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Les Quintero: “'Tu muerte es mi vida' se aparta de los cánones de la literatura negra convencional”

En su tercera entrega novelística, la narradora, docente y editora debuta en el género policial con un bien estructurado relato inspirado en hechos reales

  • MARITZA JIMÉNEZ

03/09/2023 01:00 am

Con Tu muerte es mi vida, un bien construido relato que da inicio a la serie del detective Victorino Valerio, la escritora, docente y editora Les Quintero debuta con buen pie en la novela negra venezolana, un género que, hasta entrado el siglo, había sido casi del dominio masculino en el mundo.

En Venezuela, donde, señalan estudiosos como Argenis Monroy, se vive un renacimiento desde los años 80, destacadas voces femeninas se han atrevido a incursionar en los últimos años en este mundo de la narrativa del crimen, dejando su impronta en esa mirada crítica a la sociedad que se supone característica del género.

Tu muerte es mi vida, afortunado título tomado de la célebre frase latina Mors tua vita mea, transcurre en una Caracas sitiada por la pandemia, donde un inescrupuloso ginecólogo es el principal sospechoso de una serie de crímenes que el carismático detective Valerio debe resolver.

Esta obra, dice la autora, “se inscribe en el neopolicial, por cuanto es una novela urbana que se aparta de los prototipos convencionales de la narrativa policiaca. En el contexto de una sociedad fracturada por la violencia, el aspecto ideológico de un país en crisis aparece como el telón de fondo por donde se desplaza Victorino Valerio, un detective que tiene sus propios métodos de investigación. La trama contiene una buena dosis de acción, intrigas, romance, misterios y muertos. Está concebida para ser leída por un público amplio”.

Nacida en Los Teques, estado Miranda, en 1966, Quintero ha publicado cuentos, reseñas y ensayos. Su primera novela, Bitácoras ignotas (Memorias de Altagracia, 2011), para algunos fue la mejor de la década. Posteriormente aparece como coautora con Sebastián Beringheli en la novela gótica Los huesos de la luna (2013). Igualmente ha fungido como antóloga con Graciela Bonnet en dos enjundiosos volúmenes dedicados a recoger las voces femeninas de nuestra literatura. Desde 2012 está al frente de su editorial, Lector Cómplice.

-¿Qué la lleva a asumir este camino?
-El género policial gusta mucho; desde que Edgar Allan Poe lo inauguró ha ido cosechando lectores en todo el mundo. Jorge Luis Borges sostenía que Poe no solo inventó el género, sino también a los lectores de la narrativa policial. Argenis Monroy, por su parte, en el prólogo de Relatos de la Orilla negra, sostiene que "el generó negro ha cobrado fuerza y vitalidad dentro de la narrativa venezolana. Su desarrollo editorial está vinculado al incremento de la violencia urbana, social y política en nuestro país". Yo me atrevo a decir que, además del aspecto sociocultural, también influye el gusto literario por la visión noir. Ese es mi caso, siempre me ha fascinado la novela negra, quizá por su característica azarosa, transgresora, por la irrupción de lo insólito que quiebra el orden establecido, a ese encanto se debe mi incursión en este registro estético.

"En España la novela negra goza de un mercado extraordinario y buen prestigio, de hecho, el Premio Planeta en el año 2021 se lo llevó Carmen Mola (seudónimo de tres escritores). Francia, Italia y Estados Unidos, entre otros países, mantienen una producción narrativa del género policial que da envidia. Los nórdicos poseen una tradición en novela negra incuestionable. Acá en Venezuela tenemos varias voces excelentes que vienen trabajando el género desde hace años, Valentina Saa Carbonell, Inés Muñoz Aguirre, Eloi Yagüe, Sonia Chocrón, Israel Centeno, Juan Carlos Méndez Guédez, José Pulido, Marcos Tarre Briceño y Juan Carlos Chirinos, entre otros que ahora no recuerdo. Me parece importante destacar el trabajo de investigación que viene haciendo Argenis Monroy, no sé si el único estudioso de novela negra que tenemos en Venezuela, pero no recuerdo a ningún otro", agrega.

-¿Cuál fue el origen de esta novela?
-El germen de la trama salió de una noticia, en un diario argentino, que leí de pasada, a principios del 2021. Para ese momento tenía siete años sin escribir narrativa. Desde que publiqué Los huesos de la luna había quedado detenida en un estancamiento literario; sin embargo, durante ese tiempo hice reseñas para libros, prólogos y otros escritos de no ficción. También realicé algunos trabajos como escritora fantasma, eso sí podía hacerlos, porque los textos no tenían nada que ver conmigo, no eran mis creaciones. En cambio, con mis historias me siento conectada, porque ellas se incuban en mis imaginarios y luego emergen como una extensión ficcional de esos mundos que logro atisbar a través de la narrativa que voy escribiendo.

