"La comedia requiere una dirección espartana", afirmó Woody Allen al ser entrevistado por Laurent Tirard en el libro Lecciones de cine.
Para Consuelo Trum, la regla no es tan estricta.
"El secreto es mantener el ritmo, que funciona como una partitura", explica la directora y productora egresada de Hunter College en Nueva York con una mención en Actuación. Obtuvo, posteriormente, una maestría en Dirección Teatral de la Universidad de Carnegie Mellon en Pittsburgh, EEUU.
Es directora, productora y cofundadora del grupo Repico Teatro, con el cual llevó a escena Shakespeare para todos, una comedia satírica y mordaz escrita por Ana Melo sobre el manejo que las instituciones gubernamentales hacen de la cultura.
Recientemente dirigió Muere Numancia, muere, en los espacios de la Sala Rajatabla.
La obra, una adaptación que hiciera el dramaturgo Carlos Be de la Tragedia de Numancia escrita por Miguel de Cervantes, es presentada por Trum en el contexto de los cuatro meses de protesdas del año 2017. "Me gusta muchísimo el teatro de denuncia: la burla hacia nosotros mismos, la situación en la que se encuentra la cultura. Con Numancia coloqué en perspectiva lo que vivimos el año pasado, siento que era necesario. Es importante para mí montar textos que digan algo, y buscar que el espectador se siente parte de ellos", confiesa".
En esta oportunidad regresa a las tablas con Los vecinos de arriba, una comedia escrita por el cineasta español Cesc Gay. El elenco está conformado por estrellas de la televisión venezolana como Antonio Delli, Marielena González, Agustín Segnini y la actriz argentina Natalia Morlacci, quien funge también como productora de la pieza en compañía de Segnini. Se estrenará el 6 de julio, presentándose en el Teatro Trasnocho, de Las Mercedes, los viernes, a las 8:00 pm, sábados y domingos, a las 7:00 pm.
Una cena entre dos matrimonios residentes en el mismo edificio es el punto de partida para una serie de enredos y discusiones sobre la vida en pareja. Personajes cómicos que, en palabras de Trum, "no saben que lo son, y la situación que viven es una cosa seria".
Para la veterana directora, "un director puede provocar la risa, pero debe procurar un ritmo que la facilite. Eso se refleja no en las líneas que dicen los actores, sino la manera en que lo hacen y su rapidez", afirma.
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