Mónica Montañés: “Si el amor te está doliendo, tienes que echar a correr”
El 1° de marzo se estrena en el país la nueva obra de la periodista y escritora, "Mi sexta boda", con Mimí Lazo como protagonista. La autora habla de la mujer, el amor, la diáspora y el país
Cuando son miradas desde los prejuicios, desde la prepotencia del intelectual por encima de todo y de todos, las obras de teatro de Mónica Montañés pueden ser calificadas de superficiales, de inocuas. Sin embargo, si alguien ha reflexionado sobre los miedos, fantasías, aspiraciones, fracasos y logros de las mujeres es esta periodista, dramaturga y narradora caraqueña de 57 años a la que la vida parece sorprender a diario, poniéndola a salvo del hastío.
Desde el Madrid al que llegó en 2017 por una corta estancia, pero en el que ha decidido echar raíces, Montañés sigue el desarrollo en Caracas de la producción de su nueva pieza teatral Mi sexta boda, que protagonizará a partir del 1° de marzo, cuando se estrene en Maracaibo, Mimí Lazo, con la dirección de Luis Fernández, para luego tener una breve temporada en el Teatro del Centro Cultural Chacao los días 8, 9 y 10 de marzo.
“Mi sexta boda sale de una necesidad de Mimí y mía de revisitar, escudriñar en la mujer que somos ahora y descubrir en qué cosas hemos cambiado y en qué cosas seguimos siendo idénticas a esa Valeria de El aplauso va por dentro que escribí hace 30 años y que Mimí sigue llevando a escena. La idea fue de Mimí y a mí me gustó mucho. Juntas hemos creado muchos otros personajes femeninos: la Brigitte de Guerra de mujeres, la Gladis López de Voltea pa’ que te enamores, la Margot de ¿Vieja yo?, y yo ya tengo la edad de algunas de ellas, incluso muchas de ellas son ahora menores que yo (risas) y me han pasado muchísimas cosas en todo este tiempo. Me pareció muy interesante como dramaturga descubrir qué mujer iba a surgir de esta mujer que soy ahora”, comenta la escritora.
-La protagonista de la obra, Esperanza, es una mujer que reincide en el matrimonio por sexta vez, luego de cinco fracasos. ¿Será que en el amor no existe lo imperecedero, o que las mujeres son muy volubles con relación al tema o que Mónica Montañés dejó de creer en el sacramento del matrimonio?
-La Esperanza de Mi sexta boda, al igual que yo, está revisando los conceptos que hemos aprendido sobre el amor, el matrimonio, la pareja. Ella, yo y muchos de nosotros aprendimos de nuestros padres, de los libros, de las telenovelas y de las canciones de amor, cosas como que el amor duele, que se sufre mucho por amor, que las parejas incluyen cuernos, deslealtades, insultos, abandonos, incluso violencia verbal o física… Y luego de mucha terapia, de vivir un montón, te das cuenta de que ese amor es tóxico, patológico, que eso no es amor. Entonces, tanto Esperanza, mi personaje, como yo, estamos borrando esos conceptos que aprendimos de chiquitas y escribiendo otros más sanos. Sí existe el amor imperecedero, sí creo en el matrimonio y en la pareja, pero cuando formas equipo, cuando hay respeto. Si el amor te está doliendo, tienes que echar a correr.


Desde el Madrid al que llegó en 2017 por una corta estancia, pero en el que ha decidido echar raíces, Montañés sigue el desarrollo en Caracas de la producción de su nueva pieza teatral Mi sexta boda, que protagonizará a partir del 1° de marzo, cuando se estrene en Maracaibo, Mimí Lazo, con la dirección de Luis Fernández, para luego tener una breve temporada en el Teatro del Centro Cultural Chacao los días 8, 9 y 10 de marzo.
