UNA ENTRADA A LA SEMANA | Crítica
"Parpadea dos veces": la pantalla que esconde al enemigo
Zoë Kravitz se estrena como directora con una película que reflexiona sobre el abuso de los "influencers" y el lado falso de las redes sociales
¿Qué se esconde detrás de un minuto de video en redes sociales? Las respuestas que normalmente sobresalen son una moderada inversión en equipo -entiéndase teléfono inteligente, un buen plan de datos o una conexión a Internet estable, iluminación, etc.-, vestuario o maquillaje, solo por nombrar algunos. Es necesario tomar en cuenta el tiempo invertido en grabar y editar la pieza.
Si a eso se suma la inversión de tiempo que hay que hacer para grabar, repetir y editar, podríamos tener una suma de dinero moderada que decidimos ignorar cada vez que hacemos la elección consciente de qué ver o no ver para educar al algoritmo.
Pero, ¿qué ocurre cuando, detrás de la cámara, se esconde algo más oscuro, más depravado? Esa es la pregunta que se plantea Zoë Kravitz en Parpadea dos veces, su sorprendente debut como directora, y que protagoniza su pareja Channing Tatum.
El planteamiento de esta película no es para nada descabellado. Ruby Franke, madre de seis hijos e influencer en temas de maternidad y crianza respetuosa, fue condenada a 30 años de prisión por abusos agravados. Andrew Tate, gurú y creador de contenido sobre masculinidad, ha sido señalado en múltiples oportunidades de estar involucrado en redes de trata de personas.
Los ejemplos sobran y la extensión de esta columna es finita, pero la idea es clara: las redes sociales, que aglutinan millones de seguidores cada vez más jóvenes en todo el mundo, pueden influir negativamente en nuestra percepción del mundo.
Kravitz ha usado su ventaja como nepobaby para conquistar su propio lugar en Hollywood y brillar con luz propia, haciendo una vida separada de la de sus padres Lisa Bonet y Lenny Kravitz.
Ha recibido elogios por su trabajo en series como Big Little Lies o Alta Fidelidad y, si bien es cierto que su ópera prima no es una película de grandes momentos o actuaciones, sí es producto de una reflexión inteligente, con un guion bien estructurado que rinde un homenaje obvio pero brillante a Alicia en el país de las Maravillas.
Ese es precisamente el nombre de la protagonista de esta película, interpretada por Naomi Ackie (Quiero bailar con alguien), quien da vida a una camarera obsesionada con el fulgor de los influencers a los que sigue en redes sociales. La casualidad logra hacer que ella llegue a trabajar en un evento de tecnología auspiciado por Slater King (Channing Tatum), un gurú con una crisis de reputación tremenda que acaba de comprar una isla paradisíaca para “desconectarse” y “sanar”.
Alice y Slater se conocen. Hay una chispa evidente, palpable, inexplicable. ¿Será esta una versión moderna de La cenicienta? Todo pareciera apuntar a que sí. De buenas a primeras, King invita a Alice a unirse a un grupo de amigos para vacacionar en su islote, donde cada uno entrega su teléfono móvil y se entrega a días interminables con comida exquisita que hace un chef privado todos los días, bebiendo champán, danzando y riendo.
Un día desaparece la mejor amiga de Alice. Y es ahí cuando el cuento de hadas se derrumba para comenzar el descenso a la locura. Algo o alguien no quiere que Alice recuerde qué es lo que ocurre justo después de la cena, y es ahí cuando la maravilla se convierte en pesadilla.
Parpadea dos veces también reflexiona sobre el feminismo al cuestionar qué significa realmente ser una “mujer empoderada”, o quién está detrás de la cacareada rivalidad femenina. ¿Son las mujeres seres envidiosos y competitivos por naturaleza? ¿O hay una estructura masculina que fomenta esta rivalidad? Las respuestas están a simple vista, esperando ser debidamente codificadas por el espectador.
@enlazonac
Si a eso se suma la inversión de tiempo que hay que hacer para grabar, repetir y editar, podríamos tener una suma de dinero moderada que decidimos ignorar cada vez que hacemos la elección consciente de qué ver o no ver para educar al algoritmo.
Pero, ¿qué ocurre cuando, detrás de la cámara, se esconde algo más oscuro, más depravado? Esa es la pregunta que se plantea Zoë Kravitz en Parpadea dos veces, su sorprendente debut como directora, y que protagoniza su pareja Channing Tatum.
El planteamiento de esta película no es para nada descabellado. Ruby Franke, madre de seis hijos e influencer en temas de maternidad y crianza respetuosa, fue condenada a 30 años de prisión por abusos agravados. Andrew Tate, gurú y creador de contenido sobre masculinidad, ha sido señalado en múltiples oportunidades de estar involucrado en redes de trata de personas.
Los ejemplos sobran y la extensión de esta columna es finita, pero la idea es clara: las redes sociales, que aglutinan millones de seguidores cada vez más jóvenes en todo el mundo, pueden influir negativamente en nuestra percepción del mundo.
Kravitz ha usado su ventaja como nepobaby para conquistar su propio lugar en Hollywood y brillar con luz propia, haciendo una vida separada de la de sus padres Lisa Bonet y Lenny Kravitz.
Ha recibido elogios por su trabajo en series como Big Little Lies o Alta Fidelidad y, si bien es cierto que su ópera prima no es una película de grandes momentos o actuaciones, sí es producto de una reflexión inteligente, con un guion bien estructurado que rinde un homenaje obvio pero brillante a Alicia en el país de las Maravillas.
Ese es precisamente el nombre de la protagonista de esta película, interpretada por Naomi Ackie (Quiero bailar con alguien), quien da vida a una camarera obsesionada con el fulgor de los influencers a los que sigue en redes sociales. La casualidad logra hacer que ella llegue a trabajar en un evento de tecnología auspiciado por Slater King (Channing Tatum), un gurú con una crisis de reputación tremenda que acaba de comprar una isla paradisíaca para “desconectarse” y “sanar”.
Alice y Slater se conocen. Hay una chispa evidente, palpable, inexplicable. ¿Será esta una versión moderna de La cenicienta? Todo pareciera apuntar a que sí. De buenas a primeras, King invita a Alice a unirse a un grupo de amigos para vacacionar en su islote, donde cada uno entrega su teléfono móvil y se entrega a días interminables con comida exquisita que hace un chef privado todos los días, bebiendo champán, danzando y riendo.
Un día desaparece la mejor amiga de Alice. Y es ahí cuando el cuento de hadas se derrumba para comenzar el descenso a la locura. Algo o alguien no quiere que Alice recuerde qué es lo que ocurre justo después de la cena, y es ahí cuando la maravilla se convierte en pesadilla.
Parpadea dos veces también reflexiona sobre el feminismo al cuestionar qué significa realmente ser una “mujer empoderada”, o quién está detrás de la cacareada rivalidad femenina. ¿Son las mujeres seres envidiosos y competitivos por naturaleza? ¿O hay una estructura masculina que fomenta esta rivalidad? Las respuestas están a simple vista, esperando ser debidamente codificadas por el espectador.
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