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Sofía Ímber instaló la excelencia en el arte y el periodismo del país

El 8 de mayo se cumplen 100 años del nacimiento de la periodista y gestora cultural y la celebración incluye exposiciones, un reestreno teatral y una reedición que honran a la “intransigente”

  • JUAN ANTONIO GONZÁLEZ

28/04/2024 01:00 am

En la Caracas a la que llegó con seis años no había castillos como en la ciudad rumana de Soroca, donde nació un 8 de mayo de 1924. Sin embargo, y quizás por el influjo de la desbordante naturaleza tropical, Sofía Ímber hizo de Venezuela el país ideal para emprender las dos actividades que ejerció desde el apego a sus convicciones y ese espíritu libertario que siempre la acompañó: el periodismo y la gerencia cultural.

Del primero dejan constancia el programa de entrevistas matutino Buenos días, que por años condujo junto a su segundo esposo Carlos Rangel, y el suplemento cultural del diario El Universal, en el que dedicó un espacio inestimable a la reflexión acerca del arte y sus irradiaciones en toda la sociedad. De la segunda, obviamente, queda su gran obra: el Museo de Arte Contemporáneo de Caracas Sofía Ímber, que aún sin su nombre sigue siendo el museo de Sofía.

Allí, en su museo, la conocí. Días antes de la inauguración de la exposición Oswaldo Vigas. 1942-1990. Aquella mañana de noviembre del noventa, mientras intentaba descifrar el universo telúrico del artista carabobeño, ella apareció de la nada. Pensé que había salido de alguna puerta oculta en la pared. Llevaba, lógico, un traje taller, iba impecablemente peinada y como si el mundo (o yo) no existiera se acercó a Vigas: “El montaje está quedando magnífico. Esa bruja (se refería al cuadro La bruja de la culebra, de 1951) se ve maravillosa en esa pared”. Terminó de afinar detalles con Vigas y como por otro acto de magia desapareció.

Carlos Rangel y Sofía Ímber dictaron cátedra de buen periodismo televisivo en el programa Buenos días (CORTESÍA)

Entendí en mis años iniciales en el periodismo que a aquella mujer menuda nada se le escapaba. Ni en sus entrevistas, en las que podía poner contra las cuerdas a sus entrevistados, ni en todo lo que se hacía en el Maccsi, que entre otras cosas permitió a los caraqueños apreciar de cerca obras de Picasso, Monet, Kandinski, Léger, Mondrian, Soto, Cruz-Diez, Chillida, Calder, Escobar, Braque, Bacon y Warhol, entre algunos nombres fundamentales del arte contemporáneo. O, también, que nos regaló exposiciones memorables como la del escultor británico Henry Moore en 1983.

Sin dudarlo, el museo de Sofía transformó la vida de muchos. Ella llevó la libertad a un museo de un país que la ha perdido.

Sofía, su Museo y la mirada sofisticada de José Sigala (CORTESÍA)

Celebrar la excelencia
Como este 8 de mayo se cumplen cien años del nacimiento de Sofía Ímber, se ha organizado una serie de actividades impulsadas, en primera instancia, por Adriana Meneses, hija de la gerente cultural fallecida el 20 de febrero de 2017, y a la que se han sumado personas e instituciones como la Universidad Católica “Andrés Bello”, Trasnocho Cultural, la Galería D’Museo, la Fundación Polar, Banesco, Imelda Cisneros, Caroline Oteyza, y la Galería Freites, entre otras.

Un abordaje totalizador que arranca el mismo día 8 con la inauguración de exposiciones, el reestreno de la pieza teatral La señora Ímber y la reedición por parte de la Galería Freites del libro El museo de Sofía. Un museo diferente, escrito por Carlos Delgado Flores y María Luz Cárdenas, investigadora de artes visuales que asume la curaduría general de la programación.

“El enfoque curatorial que hemos diseñado para este homenaje lleva el enfoque de la ‘musealización’ de personajes, tal como en 2003 lo hizo en Centro Pompidou, de París, con Roland Barthes; de hecho, en el Maccsi hicimos en 1988 una exposición con este perfil de Alfredo Boulton, con la diferencia que teníamos todas las obras de Boulton; las obras de Sofía han salido del país, no están…”, comenta Cárdenas.