“Mi sexta boda sale de una necesidad de Mimí y mía de revisitar, escudriñar en la mujer que somos ahora y descubrir en qué cosas hemos cambiado y en qué cosas seguimos siendo idénticas a esa Valeria de El aplauso va por dentro que escribí hace 30 años y que Mimí sigue llevando a escena. La idea fue de Mimí y a mí me gustó mucho. Juntas hemos creado muchos otros personajes femeninos: la Brigitte de Guerra de mujeres, la Gladis López de Voltea pa’ que te enamores, la Margot de ¿Vieja yo?, y yo ya tengo la edad de algunas de ellas, incluso muchas de ellas son ahora menores que yo (risas) y me han pasado muchísimas cosas en todo este tiempo. Me pareció muy interesante como dramaturga descubrir qué mujer iba a surgir de esta mujer que soy ahora”, comenta la escritora.
-La protagonista de la obra, Esperanza, es una mujer que reincide en el matrimonio por sexta vez, luego de cinco fracasos. ¿Será que en el amor no existe lo imperecedero, o que las mujeres son muy volubles con relación al tema o que Mónica Montañés dejó de creer en el sacramento del matrimonio?
-La Esperanza de Mi sexta boda, al igual que yo, está revisando los conceptos que hemos aprendido sobre el amor, el matrimonio, la pareja. Ella, yo y muchos de nosotros aprendimos de nuestros padres, de los libros, de las telenovelas y de las canciones de amor, cosas como que el amor duele, que se sufre mucho por amor, que las parejas incluyen cuernos, deslealtades, insultos, abandonos, incluso violencia verbal o física… Y luego de mucha terapia, de vivir un montón, te das cuenta de que ese amor es tóxico, patológico, que eso no es amor. Entonces, tanto Esperanza, mi personaje, como yo, estamos borrando esos conceptos que aprendimos de chiquitas y escribiendo otros más sanos. Sí existe el amor imperecedero, sí creo en el matrimonio y en la pareja, pero cuando formas equipo, cuando hay respeto. Si el amor te está doliendo, tienes que echar a correr.

"(Mimí Lazo) es una actriz extraordinaria porque te puede llevar de la risa al llanto, es bellísima e increíblemente sensual y al mismo tiempo logra darte lástima", afirma la autora de "Mi sexta boda" (CORTESÍA MÓNICA MONTAÑÉS)
-¿Qué le han enseñado tus obras acerca de lo femenino?
-Que las mujeres somos tan maravillosas como contradictorias. Que la mujer es apasionante como tema, que nos falta mucho camino por recorrer para lograr la igualdad, que hay que seguir poniendo el dedo en muchas llagas para que no solo los hombres, sino nosotras mismas, nos demos cuenta de las injusticias que vivimos como género, reflexionemos y busquemos cambiarlas. Todavía soportamos muchas agresiones sin darnos cuenta de que estamos siendo agredidas. La mujer es un tema que me apasiona.
-Más allá de la mujer, ¿no ha sentido la tentación de tocar temas sociales, políticos o religiosos?
-Para mí la mujer es un tema político. Hablar de la mujer, intentar retratarla, es también retratarnos como sociedad. A través de la mujer, incluso cuando lo haces contando una historia de amor, puedes hablar de temas muy graves como el embarazo precoz, la paternidad irresponsable, la violencia de género, retratar la sociedad que permite que estas cosas ocurran, que permite que la mujer siga estando en situación de vulnerabilidad, que hace poco o nada porque esto cambie a nivel legal. Eso es lo que yo hago, lo que he hecho siempre, detrás de mis historias de amor, detrás de mi sentido del humor, hay una denuncia que es política. Cada autor elige dónde pone el foco y yo lo pongo en la mujer.
-Vuelve a trabajar con Mimí Lazo. Una colaboración de muchos años. ¿Cómo se complementan la actriz y la autora?, ¿Qué las une y qué las distancia?
