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Vasco Szinetar: Quien viene de la diáspora mira de otra manera

El centro Sefarad-Israel, en pleno corazón de la capital española, expone las imágenes que conforman el ensayo fotográfico "Cuerpo de exilio", una individual del artista caraqueño que explora lugares, espacios y paisajes del desarraigo

  • ESPECIAL PARA EL UNIVERSAL

28/04/2024 01:00 am

Por: MARIELA DÍAZ ROMERO

Madrid.- Más de cien fotografías componen la muestra Cuerpo de exilio, del fotógrafo judío-venezolano Vasco Szinetar y que desde el 22 abril se expone en el Centro Sefarad-Israel (C/ Mayor, 69) de Madrid.

Bajo la curaduría de Juan Carlos Chirinos, escritor y gestor cultural venezolano, esta muestra reúne una nueva vertiente del trabajo de Szinetar, quien durante décadas se ha dado a conocer por ser un exponente del autorretrato. Sin embargo, no ha sido un autorretrato cualquiera, sino el famoso selfie frente al espejo junto con artistas, pintores y escritores de todo el mundo, sobre todo con muchas personalidades del mundo cultural que visitaron Caracas entre las décadas de los 80 y 90.

En la muestra que exhibe el Centro Sefarad-Israel en su sede madrileña, Vasco Szinetar, además de fotógrafo, curador, gestor cultural y autor de tres poemarios, parte de esa exploración de sí mismo para articular las imágenes que conforman Cuerpo de exilio y que se distribuyen en cuatro salas que cuentan con una museografía muy cuidada y que invitan a hacer un recorrido lúdico y perceptivo.

Cuerpo de exilio es hoy una muestra que se fue formando desde una experiencia inicial, una salida intempestiva del artista hacia Colombia, en circunstancias muy particulares. Durante dos años en Bogotá, Szinetar registró momentos, espacios, situaciones, objetos y, sobre todo siguió, experimentando con el autorretrato, pero desde otra perspectiva. "Mi trabajo está soportado en la impronta de las referencias personales y también la historia familiar", asegura.

Agrega que esta colección de imágenes tiene que ver con una mirada y una actitud de reflexión, que busca apropiarse de lo que está alrededor pero desde lo íntimo, lo privado, e incluso desde el silencio.

Estas son de alguna forma señas de identidad que el espectador podrá apreciar en el recorrido de las salas expositivas. La primera de ellas reúne imágenes que tienen que ver con su estancia en la capital colombiana aunque no excluye otros espacios de Venezuela, como Mérida y Margarita, lugares habituales para Szinetar.

La segunda sala reúne imágenes sobre Caracas; la tercera sobre Berlín y la última sobre Madrid. Sin embargo no se trata de una división a secas, es un orden para establecer un corpus narrativo que se articula como un todo en el espacio museístico, y en el que además el espectador al recorrerlo podrá leer algunos fragmentos de conversaciones del artista con el escritor Antonio López Ortega, y también citas personales y reflexiones de otros creadores sobre la fotografía.

Al hablar de este trabajo visual que se empezó a articular en Bogotá, Szinetar considera que era natural hacer autorretratos, era una forma de establecer su propia identidad frente a una situación que no buscó sino que se le impuso; desde esa lejanía del terruño el artista buscó re-conocerse, desde su rostro, sus piernas, aquellas partes más íntimas como los genitales y los pies. Miembros del cuerpo que no se exponen con facilidad. “Para mi -expresa Vasco Szinetar- el cuerpo se convirtió en una caja de resonancia donde se escribe la experiencia humana”.

Esa experiencia bogotana, que se puede ver como una estancia de encierro, en habitaciones impersonales, en soledad, de cierta manera dialoga con los recuerdos del artista que evocan su espacio vital y consuetudinario: el cielo caribeño, las palmeras que se balancean bajo los azules venezolanos, las carreteras sinuosas que conducen al hogar.

Szinetar advierte y es enfático al decir que su trabajo no es documental, en él tiene un peso importante la edición; es así como en algunas de sus imágenes hay intervenciones y composiciones en las que juegan colores, tonalidades y encuadres.

El fotógrafo, en definitiva, asume su rol como creador y sobre todo como ser dialogante, porque no busca imponer una mirada sino abrir una puerta y despertar la mirada del espectador, para que este formalice un diálogo con aquello que observa y a la vez escriba su propia narrativa visual.

"Las imágenes tienen su propia historia y su propia resonancia", considera Szinetar y en esa medida invitan al espectador a configurarse como ser dialogante, interpelativo ante la experiencia visual.

