Cristina Gallego: “Es el momento de contar nuestras historias”
La cineasta colombiana codirigió con Ciro Guerra “Pájaros de verano”, filme que se estrenó en la Quincena de Realizadores en Cannes y que actualmente es proyectada en las salas de cine en Colombia
Cristina Gallego es una cineasta, productora y guionista colombiana, que desde hace casi una década junto a Ciro Guerra, se ha preocupado por cambiar la cinematografía de su país contando otras historias, visibilizando a los que nunca han tenido voz. La dupla Gallego-Guerra inicia con La sombra del caminante y logra su máximo esplendor con la multipremiada y candidata al Óscar en la categoría de Mejor Película de Habla No Inglesa, El abrazo de la serpiente.
Ahora con Pájaros de verano, Gallego se atreve a presentarse como directora, reto que asume con mucho placer aunque confiesa que algunos medios de su tierra tratan de invisibilizar su nuevo rol.
La realizadora considera que Pájaros de verano está en sintonía con los nuevos tiempos de la era Me Too, no solo porque el mayor peso de la trama está en los personajes femeninos, también porque en la más reciente edición de la Quincena de Realizadores en Cannes fue una de las cinco mujeres que participó.
Pájaros de Verano se rodó durante febrero-mayo del año pasado y es una coproducción entre Colombia, México, Francia y Dinamarca. La cinta, protagonizada por Natalia Reyes, Carmiña Martínez, José Acosta, José Vicente Cotes y John Narváez, se desarrolla en la época de la llamada "bonanza marimbera" cuando el lucrativo negocio de la venta de marihuana a Estados Unidos, fue un presagio de lo que marcaría a Colombia por décadas.
En La Guajira, una familia Wayúu vivirá en carne propia las consecuencias del choque entre la ambición y el honor. Su cultura, sus tradiciones y sus vidas serán amenazadas por una guerra entre hermanos cuyas consecuencias las sentirá el mundo entero: "Es una película que revisa nuestra historia más dolorosa, la del narcotráfico, desde sus orígenes en la bonanza marimbera. Visión que para nosotros era importante desde una perspectiva, íntima y personal, siendo la familia el eje central de la narración y esta familia encabezada por una mujer retadora, poderosa e intuitiva", dijo la realizadora en la Quincena de Realizadores de Cannes.
Este filme, que busca ser la candidata por Colombia en la próxima edición de los premios Óscar, no solo resalta el poder femenino, también busca rescatar el valor de la palabra, en el caso de la cultura Wayúu representada por la emblemática figura del palabrero.
-Guionista, productora, ahora asume la dirección.
-Después de trabajar mucho tiempo como productora, descubrí que también tenía cosas por decir, cosas que me generaban preguntas, y sencillamente esa era la verdadera razón por la que desde pequeña quería hacer cine, pero no había encontrado mi voz ni el momento. Para mí ha sido una búsqueda y un descubrimiento personal.
-Su trabajo en el campo cinematográfico se ha caracterizado por tocar temáticas que afectan a una minoría y bajo la estética del cine arte, ¿por qué seguir apostando por esta línea que quizás no sea tan comercial y atractiva para generar altos ingresos taquilla? Y en estos tiempos de Me Too, ¿qué aportan las mujeres a la industria cinematográfica?
-Creo que el mundo está cambiando, las audiencias están cambiando. Yo como espectadora, siento quiero ver otras cosas, otras narrativas. Es el momento de contar nuestras historias, ya sea como pueblos colonizados o desde la mirada de las minorías. Ahora, en el caso de las mujeres somos consideradas una minoría y no lo somos, al contrario somos una gran audiencia determinante en la compra y en la decisión de ir al cine, no somos un nicho menor. Recuerdo cuando Cate Blanchett ganó el Óscar por Blue Jasmine dijo que las mujeres no somos un mercado mínimo, que las historias de mujeres y protagonizadas por mujeres sí tienen un mercado. Cuando hicimos El abrazo de la serpiente mi intención fue buscar dentro de mi lado femenino cómo crear un personaje masculino como Karamacate. Era un personaje muy intuitivo pero que había sido anulado, humillado, silenciado. La dirección de las mujeres no solo tiene que ver con crear personajes femeninos, es otra mirada: qué pensamos, qué creemos, qué ángulos encontramos en las personas.
