Toda moneda tiene dos caras. Y precisamente, de eso va Priscilla, largometraje dirigido por Sofía Coppola (Lost in Translation y Marie Antoinette), quien ofrece su relato de lo que fue la vida de Priscilla Beaulieu al lado de Elvis Presley, una vez que se enamoró de “El rey del rock”, cuando apenas tenía 14 años.

Cientos de películas y series de televisión se han concentrado durante más de cuatro décadas en retratar la trayectoria artística del muchacho de impactante estampa y voz de Misisipi, con sus éxitos y fracasos, siendo víctima de su apoderado Tom Parker, y sin obviar su abuso de fármacos, pero pocas han sido las producciones que, hasta ahora, se detuvieron en cómo la pasó la madre de su única hija, Lisa Marie, a su lado. Coppola, inspirada en el libro de 1985, Elvis and Me, firmado por la propia Priscilla, quien, en definitiva escribe y dirige la versión cinematográfica de la mujer detrás de la sombra del ídolo.

De esta manera, la realizadora invita al espectador a ver cómo fue trastocado el mundo de la estudiante de bachillerato cuando Presley puso sus ojos sobre ella en una fiesta en Alemania, una niña que solo usaba colas de caballo, indumentaria conservadora y que no se separaba de sus padres para terminarla convirtiendo en una mujer trofeo, exuberante, sin metas propias, sumisa y prácticamente encarcelada en una jaula de oro.