-Mimí y yo nos entendemos muy bien tanto en la amistad como en el trabajo. Yo la admiro muchísimo como actriz y como productora. Es una actriz extraordinaria porque te puede llevar de la risa al llanto, es bellísima e increíblemente sensual y al mismo tiempo logra darte lástima. Tiene todos los registros que un escritor anhela en una actriz y, además, entiende perfectamente mis textos. Y es generadora de proyectos, sueña y hace realidad sus sueños de manera inagotable. Tener a Mimí al lado impide que te apoltrones, porque siempre te va a exigir que hagas algo. Nos une esa necesidad de crear, de cumplir sueños, de poner siempre el dedo en la llaga. ¿Qué nos distancia? Pues ahora vivimos muy lejos la una de la otra, de resto nada… aunque quizá yo ahorita soy menos cómica en lo que escribo. Emigrar a España me ha cambiado mucho.
-Desde 2017 vive en Madrid. Sin embargo, el tema de la migración lo ha abordado en su libro Los distintos. ¿Por qué no lo ha llevado al teatro?
-Efectivamente, el tema de la migración lo toco en mi libro Los distintos, pero también en la película Desconocidas y en casi todo lo que he escrito últimamente. Yo sigo hablando de la mujer, como siempre, solo que ahora le agregué una maleta. Mi tesis en el máster que hice aquí en Madrid es sobre mujeres cuyas vidas han sido atravesadas por la migración. No sabes cuánto he escrito sobre eso, solo que todavía no he logrado que esos escritos sean editados o subidos a un escenario, salvo en mi libro Los distintos que ya va por su segunda edición en español y se editó en inglés bajo el título Different, y la película Desconocidas, que no es poco.
-¿Qué le han enseñado tus obras acerca de lo femenino?
-Que las mujeres somos tan maravillosas como contradictorias. Que la mujer es apasionante como tema, que nos falta mucho camino por recorrer para lograr la igualdad, que hay que seguir poniendo el dedo en muchas llagas para que no solo los hombres, sino nosotras mismas, nos demos cuenta de las injusticias que vivimos como género, reflexionemos y busquemos cambiarlas. Todavía soportamos muchas agresiones sin darnos cuenta de que estamos siendo agredidas. La mujer es un tema que me apasiona.
-Más allá de la mujer, ¿no ha sentido la tentación de tocar temas sociales, políticos o religiosos?
-Para mí la mujer es un tema político. Hablar de la mujer, intentar retratarla, es también retratarnos como sociedad. A través de la mujer, incluso cuando lo haces contando una historia de amor, puedes hablar de temas muy graves como el embarazo precoz, la paternidad irresponsable, la violencia de género, retratar la sociedad que permite que estas cosas ocurran, que permite que la mujer siga estando en situación de vulnerabilidad, que hace poco o nada porque esto cambie a nivel legal. Eso es lo que yo hago, lo que he hecho siempre, detrás de mis historias de amor, detrás de mi sentido del humor, hay una denuncia que es política. Cada autor elige dónde pone el foco y yo lo pongo en la mujer.
-Vuelve a trabajar con Mimí Lazo. Una colaboración de muchos años. ¿Cómo se complementan la actriz y la autora?, ¿Qué las une y qué las distancia?
-Mimí y yo nos entendemos muy bien tanto en la amistad como en el trabajo. Yo la admiro muchísimo como actriz y como productora. Es una actriz extraordinaria porque te puede llevar de la risa al llanto, es bellísima e increíblemente sensual y al mismo tiempo logra darte lástima. Tiene todos los registros que un escritor anhela en una actriz y, además, entiende perfectamente mis textos. Y es generadora de proyectos, sueña y hace realidad sus sueños de manera inagotable. Tener a Mimí al lado impide que te apoltrones, porque siempre te va a exigir que hagas algo. Nos une esa necesidad de crear, de cumplir sueños, de poner siempre el dedo en la llaga. ¿Qué nos distancia? Pues ahora vivimos muy lejos la una de la otra, de resto nada… aunque quizá yo ahorita soy menos cómica en lo que escribo. Emigrar a España me ha cambiado mucho.