Guillermo Meneses, Sofía Ímber, Pablo Picasso y Jacques Prévert en Vallauris.1951 (CORTESÍA)

La primera inauguración será la de la exposición permanente Sofia Ímber 100 años. En contexto, en la sala que lleva el nombre de la homenajeada en el Centro Cultural UCAB y en la que a partir de las 11:00 am, se podrá apreciar una cronología con dibujos, caricaturas (la mayoría de Zapata sobre el contexto cultural del tiempo de la periodista y gerente cultural) y fotografías, lo que marca el relanzamiento de la Cátedra Fundacional Sofía Ímber y Carlos Rangel, así como de la Sala Sofía Ímber, abierta en 2014 y que cuenta con una importante colección de libros donados por la gerente cultural a la universidad católica.

Sofía Ímber 100 años. Habitar la memoria es el título de la propuesta de carácter instalativo que abre el 9 de mayo, a las 4:00 pm, en la Galería D’Museo, del Centro de Arte Los Galpones, con la curaduría de Ricardo Arispe. En ella se recrea el espacio personal de Ímber, con un mural fotográfico de grandes dimensiones de las paredes de su cuarto, su entorno, dibujos, fotografías, objetos y tres pantallas de video con imágenes del Maccsi, de Buenos días y, como lo explica Arispe, el tercero con IA “que generará contenido a partir de las preguntas que hagan los visitantes, basado en las líneas de investigación que interesaron a Sofía Ímber. Igualmente, vamos a intervenir la pared de la entrada a Los Galpones con un mural alegórico a la homenajeada diseñado por una Inteligencia Artificial”.

Con Armando Reverón (CORTESÍA)

También en la fachada de la librería El Buscón, en Trasnocho Cultural, se expondrán en Sofía Ímber 100 años. Homenaje, afiches y publicaciones producidas en el Maccsi.

En escena
En junio de 2016 la Editorial Planeta publicó el libro La señora Ímber: genio y figura, del periodista y escritor Diego Arroyo Gil, quien conversó con la homenajeada durante dos años y medio, no como lo harían periodista y entrevistada, sino como “dos personas que se sentaban a hacerse la visita”.

“Sofía me pareció desde el primer día una criatura fuera de lote. No es cierto que todos los seres humanos somos excepcionales, eso es una mentira de la autoayuda que busca ser un consuelo. Sofía sí era excepcional. Era como si estuvieras con una estrella o con un tigre de bengala. Sabías que estabas delante de alguien que no se parecía a nadie más. Uno puede decir: ‘Mi mamá es excepcional’. Desde luego, porque te parió. Pero luego, en la vida, no es en absoluto frecuente toparse con gente verdaderamente excepcional”, comenta el autor, cuyo texto fue llevado al teatro a través de la adaptación hecha por Javier Vidal, quien dirigió la pieza en 2019, con la protagonización de Julie Restifo.

Pues bien, entre el 10 y el 26 de mayo la obra se presentará en el Teatro Trasnocho, con funciones los viernes, a las 6:00 pm, y sábados y domingos, a las 5:00 pm.

En plena complicidad con Jesús Soto (CORTESÍA)

La existencia de Sofía Ímber es la confirmación de la Venezuela posible que deseamos todos.
@juanchi62

Sofía, la periodista
Por MARITZA JIMÉNEZ

Como periodista, Sofía Ímber realizó carrera en Venezuela entre los años 60 y 70, en las páginas de la renovadora revista CAL, dirigida por Guillermo Meneses a su regreso de Francia, y luego en Élite y Últimas Noticias.

Más adelante, el medio televisivo, RCTV primero y Venevisión después, dieron cabida al ejercicio certero de esas acuciosas e implacables entrevistas que le dieron fama a su seudónimo “la intransigente”, acompañada ahora por ese intelectual de tan elevada talla que fue Carlos Rangel y Reinaldito Herrera, en Lo de Hoy, primero, y más tarde Buenos días.

