Víctor Guédez: “El arte empieza donde terminan las definiciones del arte”
El crítico de arte, investigador, consultor gerencial y escritor se replantea el ejercicio de la crítica en su más reciente libro "De la hermenéutica a la erótica del arte", que será presentado en la librería El Buscón el 21 de agosto, a las 4:30 pm
El miércoles 21 de agosto, a las 4:30 pm, en la librería El Buscón, de Trasnocho Cultural, Víctor Guédez, crítico de arte, investigador, docente, consultor gerencial y prolífico escritor con más de veinte obras editadas, presentará su más reciente libro De la hermenéutica a la erótica del arte, que publica el sello editorial ABediciones, de la Universidad Católica Andrés Bello.
No se trata de otro libro de crítica de arte. Es un libro sobre ese ejercicio que por años ha desarrollado Guédez y que lo ha convertido en un persistente e insistente pensador del devenir no solo de las distintas disciplinas artísticas en el país y en el mundo, sino de su propio oficio. Y allí en El Buscón no estará solo, pues las palabras de presentación serán dichas por el escritor, cronista y crítico de cine Rodolfo Izaguirre; la crítica y curadora de arte María Elena Ramos, y el artista visual Jorge Pizzani.
El autor explica a El Universal las irradiaciones de su nueva obra.
-¿Qué representa para usted De la hermenéutica a la erótica del arte? ¿En qué avanza (o cambia) su amplio trabajo como escritor de libros vinculados a las artes?
-Debo comenzar por aclarar que este título lo tomé prestado de las dos líneas con las cuales Susan Sontag culmina el primer capítulo de su célebre libro Contra la interpretación. Cuando tomé contacto con esa expresión encontré que, justamente era lo que yo estaba sintiendo en el ejercicio de la crítica. Sencillamente, quiere decir que, luego de haber ejercido una disposición evaluadora de las obras de arte y de seguir criterios de pensamiento muy racionales, sentí la necesidad de ensanchar más el espacio de lo sensible. Este proceso puede resumirse en el tránsito de la experiencia crítica a la vivencia estética; es decir, alejarse de las sistemizaciones esquemáticas, propias de la interpretación hermenéutica, para favorecer un progresivo acercamiento a la libertad que me proporciona una especie de acariciamiento de la obra sin ninguna pretensión de apropiación, posesión o captura. Creo que, en el marco de las manifestaciones contemporáneas de la estética, debe entenderse que el arte empieza donde terminan las definiciones del arte. Con la hermenéutica se busca la interpretación y la comprensión, mientras que con la erótica se remueve el disfrute de una sublime vinculación y de una mística plenitud.


-¿Se es un poco artista cuando se parte del arte para escribir reflexiones y/o críticas?
-La exigencia creativa es consustancial a la actividad crítica. Solo se añade valor cuando la disposición evaluativa se apoya sobre las exigencias de producir pautas de lectura que se sintonicen con las exigencias propias de cada obra. Antes, todas las obras aceptaban los mismos criterios de análisis, en cambio ahora, cada proposición estética encarna requerimientos específicos que reclaman una focalización más precisa y pertinente. La naturaleza indeterminada del arte contemporáneo requiere particulares pautas de valoración de cada planteamiento. El mejor reconocimiento que uno puede hacer de una obra es el aceptar su extrañeza e incluso su incognocibilidad. Pienso que actualmente se impone admitir que las exigencias de comprensión y las categorías de definición no son nada en la crítica de arte, ahora lo que se impone es el ejercicio de una sensibilidad cómplice y de una revelación vivencial. La verdadera muerte del arte se concretará cuando él admita ser definido y comprendido de manera definitiva.
-¿Cómo ve el desarrollo de la investigación de arte en Venezuela?
-Con las limitaciones propias de un contexto que reduce a su mínima expresión las condiciones para la creación. Una realidad que no ofrece oportunidades, ni recursos, ni capacidades, ni estímulos, ni valores para el ejercicio creativo. Nuestros artistas y todo el entorno que pretende otorgarle resonancia al ejercicio creativo se encuentran afectados por espacios que no ofrecen el oxígeno ideal para el quehacer intelectual.
@juanchi62
No se trata de otro libro de crítica de arte. Es un libro sobre ese ejercicio que por años ha desarrollado Guédez y que lo ha convertido en un persistente e insistente pensador del devenir no solo de las distintas disciplinas artísticas en el país y en el mundo, sino de su propio oficio. Y allí en El Buscón no estará solo, pues las palabras de presentación serán dichas por el escritor, cronista y crítico de cine Rodolfo Izaguirre; la crítica y curadora de arte María Elena Ramos, y el artista visual Jorge Pizzani.
El autor explica a El Universal las irradiaciones de su nueva obra.
-¿Qué representa para usted De la hermenéutica a la erótica del arte? ¿En qué avanza (o cambia) su amplio trabajo como escritor de libros vinculados a las artes?
-Debo comenzar por aclarar que este título lo tomé prestado de las dos líneas con las cuales Susan Sontag culmina el primer capítulo de su célebre libro Contra la interpretación. Cuando tomé contacto con esa expresión encontré que, justamente era lo que yo estaba sintiendo en el ejercicio de la crítica. Sencillamente, quiere decir que, luego de haber ejercido una disposición evaluadora de las obras de arte y de seguir criterios de pensamiento muy racionales, sentí la necesidad de ensanchar más el espacio de lo sensible. Este proceso puede resumirse en el tránsito de la experiencia crítica a la vivencia estética; es decir, alejarse de las sistemizaciones esquemáticas, propias de la interpretación hermenéutica, para favorecer un progresivo acercamiento a la libertad que me proporciona una especie de acariciamiento de la obra sin ninguna pretensión de apropiación, posesión o captura. Creo que, en el marco de las manifestaciones contemporáneas de la estética, debe entenderse que el arte empieza donde terminan las definiciones del arte. Con la hermenéutica se busca la interpretación y la comprensión, mientras que con la erótica se remueve el disfrute de una sublime vinculación y de una mística plenitud.