“Incluso -prosigue- logré armar dos antologías en plena pandemia: Pasajeras y Hacedoras, proyectos que llevé a cabo con la escritora y editora Graciela Bonnet. En esos días leía mucho y de forma dispersa, fue así como di con una noticia sobre un ginecólogo en Argentina que sedaba a sus pacientes para abusar de ellas. Todas eran chicas jóvenes que se encontraban abatidas por los abusos del doctor. Entonces me pregunté, qué tal si fueran mujeres maduras con toda la experiencia para afrontar una violación de ese tipo. De allí en adelante la idea fue tomando cuerpo, el argumento empezó a formarse y, en pocos meses, ya tenía el guion bosquejado. Luego comencé a escribir y el trabajo fue fluyendo. Después vino la fase de corrección y desapareció el capítulo uno, el original, eso me obligó a rescribir parte de otros capítulos, además de pulir detalles”.

-¿Cuáles son los aspectos que provienen de la realidad?
-El pasado de Victorino Valerio es tomado de una historia absolutamente real, ocurrida aquí, en Venezuela, hace alrededor de cuarenta años. Por supuesto, hice varios cambios para proteger la identidad de sus protagonistas auténticos. La historia del ginecólogo, que mencioné antes, también es cierta. Los otros aspectos son las emociones y sentimientos destructivos, como las obsesiones, la traición, la violencia, en otras palabras, el mal. El abuso, por parte de personalidades que se hallan en posiciones de poder, es común, aunque pocas veces lo denuncien. Estoy segura de que existen millones de testimonios de mujeres jóvenes y maduras que, por vergüenza o por miedo, no revelan esos atropellos.


"Los personajes son entidades con voluntad para moverse en sus imaginarios", afirma la autora (WILMER CASTAÑEDA)

-Sin duda un gran argumento, escrito con una voz neutra, nada que ver con una voz “femenina”. ¿Cómo fue su escritura, cuáles fueron sus dificultades, y cómo hizo para mantener el hilo narrativo y la coherencia de las acciones y personajes a lo largo del relato?
-Los personajes son entidades con voluntad para moverse en sus imaginarios. Cuando escribo tengo que escucharlos, y lo imagino hasta que toma forma. Jamás le impongo un diálogo, si no logro oírlo hablando con su propia voz, rehago el diálogo o lo desecho. Por ejemplo, en un pasaje intenté que Victorino Valerio dijera: "en el Bittor Grill a la una y tú pagas", pero esa afirmación no salió porque el personaje nunca diría eso. Victorino es un tipo generoso, y más aún con Álvaro Arbeláez, que es un hermano que la vida le dio.

Y continúa: “La construcción de un personaje requiere de una conexión con esa instancia. Como editora he leído muchos borradores donde no hay personajes sino figuras planas, de inmediato se nota que quien habla es el autor o autora, y eso me quita las ganas de leer en el acto. He visto ese tipo de fallas hasta en autores consolidados, donde la secretaria habla igual que el médico que, a su vez, habla igual al albañil y al policía, es decir, no hay dimensión, el personaje es un títere y el narrador el ventrílocuo.

“Para mí, el lenguaje de cada personaje refleja su idiosincrasia y lo apuntala en un determinado contexto. El doctor Emilio es psiquiatra y debe expresarse como tal, Felipe Dum es un comisario de la policía, su forma de hablar está muy lejos del lenguaje que utiliza Emilio Dalton, Victorino era un militar, Álvaro es periodista, cada uno tiene un modelo social determinado. Si el personaje es masculino debe hablar como hombre, y si es femenino debe hacerlo como mujer.

“La dificultad estriba en darle libertad al personaje para que entre en su rol, es como un actor cuando encarna a un personaje. La dinámica de la representación es la misma, pero se da a la inversa. El trabajo de creación consiste en darles individualidad y autonomía para que puedan funcionar dentro de un escenario particular. Cada personaje se desarrolla en un plano único, tiene sus fobias, sus intereses, sus sentimientos y sus gustos. Padece dolores en el sentido literal o metafóricamente, y eso los va constituyendo y les da voz propia. Quiero que los lectores puedan imaginar a Victorino Valerio, al doctor Saúl Ríos, a Isabel, a las gemelas Hilberg, a pesar de su ausencia.

“Crear personajes con dimensión y voz propia es una tarea delicada que exige escucharlos. Esa labor requiere conocimiento y cierta sensibilidad, que es dada por la vocación, para adentrarse en el mundo de esos "entes de papel", como los bautizó Carmen Bustillos. El reto de mantener la coherencia y la cohesión en un thriller aumenta la dificultad, porque es fácil que se cuelen elementos inverosímiles, acciones truculentas y otros efectos ilógicos que arruinan cualquier narración. Mientras más fantástico es un argumento, más verosimilitud debe contener. Sabemos que la realidad supera la ficción, por eso es preciso demostrar, en esa realidad ficcional, que las acciones relatadas son totalmente ciertas”.

