Un feliz homenaje a Antonio Carlos Jobim fue el que ofreció el pianista, productor y director Pedrito López el pasado domingo 3 de febrero, en el Centro Cultural de Arte Moderno. Para ello apeló a una banda integrada por músicos y cantantes de primer nivel y a comentarios, del propio Pedrito, que engancharon a la audiencia por su estilo coloquial, desenfadado y en ocasiones risueñamente chismográfico, pero no por ello carentes de peso específico y erudita consistencia en torno a la vida y obra del eminente compositor. Para decirlo ya de entrada, este espectáculo no tuvo ningún desperdicio y consiguió la inmediata empatía de la concurrencia que llenó el recinto. El repertorio incluyó 16 de las canciones más difundidas de quien fue uno de los creadores fundamentales de la bossa nova, compositor de temas tan celebrados como Samba de una sola nota, Corcovado, Aguas de Marzo, Desafinado, Dindi y la mítica Garota de Ipanema.

Pedrito fue un excelente maestro de ceremonia. Comunicó fluidamente las observaciones, puntos de vista y datos relevantes o indispensables que suministraba al término de cada canción. Supo evadir el tono escolástico que muchos suelen utilizar generalmente en estos menesteres, tornándolos francamente aburridos. En este caso el efecto fue exactamente a la inversa. Además de la buena música que estelarizó la jornada, el público recibió información útil como que Chega de Saudade, de Jobim y Vinicius de Moraes (1958), fue el primer tema en bossa nova que se grabó. Que las raíces musicales de Jobim provienen de la música clásica. Que la bossa nova alcanzó rango mundial cuando Frank Sinatra, cautivado por su sonoridad y su riqueza temática, contacta a Jobim para que le produjera un elepé en Los Ángeles, que consiguió millonarias cifras de ventas. Y que en Venezuela entre los artistas que cantaron en este rimo figuran Mireya Delgado y las hermanas Rosa Virginia y María Teresa Chacín, que convirtieron en éxito radial y en un emblema del repertorio de ambas Bossa Nova en preludio (Vinicius de Moraes y Baden Powell). También, y a manera de “chisme farandulero” recibido con risas en la sala, que el saxofonista estadounidense Stan Getz, entusiasta de la bossa nova, no solamente participó en un disco del brasilero Joao Gilberto, pionero del género, sino que además le “levantó” a la esposa, la cantante Astrud Gilberto.