Trina Medina: “Tengo en mi mente y mi corazón que el recuerdo de mi mamá no desaparezca”
Cumpliendo una promesa a su madre, Canelita Medina, la cantante, compositora y gerente cultural retoma su carrera
El destino de Trina Medina estaba escrito en los acordes de aquellos sones y salsas que se escuchaban en su casa. Heredó el talento de sus padres Canelita Medina y Alfredo Sojo. Hoy, su nombre forma parte de la historia musical y cinematográfica de Venezuela, además en los últimos años se ha dedicado a la gestión de la Dirección de Cultura de la Universidad Central de Venezuela.
El año pasado dos fechas marcaron su vida: el 4 de julio, la desaparición física de su madre, y el 31 de agosto retomó su carrera artística en El Marchante. “Mi madre me pidió que a partir de ahora me ocupara de mí, que no dejara de cantar. Se lo prometí, que a través de todas sus enseñanzas haría lo mejor posible”. Es así que no solo está concentrada en la preservación de la memoria y legado de su progenitora; también en la producción de un nuevo material discográfico para beneplácito de sus seguidores.
-En los últimos años, usted estuvo dedicada a su madre.
-Yo pude establecerme de alguna manera y decidí abocarme en ser la mánager de mi madre. Sin embargo, cuando tenía que hacer algo relacionado con mi vida artística, sencillamente lo hacía. No significó un sacrificio total. Ahora bien, sí tuve que posponer mi carrera cuando hace cinco años mi madre tuvo un accidente de cadera para atenderla y acompañarla en sus actividades.
-Podríamos decir que ahora su retoma su vida artística.
-Justamente, estoy trabajando en eso, escribiendo y reescribiendo canciones. Espero tener varios temas para finales de año; también el lanzamiento de algunas colaboraciones que hice con artistas de Puerto Rico y Venezuela.
-¿Qué significa para usted ser parte de una generación de artistas cuyo trabajo no solo fue significativo en los años 80 y 90, pues hoy esas canciones forman parte de la memoria colectiva del país?
-Orgullosísima y que haya transcendido ese trabajo, esos sueños de todos nosotros. En Semana Santa estuve con Yordano, quien está grabando una nueva producción, y recordamos esa época. Lo que pasó hace poco en el concierto de la Plaza Altamira no lo podíamos creer, fue asombroso, que toda la gente de distintas generaciones corearan las canciones. Es el mejor recuerdo que nos vamos a llevar de esta vida. Cuando Yordano me invitó a salir y la gente empezó a gritar: “¡Madera fina!”.
-Canción que marcó una generación.
-Esa canción nos define como venezolanos: personas de bien, trabajadoras, luchadoras.
-Otro ámbito donde ha desarrollado su carrera es la gerencia cultural.
-Los que vivimos esa época de esplendor, y que ahora nos dedicamos a la gerencia cultural, estamos llamados a revivirla a toda costa, que esos valores de la música, el arte y la literatura se mantengan. ¿Con qué luchamos? Con una era digital, que se hizo más fuerte con la pandemia. Pareciera que la cultura está al alcance de todos, pero la esencia de presenciar un concierto, ir al cine o ver una exposición no se puede perder. En estos momentos no tenemos los espacios abiertos: Aula Magna, la Sala de Conciertos y la Galería Universitaria están en una etapa de recuperación de sus estructuras. A pesar de ello, nos apropiamos de la Plaza Cubierta donde presentamos danza, conciertos y teatro. Como gerentes culturales no podemos dejar que se pierda el contacto del ser humano con el artista.
-¿Tienen estimada una fecha para su reactivación?
-Estamos apostando con fe; por lo menos el Aula Magna debería estar abierta para finales de año con un aforo más pequeño, con eso conseguiríamos algunos ingresos propios para terminar lo que queda de las recuperaciones a corto plazo.
-Siguiendo con su lado artístico, su relación con la música en los últimos años se ha vinculado con el medio cinematográfico.
-Siempre me llamaron la atención las bandas sonoras, hice muchos cursos y además conocí a Jacqueline Salazar y José Sousa, ya fallecidos, de Xenon Films; estando en sus estudios fui aprendiendo, de hecho mis primeros pininos fueron en el cine de guerrilla. Después trabajé con algunos documentales, como en la sonorización de Cabrujas, y Olegario Barrera me pidió trabajar en la película Una abuela virgen, para mí fue una experiencia que no te la podría describir. En el momento de la creación pasas por todas las emociones que se viven en la película y mi horizonte emotivo cambió. Ahora tengo otra percepción de la música en vivo y también cuando produzco, de hecho en mi disco Voces y música del alma algunas canciones tienen efectos especiales. Ahora quiero hacer música más visual.
-Aparte de su carrera, debe asumir la misión de preservar el legado de Canelita Medina.
