Oswaldo Vigas, el artista que pintó el alma telúrica de América Latina
Una muestra en EEUU y luego otra en México, revisan la obra de un pintor irreductible, de quien este 2023 se cumplen 100 años de su nacimiento
“Cada día estoy más convencido de que la adquisición más importante en el arte contemporáneo es el habernos abierto el camino hacia el pasado arcaico. Cuando uno se mete en una de esas grutas de la prehistoria, pasarle las manos a las paredes hace revivir esos momentos grabados en la roca. Nos remontamos a miles de años atrás, y eso es presente, no pasado. Cada gesto pictórico es una repetición de un acto arcaico, y eso es anterior al lenguaje hablado. La mano sabe más que la razón”.
Oswaldo Vigas -4 de agosto de 1923 / 22 de abril de 2014- jamás dejó de buscar los orígenes del ser latinoamericano. Siempre indagó en las raíces culturales del continente para hallar la descripción más precisa de una identidad expoliada, truncada, brutalmente intervenida, olvidada, borrada… Su pintura fue, pues, un acto de reivindicación de lo prehispánico. El imaginario -el suyo- de un imaginario desaparecido o, peor, desconocido para la mayoría de los habitantes de América Latina.
Sus figuras pétreas, segmentadas, desarticuladas y recompuestas; sus criaturas totémicas, arcaicas, que él denominó “personagrestes”; sus seres en permanente mutación… todos concebidos por el pintor con trazos feroces, completamente libres, son la confirmación de que lo que movió a Oswaldo Vigas fue traer el pasado a su tiempo. Y no importó la corriente artística a la que se acercara -el constructivismo, la abstracción, la figuración, el primitivismo-, Vigas creó una expresión personal para pintar el alma telúrica de América Latina. “Nunca he sido rigurosamente abstracto ni rigurosamente figurativo lo que siempre he intentado ser es rigurosamente Vigas”, insistía el artista.


Oswaldo Vigas -4 de agosto de 1923 / 22 de abril de 2014- jamás dejó de buscar los orígenes del ser latinoamericano. Siempre indagó en las raíces culturales del continente para hallar la descripción más precisa de una identidad expoliada, truncada, brutalmente intervenida, olvidada, borrada… Su pintura fue, pues, un acto de reivindicación de lo prehispánico. El imaginario -el suyo- de un imaginario desaparecido o, peor, desconocido para la mayoría de los habitantes de América Latina.
Sus figuras pétreas, segmentadas, desarticuladas y recompuestas; sus criaturas totémicas, arcaicas, que él denominó “personagrestes”; sus seres en permanente mutación… todos concebidos por el pintor con trazos feroces, completamente libres, son la confirmación de que lo que movió a Oswaldo Vigas fue traer el pasado a su tiempo. Y no importó la corriente artística a la que se acercara -el constructivismo, la abstracción, la figuración, el primitivismo-, Vigas creó una expresión personal para pintar el alma telúrica de América Latina. “Nunca he sido rigurosamente abstracto ni rigurosamente figurativo lo que siempre he intentado ser es rigurosamente Vigas”, insistía el artista.

Alacrán, 1952 (CORTESÍA FUNDACIÓN OSWALDO VIGAS)
Vigas reconstruido
Para celebrar los cien años del nacimiento del artista carabobeño, la Fundación Oswaldo Vigas, que preside su hijo, el cineasta Lorenzo Vigas, ha asumido la tarea de divulgar su legado, primero con la exposición Oswaldo Vigas, actualmente abierta en el Boca Raton Museum of Art, de Florida, y que con la curaduría de Kathleen Goncharov reúne una selección de obras realizadas por el pintor, luego de su llegada a París en la década de los 50, y a su regreso a Venezuela a principios de los años 70.
-¿Qué particularidad tiene la obra de Vigas en esos dos momentos?
-Aunque se trate de dos momentos diferentes -responde Lorenzo Vigas-, la obra de Vigas, sin importar la época, nunca se deslinda de un hilo temático que siempre está presente, el imaginario precolombino, las raíces autóctonas de América, sus deidades, formas y elementos propios naturales.
“A su llegada a París, la obra de Vigas empieza a tener una estructura más lineal como resultado de una mayor síntesis de las formas. Las Brujas se convirtieron en hojas de plantas, alusiones a bichos, alimañas e insectos, formas y personajes de su imaginario personal, deconstruidos y sintetizados en su máxima expresión. Vigas logró incorporar el constructivismo y la geometría a su imaginario precolombino y americano.
“Los años en París estuvieron marcados por un aumento de la reflexión sobre su identidad y sus raíces, así como sobre las tendencias artísticas y sus protagonistas contemporáneos. Por eso, cuando regresa a Venezuela, poco a poco, las brujas y figuras telúricas vuelven a aparecer paulatinamente en sus lienzos, esta vez con una abstracción dominante con claves figurativas para representar progresivamente sus figuras en su estilo personal, en el que los cuerpos parecen haber sido reensamblados para reflejar tanto un modo abstracto de expresión como el llamado arte primitivo. Este proceso de moverse entre la figuración y la abstracción revela la verdadera voz de Vigas, el artista construye un mundo privado a partir de elementos recurrentes”, agrega el director del documental El vendedor de orquídeas (2016), dedicado a su padre.
Vigas reconstruido
Para celebrar los cien años del nacimiento del artista carabobeño, la Fundación Oswaldo Vigas, que preside su hijo, el cineasta Lorenzo Vigas, ha asumido la tarea de divulgar su legado, primero con la exposición Oswaldo Vigas, actualmente abierta en el Boca Raton Museum of Art, de Florida, y que con la curaduría de Kathleen Goncharov reúne una selección de obras realizadas por el pintor, luego de su llegada a París en la década de los 50, y a su regreso a Venezuela a principios de los años 70.
-¿Qué particularidad tiene la obra de Vigas en esos dos momentos?
-Aunque se trate de dos momentos diferentes -responde Lorenzo Vigas-, la obra de Vigas, sin importar la época, nunca se deslinda de un hilo temático que siempre está presente, el imaginario precolombino, las raíces autóctonas de América, sus deidades, formas y elementos propios naturales.
“A su llegada a París, la obra de Vigas empieza a tener una estructura más lineal como resultado de una mayor síntesis de las formas. Las Brujas se convirtieron en hojas de plantas, alusiones a bichos, alimañas e insectos, formas y personajes de su imaginario personal, deconstruidos y sintetizados en su máxima expresión. Vigas logró incorporar el constructivismo y la geometría a su imaginario precolombino y americano.
“Los años en París estuvieron marcados por un aumento de la reflexión sobre su identidad y sus raíces, así como sobre las tendencias artísticas y sus protagonistas contemporáneos. Por eso, cuando regresa a Venezuela, poco a poco, las brujas y figuras telúricas vuelven a aparecer paulatinamente en sus lienzos, esta vez con una abstracción dominante con claves figurativas para representar progresivamente sus figuras en su estilo personal, en el que los cuerpos parecen haber sido reensamblados para reflejar tanto un modo abstracto de expresión como el llamado arte primitivo. Este proceso de moverse entre la figuración y la abstracción revela la verdadera voz de Vigas, el artista construye un mundo privado a partir de elementos recurrentes”, agrega el director del documental El vendedor de orquídeas (2016), dedicado a su padre.

