Estas líneas se las quiero dedicar a la mujer más valiente que conocí, la que tuvo 4 hijos con amor y dulzura, la que jugaba con todos y nos consentía pero a la hora del regaño no tenía contemplación, la que después de 18 años casada decidió separarse y seguir adelante aún sabiendo que era el gran amor de su vida, amor que tuvo que despedir porque la muerte se lo llevó, pero aun así con el dolor por dentro siguió adelante criándonos, con esa alegría que siempre la caracterizó, eso lo heredé de ella. A todo le sacaba un chiste, a todo le daba la vuelta con humor por más difícil que fuera una situación. A pesar de las adversidades continuó trabajando duro para que nada nos faltara, como hormiguita sin parar, otra característica que veo en mí, no conozco otra forma de ganarme la vida sino trabajando fuerte y honestamente, siempre siendo positiva, como era ella.
La vida le jugo en contra porque se enfermó y esos males le duraron más de 25 años. Primero la artritis dolorosa, deformante de los huesos de sus manos y pies que la dejaron varios años en silla de ruedas. Pensamos que nunca más volvería a caminar pero con voluntad de hierro y con un nuevo tratamiento se levantó y convivió como pudo con esa terrible enfermedad, eso no le quito nunca sus ganas de vivir, luego vino el cáncer que también supero contra todo pronóstico, una señora a esa edad y con artritis era impensable que se curara decían y lo logró, aun en los momentos más duros de la quimioterapia y radioterapia seguía siendo la mujer más dulce que he conocido, seguía teniendo a pesar de sus dolores y malestares una sonrisa para mí y para todos los que la rodearon. Mi madre llego a tomar más de 15 pastillas diarias a medida que pasaban los años otros órganos se veían afectados y otros males aparecían, las maromas que tuve que hacer para que nunca le faltara ni un solo medicamento son innumerables. Los roles se invirtieron, me convertí en la mamá de ella, eso lo descubrí cuando me vi regañándola cuando no quería ir a una cita o no querer seguir un tratamiento. Durante el Cáncer se mudó conmigo, ahí sanamos las dos, ahí todo estuvo en su lugar, cualquier diferencia que hayamos tenido en el pasado quedo saldada y prevaleció mi amor por ella y su amor por mí.
Luego, tuvo que enterrar a uno de sus hijos, un dolor que no esperaba y que le desgarró el alma, ¿cómo un hijo muere primero que una madre? es imposible pero sucede, hay que aprender a vivir con eso, decía. Nuevamente se volvió a levantar y luchó contra la tristeza y la depresión de esa pérdida y con el pesar de ver un país que se desmoronaba rápidamente.
Qué más puedo decir de mi madre quien además de darme la vida me dio lecciones de humildad y humanidad, que toda la fortaleza que puedo tener en situaciones duras se las debo a ella. Gracias por todo, por enseñarme que la felicidad debemos procurárnoslas, gracias por haber estado siempre junto a mí. Te extraño mucho, ya son 8 meses que nos dejaste pero sé que estas en lugar mejor en compañía de Dios porque fuiste y eres un ángel...Te amo Mamá cuanta falta me haces.
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