Estaban ya ambos, Sofía y Carlos, igualmente al frente del Museo de Arte Contemporáneo, que después sería el Maccsi, la revista Auténtico y las Páginas Culturales de El Universal, que Sofía realizaba como outsourcing para el diario de Luis Teófilo Núñez Arismendi, Luisito, como siempre lo llamó ella.

"La intransigente" y el N° 1 (CORTESÍA)

Nabor Zambrano, Virginia París y Luis Lozada Soucre la habían acompañado en los inicios de esa aventura, cuando quiso el destino, por mediación de Lenelina Delgado, que llegara yo a las Páginas Culturales, con Roberto Montero Castro como jefe de redacción por esa época.

Una mañana que nunca olvidaré, subí las escaleras de la quinta Auténtico, donde estaba la redacción, y entré a las oficinas donde Sofía, con la silente compañía de Carlos Rangel, me entrevistó para el empleo.

Venía yo, entonces tesista de la UCV, de la Dirección de Prensa del aún joven Consejo Nacional de la Cultura, donde cada día mis enseñanzas de lo que era el periodismo se estrellaban contra la dura realidad de la administración pública. De manera que entrar a El Universal fue, ni qué decirlo, un sueño hecho realidad.

El ambiente físico, cerca de la montaña; la camaradería, la jocosidad inteligente de Javier Vidal, la frescura de Adriana Meneses y Fanny Perel, y la personalidad deslumbrante de Marco Antonio Ettedgui, hicieron de aquellos los mejores momentos en la que sería mi extensa trayectoria profesional. Todos niños divirtiéndonos en el aprendizaje de ser periodistas.

Más tarde nos mudamos a Parque Central, más cerca del Museo de Arte Contemporáneo, en lo que serían los llamados años dorados del periodismo cultural en Venezuela, cuando se desplegó plenamente la madurez de mi carrera. Allí me entrené en el ejercicio de la belleza, en los hermosísimos espacios del Museo, las magníficas exposiciones de los grandes nombres del arte del momento, el trato directo con los personajes internacionales que sorpresivamente llegaban al Museo y debíamos salir en carrera a entrevistarlos sin temores ni excusas.

En una ocasión, alguien que me hizo una atractiva oferta laboral, me dijo “de la escuelita ya está bueno”. A Sofía le encantó la frase, y desde entonces nos llamó así, “la escuelita”. Porque eso fue, en efecto, la experiencia en las Páginas Culturales de El Universal.

 
Sofía Ímber fue escuela en el periodismo y en la gerencia cultural (RICARDO GÓMEZ-PÉREZ)  

Pero si una escuelita fue, por el cariño sin bajos sentimientos que nos profesábamos todos, en términos profesionales constituyó una verdadera escuela del periodismo en su más alto nivel. Una escuela donde todas las mañana nos reuníamos para revisar y establecer la pauta –más con Sofía que con Carlos-, pero donde también aprendimos el valor del verdadero periodismo, el respeto por la noticia, la redacción clara, el amor al arte.

Como jefe, Sofía podía ser dura, exigente, implacable con los errores. Pero también tenía el don de la palabra apropiada, inteligente, graciosa incluso, para reconocer un trabajo bien hecho, para guiarnos sobre cómo buscar noticias en los momentos de sequía, o señalarnos la importancia de tener siempre material preparado para llenar los espacios cuando el número de páginas asignadas sobrepasaba los límites.

Después vinieron otros tiempos, y otros cambios. La trágica muerte de Marco Antonio y nuevos nombres que fueron sucediéndose por las Páginas: Patricia Guzmán, Carlos Paolillo, Alexandra Cariani, Beatriz Hernández, Moraima Guanipa, Carlos Delgado Flores, Luis Martínez, Edgard Alfonzo, Diana Gómez, Florángel Gómez.
Nombres que, estoy segura, igual agradecen hoy a Sofia Ímber su enseñanza, su ejemplo.
@weykapu




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