-Tengo todo el material discográfico. Hace días revisando grabaciones de mi anterior estudio, encontré muchas cosas de mi mamá hechas en vivo y hasta temas inéditos. En 2018 se hizo un espectáculo por los 65 años de su carrera artística en el Aula Magna, espero sacarlo en físico, aún no sabemos si en CD o vinilo, también en digital para que esté disponible en las plataformas.
-Es importante, especialmente para las nuevas generaciones.
-Tienes razón. En agosto del año pasado llevé un traje de mi mama al Museo de la Salsa en Cali, Colombia, el que utilizó para un disco donde está la canción Tanto y tanto, que se escucha mucho allá en diciembre, específicamente en la noche de las velitas. Tengo en mi mente y en mi corazón que el recuerdo de mi mamá no desaparezca. Ella tuvo un papel muy importante como mujer e intérprete, no se conoce hasta ahora, aparte de Celina González, a otra mujer que cante sones como lo hacía mi mamá. Además, su historia es muy interesante, muy linda y su filosofía de vida fue que el mundo sin respeto no tiene sentido.
-Si bien en Venezuela existen importantes artistas de referencia dentro de la cultura afro, en la actualidad los jóvenes se han planteado la problemática del racismo.
-Sé que hay racismo porque lo he vivido y sentido. Nunca me paré porque alguien me dijo negra o fea. Claro que existe racismo, pero no puedes perder el tiempo con personas sin educación y valores, más en un país tan diverso como Venezuela.
-¿De dónde viene esa actitud ante la vida?
-Fui hija única, mujer, crecí en una familia con siete tíos, cada uno con su carácter. A mi abuela materna, Concepción “Concha” Medina, sí le tocó vivir mucho racismo, quizás ella me curtió, me decía: “Tienes que luchar por tu destino, no tenerle miedo a la vida”.
-¿Desea ser recordada así?
-Sí. No tanto por ser artista, que me recuerden por mi lucha, por mi tesón. El mundo no se acaba hasta que dejes de respirar. Debes seguir caminando, aprendiendo, creando. Tratando de ser feliz cada día, aprendiendo a perdonar. Un ser humano no se puede detener. Siempre le digo a las muchachas que están empezando a cantar que no importa si la noche es oscura y empieza a llover, en los caminos siempre hay un pedazo estrellado y una de esas estrellas es para ti, no te preocupes por robarle o envidiarle las estrellas a los demás, debes labrarte tu destino, pero primero debes quererte.
-Finalmente, ¿cómo es la ventana por donde mira Trina Medina?
-Con claridad, justicia. A través de esa ventana veo mis sueños, le doy color a lo que quiero vivir y a los seres que quiero.
@DulceMRamosR
El año pasado dos fechas marcaron su vida: el 4 de julio, la desaparición física de su madre, y el 31 de agosto retomó su carrera artística en El Marchante. “Mi madre me pidió que a partir de ahora me ocupara de mí, que no dejara de cantar. Se lo prometí, que a través de todas sus enseñanzas haría lo mejor posible”. Es así que no solo está concentrada en la preservación de la memoria y legado de su progenitora; también en la producción de un nuevo material discográfico para beneplácito de sus seguidores.
-En los últimos años, usted estuvo dedicada a su madre.
-Yo pude establecerme de alguna manera y decidí abocarme en ser la mánager de mi madre. Sin embargo, cuando tenía que hacer algo relacionado con mi vida artística, sencillamente lo hacía. No significó un sacrificio total. Ahora bien, sí tuve que posponer mi carrera cuando hace cinco años mi madre tuvo un accidente de cadera para atenderla y acompañarla en sus actividades.
-Podríamos decir que ahora su retoma su vida artística.
-Justamente, estoy trabajando en eso, escribiendo y reescribiendo canciones. Espero tener varios temas para finales de año; también el lanzamiento de algunas colaboraciones que hice con artistas de Puerto Rico y Venezuela.
-¿Qué significa para usted ser parte de una generación de artistas cuyo trabajo no solo fue significativo en los años 80 y 90, pues hoy esas canciones forman parte de la memoria colectiva del país?
-Orgullosísima y que haya transcendido ese trabajo, esos sueños de todos nosotros. En Semana Santa estuve con Yordano, quien está grabando una nueva producción, y recordamos esa época. Lo que pasó hace poco en el concierto de la Plaza Altamira no lo podíamos creer, fue asombroso, que toda la gente de distintas generaciones corearan las canciones. Es el mejor recuerdo que nos vamos a llevar de esta vida. Cuando Yordano me invitó a salir y la gente empezó a gritar: “¡Madera fina!”.
-Canción que marcó una generación.
-Esa canción nos define como venezolanos: personas de bien, trabajadoras, luchadoras.