 
Les Quintero: "Todo autor debe investigar los temas que desconoce para poder integrarlos a su narrativa de forma eficaz" (WILMER CASTAÑEDA)

-Entiendo que tuvo mucha asesoría en la preparación de los diferentes ambientes y situaciones.
-Todo autor debe investigar los temas que desconoce para poder integrarlos a su narrativa de forma eficaz, aunque no toda la información que se recaba es útil. Suele ocurrir que, de una conversación de tres o cuatro horas, solo se extrae una frase para contextualizar, o para darle alguna característica a determinado personaje. En mi caso, busco la mayor cantidad de información posible, indago, pregunto, visito lugares que tengan relación con la historia que cuento, y presto atención a todos los detalles, porque en el detalle, muchas veces, hay una imagen determinante para el contexto. Mi investigación se refleja en los agradecimientos, por ejemplo, entrevisté a un forense, porque nunca he presenciado una autopsia (tampoco tengo deseos de hacerlo). Mi cuñado, Pablo González, me asesoró en todo lo concerniente a armas de fuego y el ambiente de las armerías (él tenía una en Venezuela, además fue instructor de tiro y defensa personal de un cuerpo policial estatal). Consulté con expertos en cámaras de vigilancia, y otras especialidades. Por supuesto, también hice preguntas, importantes para esta historia, a una ginecóloga, la doctora María Blanca, que me ayudó a despejar las dudas.

-¿Cómo le ayudó el haber trabajado como guionista en la escritura de su novela?
-En RCTV trabajé como adaptadora de guiones, el conocimiento que obtuve en esa escuela me ha ayudado a reconocer lo superfluo y me ha dado el pulso para eliminarlo. No es fácil deshacerse de algo que nos ha costado construir, en este caso, de escribir. La escritura no es una actividad sencilla, por eso podemos caer en sentimentalismos cuando toca eliminar escenas que son innecesarias, o diálogos que no aportan nada al argumento, incluso, a veces hay que suprimir personajes porque no funcionan. En estos casos hay que anteponer el criterio estético. Es el método que utilizo para construir escenarios verosímiles, voces potentes y personajes autónomos.

-¿Cómo nace la editorial Lector Cómplice y cuánto tiempo tiene trabajando allí?
-Tenía la idea de crear una organización para dictar talleres, conferencias y otros eventos literarios. Lo conversé con Alberto Andrade y a él le pareció magnífico, realizamos el proyecto y lo bautizamos con una frase de Julio Cortázar, para rendirle tributo al cronopio gigante, quienes me conocen saben que soy su fan. De esa manera surgió la Fundación de Estudios Literarios Lector Cómplice, y la presentamos con un ciclo de charlas inaugurales en Los Teques, el pueblo donde nací y viví hasta el año 2002, que me mudé a Caracas.

“Posteriormente, en el año 2011 inauguramos la editorial con la novela Rosas y duraznos, de Marisol Marrero -agrega la autora-. Desde ese momento quedé al frente de la editorial hasta ahora, y no sé si me jubile. Actualmente contamos con varias líneas editoriales: ensayo, narrativa (cuento, novela, relato, cuento infantil), poesía y semblanza biográfica. Nuestro criterio editorial se fundamenta en un principio esencial: que la obra tenga calidad literaria. Es el requisito indispensable para formar parte del catálogo de Lector Cómplice. De manera, paulatina, pero sin descanso, hemos trabajado para ofrecer obras de calidad, tanto al público como a nuestros autores cómplices”.

-¿Qué piensa de la mujer en la literatura policiaca?
-La literatura policiaca siempre ha sido un instrumento literario para criticar la corrupción, la decadencia moral y los vicios que azotan nuestras sociedades. La mujer ha incursionado en este género desde hace muchos años, y con su mirada ha revitalizado los escenarios que eran solo para hombres. Las mujeres experimentamos lo social desde una perspectiva diferente al enfoque masculino y, por tanto, nuestra valorización es distinta. Estamos leyendo la sociedad desde nuestro horizonte de valores, con todo lo que contiene esa visión cultural, sobre todo en América Latina. Creo que fue Anna K. Green (1846-1935), la primera mujer que incursionó en el género, considerado como un territorio solo para hombres por su temática ruda. Luego fueron apareciendo otras damas en distintos puntos del mundo, mujeres que han abierto caminos para que sigamos ampliando el espectro policial desde una conciencia femenina. Hay muchas autoras que son geniales y han demostrado que la policiaca escrita por manos femeninas no tiene nada que envidiar a nuestros colegas masculinos. No recuerdo dónde leí que la producción de novela negra escrita por mujeres sigue siendo menos, en cantidad, que la producción masculina, pero en ventas, ambas producciones van parejas.

-¿Cómo se relaciona esta nueva novela con las anteriores?
-Aunque mis tres novelas pertenecen a géneros diferentes, todas son profundamente femeninas. En Bitácoras ignotas hallamos tres mujeres que marcan el ritmo de la historia. Los huesos de la luna, de la que soy coautora, está protagonizada por una mujer, y en Tu muerte es mi vida, a pesar de que el detective es un hombre, las mujeres marcan la pauta en la trama. Ellas son víctimas o verdugas, pero son mujeres independientes, mujeres que logran sobreponerse a las tragedias que el guion les impone.
@weykapu




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