-Desde 2017 vive en Madrid. Sin embargo, el tema de la migración lo ha abordado en su libro Los distintos. ¿Por qué no lo ha llevado al teatro?
-Efectivamente, el tema de la migración lo toco en mi libro Los distintos, pero también en la película Desconocidas y en casi todo lo que he escrito últimamente. Yo sigo hablando de la mujer, como siempre, solo que ahora le agregué una maleta. Mi tesis en el máster que hice aquí en Madrid es sobre mujeres cuyas vidas han sido atravesadas por la migración. No sabes cuánto he escrito sobre eso, solo que todavía no he logrado que esos escritos sean editados o subidos a un escenario, salvo en mi libro Los distintos que ya va por su segunda edición en español y se editó en inglés bajo el título Different, y la película Desconocidas, que no es poco.

El libro de Montañés, Los distintos, va por su segunda edición y fue traducido al inglés con el título Different (CORTESÍA MÓNICA MONTAÑÉS)
-¿Qué ha sido lo más difícil de ser migrante? ¿De qué vive Mónica Montañés?
-Lo más difícil de ser migrante, en mi caso, ha sido dejar de ser yo. Esa yo que era en Venezuela. A mí me encantaba mi vida, supongo que a quien no le gustaba su vida le cuesta menos dejarla. Me gustaba mucho mi trabajo como autora de televisión, como dramaturga, como escritora de libros, ser reconocida, que era el fruto de muchos años de trabajo. Y pasé a ser una desconocida aquí en España y a los 50 años. Toca volver a intentar relacionarte, calarte cosas que ya hace años no te tenías que calar como que te expliquen cómo se hace el trabajo que llevas años haciendo. Es duro, pero yo me lo he tomado como una gran oportunidad para aprender cosas, para atreverme a hacer cosas que siendo la famosa Mónica Montañés no me habría atrevido a hacer. Y poco a poco he vuelto a ser yo, una versión distinta de mí. He vuelto a trabajar en lo que trabajaba. Pasé dos años y medio escribiendo para Telemundo, en un proyecto que no llegó a cuajar porque hicieron muchos cambios en la gerencia. Y ahora, desde enero, estoy trabajando aquí en España para una productora, Secuoya, en una serie, como escaletista. Aquí se trabaja de manera muy distinta que allá. Formo parte de un equipo de escritores maravillosos que inventan los argumentos de una historia en conjunto y luego esas escaletas las escribe un solo dialoguista. Al revés que en Venezuela donde yo era la autora, inventaba sola y luego tenía un equipo de dialoguistas. Estoy aprendiendo, a mis 57 años. Hacer cosas nuevas a mi edad me encanta. Emigrar es el ejercicio de humildad más grande. Si no lo asumes y lo abrazas, se sufre mucho. Yo lo abrazo con fuerza y lo disfruto.
-¿Cómo ve la diáspora venezolana en España?, ¿Se identifica con ella?
-La diáspora venezolana en España es inmensa. A cada rato te topas con un venezolano haciendo de todo aquí, desde los chamos que están repartiendo comida hasta los emprendedores que llevan adelante negocios maravillosos. Tengo grandes amigos venezolanos aquí, amigos que ya conocía allá y otros que nos hemos hecho grandes amigos aquí. Hay de todo: desde los que mueren de nostalgia y extrañan hasta al “diablito”, hasta los que se han adaptado y disfrutan estar aquí, aunque sientan una enorme nostalgia por Venezuela.