Aguiladora, 1972 (CORTESÍA FUNDACIÓN OSWALDO VIGAS)
-Su padre fue propenso a crear figuras de rasgos prehispánicos. ¿Qué importancia atribuyó Vigas a la herencia cultural latinoamericana?
-Los comienzos de Vigas en el arte se vieron determinados por sus frecuentes viajes al encuentro de las expresiones culturales más auténticas de Venezuela, visitó las zonas de Barlovento y Yare, y luego las regiones aborígenes de Siruma y Paraguaipoa, en la Guajira. Las figurillas antropomorfas, como la Venus de Tacarigua, las máscaras africanas y las pictografías precolombinas que encontró en sus viajes lo ayudaron a conectar con su identidad mestiza y a profundizar aún más en su sentido de pertenencia.
Y prosigue: “Es así como la cosmogonía prehispánica y la presencia de la figura femenina en la obra de Vigas se fueron convirtiendo en el eje central de su temática. A través de líneas modernas buscaba la más antigua expresión de nuestra tierra, y esta unión se convirtió en una de las contribuciones más importantes de mi padre en la historia del arte”.
A la exposición del Boca Raton Museum of Art, que permanecerá abierta hasta el 21 de mayo, se sumará entre septiembre y octubre de este año una muestra en el Museo de Arte Moderno de México en la que se podrá apreciar la obra de Oswaldo Vigas y su relación con otros artistas latinoamericanos de la época, “muchos de ellos con quienes compartió la escena cultural parisina, como Joaquín Torres-García, Frida Kahlo, Wifredo Lam, Roberto Matta, Rufino Tamayo y Miró”, concluye Lorenzo Vigas.
@juanchi62
-Su padre fue propenso a crear figuras de rasgos prehispánicos. ¿Qué importancia atribuyó Vigas a la herencia cultural latinoamericana?
-Los comienzos de Vigas en el arte se vieron determinados por sus frecuentes viajes al encuentro de las expresiones culturales más auténticas de Venezuela, visitó las zonas de Barlovento y Yare, y luego las regiones aborígenes de Siruma y Paraguaipoa, en la Guajira. Las figurillas antropomorfas, como la Venus de Tacarigua, las máscaras africanas y las pictografías precolombinas que encontró en sus viajes lo ayudaron a conectar con su identidad mestiza y a profundizar aún más en su sentido de pertenencia.
Y prosigue: “Es así como la cosmogonía prehispánica y la presencia de la figura femenina en la obra de Vigas se fueron convirtiendo en el eje central de su temática. A través de líneas modernas buscaba la más antigua expresión de nuestra tierra, y esta unión se convirtió en una de las contribuciones más importantes de mi padre en la historia del arte”.
A la exposición del Boca Raton Museum of Art, que permanecerá abierta hasta el 21 de mayo, se sumará entre septiembre y octubre de este año una muestra en el Museo de Arte Moderno de México en la que se podrá apreciar la obra de Oswaldo Vigas y su relación con otros artistas latinoamericanos de la época, “muchos de ellos con quienes compartió la escena cultural parisina, como Joaquín Torres-García, Frida Kahlo, Wifredo Lam, Roberto Matta, Rufino Tamayo y Miró”, concluye Lorenzo Vigas.
@juanchi62
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