El mar. Serie Cuerpo de exilio. Vasco Szinetar. Exposición Cuerpo de exilio, en el Centro Sefarad-Israel de Madrid

De Caracas a Berlín,
de Berlín a Madrid

Allá los recuerdos/ son personas abrasadas, rotas/ por lo que fueron
Yolanda Pantin

Vasco Szinetar nació en Caracas (1948) pero proviene de una familia de emigrantes judíos, algunos pudieron sortear la catástrofe del Holocausto, otros no.

Por lo tanto, no es casual que él considere que el "hombre de la diáspora, del exilio, mira de otra manera, porque tiene otra experiencia, tiene otros sentimientos, está viviendo otras circunstancias".

Vasco Szinetar vivió la circunstancia del país que se ha ido deteriorando paulatinamente, con una diáspora que podría superar los 9 millones de personas. Diáspora por cierto de la que forman parte sus dos hijos, actualmente radicados en Alemania.

Desde hace varios años, el fotógrafo creó la serie Caracas Postcards, con la que ha querido dar testimonio de la decadencia urbana y social de la capital venezolana, otrora conocida también como la "sultana" del Ávila.

En entrevista con Francisco Olivares, el fotógrafo relató que esta serie no va de fotoperiodismo sino de bucear en el rostro envejecido y fracturado de una ciudad.

Ciertamente en estas imágenes, Szinetar va registrando calles desoladas, comercios cerrados y deteriorados, avenidas que parecen paisajes fantasmales, gente que deambula, que mira al horizonte, perdida, desorientada, quizás esperando un mesías, un vengador que venga en su rescate.

"Los personajes de estas fotografías -explica el artista- deambulan en silencio, ensimismados, quebrados emocional y físicamente. Uno se pregunta sobre esos personajes”, qué piensan, cómo han podido sobrevivir.

El fotógrafo aclara que no hubo ningún tipo de interacción con los fotografiados, su mirada incisiva se disparó desde una íntima lejanía, desde el que observa y escruta ruinas y tragedias.

“Cuando vas a otro país en una situación de diáspora, primero vas conociendo, re-conociendo”, afirma Vasco Szinetar (FOTO: MARIELA PÉREZ ROMERO)

De Caracas el fotógrafo nos traslada a Berlín. Una ciudad que ha visitado desde que sus hijos vivieron allí. Como padre de familia clase media venezolana, también Szinetar ha despedido a sus hijos en el aeropuerto.

Es así como Cuerpo del exilio nos habla de movilidad, de lugares que se vacían y de otros que empiezan a ser habitados, tal como lo hacen quienes emigran, van con una maleta de implementos básicos y según sea la necesidad van adoptando los que necesitan, quizás sin apropiarse demasiado porque es posible que continúe el viaje.

En la serie berlinesa, nos topamos con una imagen de dos sillas disparejas, usadas, pero aún con utilidad. Están vacías, esperando a los próximos usuarios. A nadie le importa cómo son las sillas, están allí para quien las necesite.

Leopoldstrasse en Berlín aparece ante el espectador mostrando lo extraño, lo de allá que se convierte en lo de acá, esos lugares en los que habita el desarraigo.

Llama la atención en especial una fotografía en la que detrás de una ventana cerrada aparecen dos pilas de libros y encima de los libros unas botellas. Después de accionar el disparador, Vasco se acercó a la ventana y observó que una de las botellas era de ron venezolano. De alguna forma, “las imágenes empiezan a hablar por sí solas”, refiere. Ciertamente van comunicando sus propios códigos y sus significados intrínsecos.

La siguiente sala alberga imágenes que se tomaron en la capital española. Vasco cuenta que ha tenido una estrecha relación con España, desde que la visitó por primera vez en el año 1970, con su primera esposa que era aragonesa. Actualmente está casado con una ciudadana de origen vasco.

En estas imágenes el silencio ha sido para él fundamental, el silencio del caminante, del que va descubriendo cada calle, cada esquina, cada portal, cada rostro que se va cruzando en su camino. “Cuando vas a otro país en una situación de diáspora, primero vas conociendo, re-conociendo”, asegura.

Sin duda, esta secuencia de imágenes tejen una trama en la que subyace una línea autobiográfica.

Si bien sus hijos son algunos de los personajes fotografiados en la serie de la capital alemana, las imágenes de Madrid forman parte de una historia personal que sigue siendo escrita con el paso de los años, pero que en esta ocasión se muestra por primera vez en la tierra de Cervantes.
@marieladiazrom




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