“Yo soy de las que cree que te tienes que enamorar del lugar donde vives, sea cual sea -continúa-. Si no te enamoras sufres mucho. Yo estoy perdidamente enamorada de Madrid sin haber dejado de amar profundamente a Venezuela. Extraño muchas cosas, como nuestro clima, que es el mejor del mundo, pero también disfruto el clima de aquí. Al principio me moría de frío en invierno hasta que me dije: ‘¡Chama, aprende a disfrutar del frío porque si algo tiene el invierno es que cada año regresa!’ (risas). Y ahora cuando llega el frío me digo: ‘¡Qué divino!’, sabiendo que el verano está en camino”.
-¿Ha pensado volver a Venezuela?, ¿qué temores abriga con respecto al país?
-Claro, uno piensa todo el rato en volver. Sueñas con eso. Es más, todavía todos mis sueños, cuando duermo, ocurren en Caracas. Tienen a Caracas como escenografía. Creo que en mi subconsciente todavía estoy allá. Pero no son solo sueños, también tengo pesadillas. Yo me fui por miedo, por la inseguridad, ya habíamos pasado por un secuestro, varios amigos muy queridos fueron asesinados en atracos. Me dicen que eso ha cambiado mucho, que esas cosas ahora no pasan. Eso me alegra muchísimo, claro. Pero también sé que sigue habiendo unas diferencias abismales entre los que tienen mucho dinero y los que viven de sueldos extremadamente precarios, y me resulta muy difícil entender cómo es que eso no genera inseguridad, por nombrarte solo una de las preguntas que me hago. También está que aquí tengo trabajo y allá no lo tendría. Ahora está la gente maravillosa que hizo Dramáticas, yo les escribí un guion para un proyecto genial que tienen que se llama Empezar de nuevo. Eso me parece buenísimo y da esperanzas.
-¿Qué proyectos ocupan su tiempo en este momento?
-Pues ahora mi tiempo está ocupado en mi trabajo como “escaletista” de esa serie que te conté, a nivel laboral, pero también tengo muchos proyectos personales como escritora: otro libro para niños que estoy trabajando con una artista venezolana estupenda que conocí aquí. Sería un libro artesanal, y eso me encanta. Y también estamos formando un grupo para montar una pieza mía nueva aquí, y escribo y escribo en la búsqueda de una editorial que, si no consigo, tengo el sueño con otras amigas españolas de crear una editorial para escritoras sin editorial (risas). Y mi emoción enorme por saber cómo le irá a Esperanza en su sexta boda. Confío plenamente en Mimí como actriz y productora y en Luis Fernández como director. Mi texto está en las mejores manos, pero el miedo que uno siente como escritor por la posibilidad de que lo que has escrito no guste no se quita nunca. El día que se me quite ese miedo, dejaré de escribir.
@juanchi62
-¿Qué ha sido lo más difícil de ser migrante? ¿De qué vive Mónica Montañés?
-Lo más difícil de ser migrante, en mi caso, ha sido dejar de ser yo. Esa yo que era en Venezuela. A mí me encantaba mi vida, supongo que a quien no le gustaba su vida le cuesta menos dejarla. Me gustaba mucho mi trabajo como autora de televisión, como dramaturga, como escritora de libros, ser reconocida, que era el fruto de muchos años de trabajo. Y pasé a ser una desconocida aquí en España y a los 50 años. Toca volver a intentar relacionarte, calarte cosas que ya hace años no te tenías que calar como que te expliquen cómo se hace el trabajo que llevas años haciendo. Es duro, pero yo me lo he tomado como una gran oportunidad para aprender cosas, para atreverme a hacer cosas que siendo la famosa Mónica Montañés no me habría atrevido a hacer. Y poco a poco he vuelto a ser yo, una versión distinta de mí. He vuelto a trabajar en lo que trabajaba. Pasé dos años y medio escribiendo para Telemundo, en un proyecto que no llegó a cuajar porque hicieron muchos cambios en la gerencia. Y ahora, desde enero, estoy trabajando aquí en España para una productora, Secuoya, en una serie, como escaletista. Aquí se trabaja de manera muy distinta que allá. Formo parte de un equipo de escritores maravillosos que inventan los argumentos de una historia en conjunto y luego esas escaletas las escribe un solo dialoguista. Al revés que en Venezuela donde yo era la autora, inventaba sola y luego tenía un equipo de dialoguistas. Estoy aprendiendo, a mis 57 años. Hacer cosas nuevas a mi edad me encanta. Emigrar es el ejercicio de humildad más grande. Si no lo asumes y lo abrazas, se sufre mucho. Yo lo abrazo con fuerza y lo disfruto.