"Mi relación con las expresiones del arte serán ahora más vitales, más íntimas, más cómplices”, asegura Víctor Guédez (Foto: LISBETH SALAS)
-Si se produce con este libro un cambio en su manera de relacionarse con el arte como objeto de reflexión, investigación y crítica, ¿hacia dónde se orientará su oficio de ahora en adelante?
-Creo que estaré ahora más cerca de las manifestaciones artísticas en tanto que intentaré alejarme del compromiso de tener que leer o valorar las obras, y a cambio de ello intentaré una relación más natural en donde, seguramente, se comprobará aquello que recogía un aforismo de Antonio Porchia: “Te ayudaré a venir si vienes, y a no venir si no vienes”. Esto significa que mi relación con las expresiones del arte serán ahora más vitales, más íntimas, más cómplices. Ya no me acercaré al arte a partir de una relación vertical de observación y evaluación, más bien me colocaré al lado de ellas para que el diálogo sea más interactivo, enriquecedor y vivencial.
-Ha escrito en su libro: “Ahora prefiero que las obras me seduzcan, me convoquen, me embriaguen”. ¿Cómo se refleja esta frase en su quehacer intelectual?
-Resumiría la respuesta en afirmar que debo pasar de la experiencia crítica a la vivencia estética. Esto significa que, en lugar de morder y masticar una obra, se debe refrescar la sensibilidad y promover la mística asociada a la caricia de sus referencias sensibles. Esto es lo que se busca, precisamente, con la imagen de la pera que aparece en la portada del libro. Ahí se observa una fruta que es poseída y mordida, pero también se aprecia otro sector que conserva las formas turgentes y sensibles de un volumen hermoso.
-Si se produce con este libro un cambio en su manera de relacionarse con el arte como objeto de reflexión, investigación y crítica, ¿hacia dónde se orientará su oficio de ahora en adelante?
-Creo que estaré ahora más cerca de las manifestaciones artísticas en tanto que intentaré alejarme del compromiso de tener que leer o valorar las obras, y a cambio de ello intentaré una relación más natural en donde, seguramente, se comprobará aquello que recogía un aforismo de Antonio Porchia: “Te ayudaré a venir si vienes, y a no venir si no vienes”. Esto significa que mi relación con las expresiones del arte serán ahora más vitales, más íntimas, más cómplices. Ya no me acercaré al arte a partir de una relación vertical de observación y evaluación, más bien me colocaré al lado de ellas para que el diálogo sea más interactivo, enriquecedor y vivencial.
-Ha escrito en su libro: “Ahora prefiero que las obras me seduzcan, me convoquen, me embriaguen”. ¿Cómo se refleja esta frase en su quehacer intelectual?
-Resumiría la respuesta en afirmar que debo pasar de la experiencia crítica a la vivencia estética. Esto significa que, en lugar de morder y masticar una obra, se debe refrescar la sensibilidad y promover la mística asociada a la caricia de sus referencias sensibles. Esto es lo que se busca, precisamente, con la imagen de la pera que aparece en la portada del libro. Ahí se observa una fruta que es poseída y mordida, pero también se aprecia otro sector que conserva las formas turgentes y sensibles de un volumen hermoso.

-¿Se es un poco artista cuando se parte del arte para escribir reflexiones y/o críticas?
-La exigencia creativa es consustancial a la actividad crítica. Solo se añade valor cuando la disposición evaluativa se apoya sobre las exigencias de producir pautas de lectura que se sintonicen con las exigencias propias de cada obra. Antes, todas las obras aceptaban los mismos criterios de análisis, en cambio ahora, cada proposición estética encarna requerimientos específicos que reclaman una focalización más precisa y pertinente. La naturaleza indeterminada del arte contemporáneo requiere particulares pautas de valoración de cada planteamiento. El mejor reconocimiento que uno puede hacer de una obra es el aceptar su extrañeza e incluso su incognocibilidad. Pienso que actualmente se impone admitir que las exigencias de comprensión y las categorías de definición no son nada en la crítica de arte, ahora lo que se impone es el ejercicio de una sensibilidad cómplice y de una revelación vivencial. La verdadera muerte del arte se concretará cuando él admita ser definido y comprendido de manera definitiva.
-¿Cómo ve el desarrollo de la investigación de arte en Venezuela?
-Con las limitaciones propias de un contexto que reduce a su mínima expresión las condiciones para la creación. Una realidad que no ofrece oportunidades, ni recursos, ni capacidades, ni estímulos, ni valores para el ejercicio creativo. Nuestros artistas y todo el entorno que pretende otorgarle resonancia al ejercicio creativo se encuentran afectados por espacios que no ofrecen el oxígeno ideal para el quehacer intelectual.
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