crítica

"Cien años de soledad", el clásico imposible de adaptar

Laura Mora y Alex García López se zambullen en la obra de Gabriel García Márquez y reimaginan Macondo para la audiencia de Netflix

  • CATHERINE MEDINA MARYS

22/12/2024 01:00 am

Más que un libro escrito por un Premio Nobel, Cien años de Soledad es un mito del cual se desprenden anécdotas de todo tipo. Desde su inspiración en el hogar de los abuelos de Gabriel García Márquez hasta la odisea de su escritura (su esposa Mercedes se vio obligada a empeñar varios enseres para mantener el hogar a flote), la novela nunca ha dejado de formar parte del imaginario popular latinoamericano.

Al parecer, Netflix Latinoamérica lo sabe. Este año tanto la N roja como Max (HBO) apostaron por clásicos de la literatura, ofreciendo adaptaciones soberbias de Pedro Páramo y Como agua para chocolate, con gran éxito de audiencia. Ahora es el turno de la familia Buendía y de Macondo con sus mariposas amarillas, sus costumbres, su gente.

Adaptar un libro como Cien años de soledad no puede ser una tarea fácil. El mismísimo Gabo dijo en numerosas ocasiones que, si bien soñaba con una versión audiovisual, también sabía que su novela era sencillamente inadaptable. Laura Mora y Alex García López asumieron el reto como directores, y entregan una producción de alta factura, y de semejanzas decentes con respecto a la obra original.

Surge, por supuesto la duda: ¿es mejor la novela? ¿Es mejor la adaptación? Y la respuesta correcta es: ninguna de las anteriores.

No, no es un error. Es la verdad. Cien años de soledad funciona en Netflix como una adaptación que es fiel al libro en cuanto a sus raíces colombianas, en la emulación del pueblo, en la selección de su elenco. Funciona como una manera de atraer al público a la obra del Nobel colombiano, un público más joven, con menos capacidad de atención y que no necesariamente haya desarrollado el hábito de la lectura.

Funciona porque, al final del día, son las librerías quienes se benefician de los espectadores curiosos que, después de observar la adaptación, hayan decidido acercarse a comprar un ejemplar.

Ahora bien, ¿es una adaptación perfecta? Por supuesto que no lo es, y así es como tiene que ser, ya que lo que se escribe en papel no es posible de adaptar completamente al lenguaje audiovisual. El alma de Cien años de soledad es el humor que Gabriel García Márquez utiliza al narrar algunos de los pasajes más crudos e insólitos de la novela, y está ausente en esta adaptación. Un narrador trata de hacerle la suplencia, pero sencillamente no tiene el mismo efecto y, por ende, no lo logra.

Porque lo que también ocurre en el caso de Cien años de soledad es que la reimaginación de Mora y López choca con el imaginario popular que todos compartimos, pero que nadie revela. Quienes hemos leído la novela nos hemos formado una imagen de cómo lucen Aureliano y José Arcadio, qué es lo que hace que Remedios la Bella sea la mujer más bella del mundo.

En nuestra imaginación -y Gabriel García Márquez dejó bastante espacio en la novela que permiten ejercitarla- sabemos cuánto pesa cada pescadito dorado, cómo es el taller de Aureliano y cómo se mueven las mariposas amarillas que siguen a Mauricio Babilonia. Tener una imagen tan clara de algo, y que esta sea hasta contradictoria para quienes deciden convertirla en un producto audiovisual, puede ser chocante y hasta molesto.

De cualquier manera Cien años de soledad no deja de ser una buena excusa para correr a la novela, abrazarla y revivirla, haciendo las paces con esta adaptación y las que podrían venir.
@enlazonac





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