-¿Cómo ve la diáspora venezolana en España?, ¿Se identifica con ella?
-La diáspora venezolana en España es inmensa. A cada rato te topas con un venezolano haciendo de todo aquí, desde los chamos que están repartiendo comida hasta los emprendedores que llevan adelante negocios maravillosos. Tengo grandes amigos venezolanos aquí, amigos que ya conocía allá y otros que nos hemos hecho grandes amigos aquí. Hay de todo: desde los que mueren de nostalgia y extrañan hasta al “diablito”, hasta los que se han adaptado y disfrutan estar aquí, aunque sientan una enorme nostalgia por Venezuela.
“Yo soy de las que cree que te tienes que enamorar del lugar donde vives, sea cual sea -continúa-. Si no te enamoras sufres mucho. Yo estoy perdidamente enamorada de Madrid sin haber dejado de amar profundamente a Venezuela. Extraño muchas cosas, como nuestro clima, que es el mejor del mundo, pero también disfruto el clima de aquí. Al principio me moría de frío en invierno hasta que me dije: ‘¡Chama, aprende a disfrutar del frío porque si algo tiene el invierno es que cada año regresa!’ (risas). Y ahora cuando llega el frío me digo: ‘¡Qué divino!’, sabiendo que el verano está en camino”.
-¿Ha pensado volver a Venezuela?, ¿qué temores abriga con respecto al país?
-Claro, uno piensa todo el rato en volver. Sueñas con eso. Es más, todavía todos mis sueños, cuando duermo, ocurren en Caracas. Tienen a Caracas como escenografía. Creo que en mi subconsciente todavía estoy allá. Pero no son solo sueños, también tengo pesadillas. Yo me fui por miedo, por la inseguridad, ya habíamos pasado por un secuestro, varios amigos muy queridos fueron asesinados en atracos. Me dicen que eso ha cambiado mucho, que esas cosas ahora no pasan. Eso me alegra muchísimo, claro. Pero también sé que sigue habiendo unas diferencias abismales entre los que tienen mucho dinero y los que viven de sueldos extremadamente precarios, y me resulta muy difícil entender cómo es que eso no genera inseguridad, por nombrarte solo una de las preguntas que me hago. También está que aquí tengo trabajo y allá no lo tendría. Ahora está la gente maravillosa que hizo Dramáticas, yo les escribí un guion para un proyecto genial que tienen que se llama Empezar de nuevo. Eso me parece buenísimo y da esperanzas.
-¿Qué proyectos ocupan su tiempo en este momento?
-Pues ahora mi tiempo está ocupado en mi trabajo como “escaletista” de esa serie que te conté, a nivel laboral, pero también tengo muchos proyectos personales como escritora: otro libro para niños que estoy trabajando con una artista venezolana estupenda que conocí aquí. Sería un libro artesanal, y eso me encanta. Y también estamos formando un grupo para montar una pieza mía nueva aquí, y escribo y escribo en la búsqueda de una editorial que, si no consigo, tengo el sueño con otras amigas españolas de crear una editorial para escritoras sin editorial (risas). Y mi emoción enorme por saber cómo le irá a Esperanza en su sexta boda. Confío plenamente en Mimí como actriz y productora y en Luis Fernández como director. Mi texto está en las mejores manos, pero el miedo que uno siente como escritor por la posibilidad de que lo que has escrito no guste no se quita nunca. El día que se me quite ese miedo, dejaré de escribir.
@juanchi62
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