No creció en una familia de artistas, pero el contacto con sus amigos y su pasión por el skate lo llevaron a un terreno donde hoy es feliz: la música. Luego de vivir en Venezuela, Miami y México, Simón Grossmann vive en Madrid, pues lo que empezó como una estadía de unos meses por un curso de producción musical, devino en un espacio para desarrollar su carrera; también se enamoró: “Sentí que si quería seguir dedicándome a la música, España era el lugar”, afirma.
Después de dos EP y tres discos, Grossmann espera lanzar una nueva producción a comienzos del próximo año; un disco que fue producido en Puerto Rico por Bebo Dumont y Fux Beat. Mientras, compartirá varios de sus sencillos. También como artista independiente es consciente de los cambios vertiginosos en la industria: “Hay que aprender el balance entre jugar el juego y mantenerte fiel a tu arte”, explica.
En septiembre se presentará en la tercera edición del Festival Cordillera en Bogotá, junto a Juan Luis Guerra y Fito Páez: “Más allá de representar a Venezuela, es un festival, que si bien es joven, ha tenido una marca muy presente en preservar la música latinoamericana y estar considerado como un artista que logra eso, es un honor increíble”, explica.
-Recientemente publicó el sencillo Supernova, un adelanto de su próximo material discográfico.
-En estos años he desarrollado más mi propio estilo. La letra y la melodía siempre han sido el epicentro de mi música. Este disco es un poco más moderno y las letras son lo más importante. También ha influido que he leído muchísimo y descubrí que a la hora de escribir menos es más, hay que buscar palabras precisas.
-De hecho, lo grabó en Puerto Rico.
-Sí. Fux y Bebo Dumont, viven y son de ahí. Para mí ir a un lugar para hacer el disco es importante, es entrar en personaje, vibrar con el ambiente y la gente. A Puerto Rico le dicen la capital del perreo, pero de ahí viene la salsa; además, las personas viven y respiran música.
-Si bien es bilingüe, se inclinó por el español.
-Cuando empecé escribía en los dos idiomas, pero cuando compuse Agüitaecoco, descubrí que esa canción no habría podido escribirla en inglés. Todo fue de forma natural, y bueno en este último disco hay un poco de spanglish. En el español encuentro mi idiosincrasia, mi esencia, es mi idioma materno y eso está conectado con el alma. Y precisamente esa alma define mis temas.
-Justo que tocamos el tema del idioma, es interesante su mirada ante el hecho de reencontrarse, ahora como artista, con Venezuela.
-Yo me fui en unas circunstancias muy favorables, pero me llevé mis sueños. Ese sueño adolescente de ser artista empezó en Venezuela. No niego que en un tiempo algunos comentarios de mis amigos me hicieron sentir que no era ni gringo ni venezolano, entonces me asustaba ir, dudaba si me consideraban un artista de ahí. Ahora me siento muy venezolano, ahora puedo ir a tocar; además parte de mi familia vive allá otra vez, entonces, ir como una persona y recordar sitios de mi infancia, escuchar a la gente y a los niños hablar, es muy nostálgico.
-¿Para usted qué significa ser venezolano?
-Creo que ahora estamos empezando a mostrar nuestra mejor cara, nos tocó hacer casa en otros lugares, siento que hemos peleado una batalla tan solos y a pesar de todo ahí está Rawayana llenado shows, la Vinotinto llegando lejos. De alguna forma el universo nos ha dicho que podemos superar los obstáculos. Nos cansamos de victimizarnos. En mi caso, cada vez que llego a un lugar digo: soy venezolano y esta es mi música.
-Me habló de su sueño adolescente de ser artista; uno imagina todo el brillo y la fama, y usted eligió el lado indie.
-Fue el lado que me tocó para hacer mi propio camino. Hoy lo importante es hacer tu comunidad y crecer con ella. Gracias a Dios que soy independiente porque tomo mis propias decisiones y hago la música que quiero hacer.