-¿Cómo ha sido esta nueva experiencia de codirigir Pájaros de verano con Ciro Guerra?
-Fue una relación súper natural, es un proceso creativo que ha sido más fuerte con el paso de los proyectos. Pájaros de verano fue la confirmación de ponerle la firma a un trabajo que venía haciendo y de entrar con mayor seguridad a plantear posiciones. Mi relación con Ciro siempre ha sido de creación entre los dos. Ciro es más claro en la parte visual, yo trabajo más en el desarrollo y el espíritu del guion y el montaje. Siempre hemos trabajado respetando nuestros puntos. El cine que hacemos es sobre las distintas visiones que se encuentran o se desencuentran.
-En esta oportunidad no hay coproducción con Venezuela, pero sí participaron varios venezolanos en el filme.
-Participó Leiqui Uriana. Tenemos una relación muy linda con la script Angelina Varilla, quien trabajó con nosotros en la anterior película. El sonido lo hicimos con Marcos Salavarría. Le tenemos un gran cariño a Venezuela. Ojalá las cosas estuvieran mejor porque tienen excelentes profesionales.
-Pájaros de verano fue un proyecto que les llevó mucho tiempo.
-Hace diez años estamos trabajando en el proyecto, era una película que no estábamos preparados para hacerla hasta ahora. La entrada al universo wayúu fue de la mano de ellos, siempre hemos tenido una política de que no nos interesa llegar a imponer. Esta película es una forma audiovisual de una historia que ellos nos contaron y para hacerla 30% del equipo del rodaje era wayúu. Siempre estuvimos abiertos de hacer las correcciones necesarias para respetar su cultura, sus tradiciones, sabiendo que todo el tema de la dignidad, del honor y de las ofrendas es algo muy importante para ellos. Claramente lo que no queríamos era ofender, fue una película realizada con mucho tacto y respeto a la comunidad.
-¿Hasta qué punto fue la presión después del éxito alcanzado con El abrazo de la serpiente?
-Genera una presión muy grande, pero nosotros nos concentramos en la película que queríamos hacer. Cada película tiene sus propios códigos, reglas y necesidades. Claro que en términos de conseguir presupuesto y apoyo fue más sencillo.
-En este filme nuevamente trabaja con actores profesionales y no actores.
-Es interesante el proceso. Los actores profesionales aprendieron su lenguaje, cultural, tradiciones; los no profesionales aprendieron las cosas más técnicas como por ejemplo moverse en el set. A mí lo que más me preocupa es todo el asunto de prensa y ruido que se genera alrededor de los no actores, porque finalmente ellos son personas de sus comunidades.
-¿Qué le dejó la cultura Wayúu?
-Lo más bonito de ellos es el valor y el respeto que le dan a la palabra. La figura más importante para ellos es el palabrero. La palabra es algo que se ha perdido en el mundo occidental, particularmente en Colombia; sin embargo, en la sociedad wayúu, a lo largo de su historia, a través de la palabra han logrado conservar la paz y la estabilidad.
-¿Y qué busca dejar en el espectador?
-Reflexiones en muchos niveles. Sobre el origen del narcotráfico en nuestro país, la satanización de nosotros como una sociedad de narcotraficantes. También sobre la representatividad del género. En esta película tenemos fuertes personajes femeninos relacionados con los sueños, con la intuición, con la batalla entre lo real y lo intuitivo. Es un filme que tiene tantos temas como espectadores.
-Y finalmente, ¿cómo es la ventana por donde mira la cineasta colombiana Cristina Gallego?
-Miro desde las preguntas y la curiosidad.
@DulceMRamosR
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