-Otro ámbito donde ha desarrollado su carrera es la gerencia cultural.
-Los que vivimos esa época de esplendor, y que ahora nos dedicamos a la gerencia cultural, estamos llamados a revivirla a toda costa, que esos valores de la música, el arte y la literatura se mantengan. ¿Con qué luchamos? Con una era digital, que se hizo más fuerte con la pandemia. Pareciera que la cultura está al alcance de todos, pero la esencia de presenciar un concierto, ir al cine o ver una exposición no se puede perder. En estos momentos no tenemos los espacios abiertos: Aula Magna, la Sala de Conciertos y la Galería Universitaria están en una etapa de recuperación de sus estructuras. A pesar de ello, nos apropiamos de la Plaza Cubierta donde presentamos danza, conciertos y teatro. Como gerentes culturales no podemos dejar que se pierda el contacto del ser humano con el artista.
-¿Tienen estimada una fecha para su reactivación?
-Estamos apostando con fe; por lo menos el Aula Magna debería estar abierta para finales de año con un aforo más pequeño, con eso conseguiríamos algunos ingresos propios para terminar lo que queda de las recuperaciones a corto plazo.
-Siguiendo con su lado artístico, su relación con la música en los últimos años se ha vinculado con el medio cinematográfico.
-Siempre me llamaron la atención las bandas sonoras, hice muchos cursos y además conocí a Jacqueline Salazar y José Sousa, ya fallecidos, de Xenon Films; estando en sus estudios fui aprendiendo, de hecho mis primeros pininos fueron en el cine de guerrilla. Después trabajé con algunos documentales, como en la sonorización de Cabrujas, y Olegario Barrera me pidió trabajar en la película Una abuela virgen, para mí fue una experiencia que no te la podría describir. En el momento de la creación pasas por todas las emociones que se viven en la película y mi horizonte emotivo cambió. Ahora tengo otra percepción de la música en vivo y también cuando produzco, de hecho en mi disco Voces y música del alma algunas canciones tienen efectos especiales. Ahora quiero hacer música más visual.
-Aparte de su carrera, debe asumir la misión de preservar el legado de Canelita Medina.
-Tengo todo el material discográfico. Hace días revisando grabaciones de mi anterior estudio, encontré muchas cosas de mi mamá hechas en vivo y hasta temas inéditos. En 2018 se hizo un espectáculo por los 65 años de su carrera artística en el Aula Magna, espero sacarlo en físico, aún no sabemos si en CD o vinilo, también en digital para que esté disponible en las plataformas.
-Es importante, especialmente para las nuevas generaciones.
-Tienes razón. En agosto del año pasado llevé un traje de mi mama al Museo de la Salsa en Cali, Colombia, el que utilizó para un disco donde está la canción Tanto y tanto, que se escucha mucho allá en diciembre, específicamente en la noche de las velitas. Tengo en mi mente y en mi corazón que el recuerdo de mi mamá no desaparezca. Ella tuvo un papel muy importante como mujer e intérprete, no se conoce hasta ahora, aparte de Celina González, a otra mujer que cante sones como lo hacía mi mamá. Además, su historia es muy interesante, muy linda y su filosofía de vida fue que el mundo sin respeto no tiene sentido.
-Si bien en Venezuela existen importantes artistas de referencia dentro de la cultura afro, en la actualidad los jóvenes se han planteado la problemática del racismo.
-Sé que hay racismo porque lo he vivido y sentido. Nunca me paré porque alguien me dijo negra o fea. Claro que existe racismo, pero no puedes perder el tiempo con personas sin educación y valores, más en un país tan diverso como Venezuela.
-¿De dónde viene esa actitud ante la vida?
-Fui hija única, mujer, crecí en una familia con siete tíos, cada uno con su carácter. A mi abuela materna, Concepción “Concha” Medina, sí le tocó vivir mucho racismo, quizás ella me curtió, me decía: “Tienes que luchar por tu destino, no tenerle miedo a la vida”.
-¿Desea ser recordada así?
-Sí. No tanto por ser artista, que me recuerden por mi lucha, por mi tesón. El mundo no se acaba hasta que dejes de respirar. Debes seguir caminando, aprendiendo, creando. Tratando de ser feliz cada día, aprendiendo a perdonar. Un ser humano no se puede detener. Siempre le digo a las muchachas que están empezando a cantar que no importa si la noche es oscura y empieza a llover, en los caminos siempre hay un pedazo estrellado y una de esas estrellas es para ti, no te preocupes por robarle o envidiarle las estrellas a los demás, debes labrarte tu destino, pero primero debes quererte.
-Finalmente, ¿cómo es la ventana por donde mira Trina Medina?
-Con claridad, justicia. A través de esa ventana veo mis sueños, le doy color a lo que quiero vivir y a los seres que quiero.
@DulceMRamosR
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