-Y finalmente, ¿cómo es la ventana por donde mira Simón Grossmann?
-Del agradecimiento, de la presencia. Y es la ventana por la que el mundo se ve más lindo, por ahora.
@DulceMRamosR
Después de dos EP y tres discos, Grossmann espera lanzar una nueva producción a comienzos del próximo año; un disco que fue producido en Puerto Rico por Bebo Dumont y Fux Beat. Mientras, compartirá varios de sus sencillos. También como artista independiente es consciente de los cambios vertiginosos en la industria: “Hay que aprender el balance entre jugar el juego y mantenerte fiel a tu arte”, explica.
En septiembre se presentará en la tercera edición del Festival Cordillera en Bogotá, junto a Juan Luis Guerra y Fito Páez: “Más allá de representar a Venezuela, es un festival, que si bien es joven, ha tenido una marca muy presente en preservar la música latinoamericana y estar considerado como un artista que logra eso, es un honor increíble”, explica.
-Recientemente publicó el sencillo Supernova, un adelanto de su próximo material discográfico.
-En estos años he desarrollado más mi propio estilo. La letra y la melodía siempre han sido el epicentro de mi música. Este disco es un poco más moderno y las letras son lo más importante. También ha influido que he leído muchísimo y descubrí que a la hora de escribir menos es más, hay que buscar palabras precisas.
-De hecho, lo grabó en Puerto Rico.
-Sí. Fux y Bebo Dumont, viven y son de ahí. Para mí ir a un lugar para hacer el disco es importante, es entrar en personaje, vibrar con el ambiente y la gente. A Puerto Rico le dicen la capital del perreo, pero de ahí viene la salsa; además, las personas viven y respiran música.
-Si bien es bilingüe, se inclinó por el español.
-Cuando empecé escribía en los dos idiomas, pero cuando compuse Agüitaecoco, descubrí que esa canción no habría podido escribirla en inglés. Todo fue de forma natural, y bueno en este último disco hay un poco de spanglish. En el español encuentro mi idiosincrasia, mi esencia, es mi idioma materno y eso está conectado con el alma. Y precisamente esa alma define mis temas.
-Justo que tocamos el tema del idioma, es interesante su mirada ante el hecho de reencontrarse, ahora como artista, con Venezuela.
-Yo me fui en unas circunstancias muy favorables, pero me llevé mis sueños. Ese sueño adolescente de ser artista empezó en Venezuela. No niego que en un tiempo algunos comentarios de mis amigos me hicieron sentir que no era ni gringo ni venezolano, entonces me asustaba ir, dudaba si me consideraban un artista de ahí. Ahora me siento muy venezolano, ahora puedo ir a tocar; además parte de mi familia vive allá otra vez, entonces, ir como una persona y recordar sitios de mi infancia, escuchar a la gente y a los niños hablar, es muy nostálgico.
-¿Para usted qué significa ser venezolano?
-Creo que ahora estamos empezando a mostrar nuestra mejor cara, nos tocó hacer casa en otros lugares, siento que hemos peleado una batalla tan solos y a pesar de todo ahí está Rawayana llenado shows, la Vinotinto llegando lejos. De alguna forma el universo nos ha dicho que podemos superar los obstáculos. Nos cansamos de victimizarnos. En mi caso, cada vez que llego a un lugar digo: soy venezolano y esta es mi música.
-Me habló de su sueño adolescente de ser artista; uno imagina todo el brillo y la fama, y usted eligió el lado indie.
-Fue el lado que me tocó para hacer mi propio camino. Hoy lo importante es hacer tu comunidad y crecer con ella. Gracias a Dios que soy independiente porque tomo mis propias decisiones y hago la música que quiero hacer.
-Y finalmente, ¿cómo es la ventana por donde mira Simón Grossmann?
-Del agradecimiento, de la presencia. Y es la ventana por la que el mundo se ve más lindo, por ahora.
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