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MIRADA EXPUESTA // CECIL BEATON

Bellos, inmortales y frágiles

Eso es lo que transmiten los retratos de celebridades que realizó en vida el fotógrafo inglés Cecil Beaton, a quien se dedica dentro de PhotoEspaña 2018 una amplia retrospectiva con 116 de sus obras

  • JUAN ANTONIO GONZÁLEZ

24/06/2018 01:00 am

Cecil Beaton era todo un dandy. Cuando retrataba a alguna personalidad de la realiza británica, vestía de manera impecable. Traje perfectamente planchado. Corbata y pañuelo en combinación. Cabello bien peinado. Sombrero a tono con la ocasión y su vestimenta. Y sobre todo esa actitud de que él era otro más en ese mundo de gente con abolengo, de famosos, de mitos del siglo XX. Jamás estuvo fuera de lugar. Jamás se sintió fuera de él.

Audrey Hepburn, 1963

Elegante, flemático –como buen inglés, claro–, y mal hablado entre sus más íntimos, Cecil Beaton (Londres, 1904 - Salisbury, 1980) desarrolló desde muy joven –su niñera le prestaba una cámara Kodak 3A con la que el fotógrafo comenzó a familiarizarse con este arte– una habilidad, innata en principio, para componer encuadres con alto sentido estético. La belleza fue su meta y lo llevó a la cumbre de la popularidad.


Orson Welles, 1937


Marlene Dietrich, 1937

Fue fotógrafo del Palacio de Buckingham, realizó las imágenes del bombardeo de Londres durante la Segunda Guerra Mundial, una celebridad entre las celebridades del Hollywood dorado, fue también una pieza fundamental para revistas de moda como Vogue, Vanity Fair y Harper's Bazaar, y gracias a sus estudios de historia, arte y arquitectura en el St. John College de Cambridge, se aventuró con éxito a trabajar como escenógrafo, utilero y vestuarista tanto en Hollywood como en Broadway. Ganó tres Óscar y cuatro Tony.


Edith Sitwell, 1962

Digamos, pues, que Cecil Beaton, el dandy, también fue una celebridad con el mismo brillo que irradiaban a través de sus fotografías las celebridades que retrató: Audrey Hepburn, Marlon Brando, Marlene Dietrich, Greta Garbo, Grace Kelly, Marilyn Monroe, Mick Jagger, Salvador Dalí, Maria Callas, Jean Paul Sartre, Cristóbal Balenciaga, Coco Chanel... Todos se exponían sin cortapisas a su mirada y al posar frente a su cámara accedían a que Beaton revelara sus almas.


Gala y Salvador Dalí, 1936


Francis Bacon, 1960

Tal confianza tenía su lado negativo. Beaton no se medía a la hora de “chismear” de algunos de sus modelos. Así como se preguntaba “¿Qué es elegancia?”, e inmediatamente se respondía: “¡Agua y jabón!”, hablaba desde la admiración o la repulsión de las estrellas de Hollywood. “Vence a la cámara con su propio juego”, decía de Joan Crawford; “Su ingenio y picardía de niña me rompieron los esquemas. Son irresistibles”, aseguró luego de una sesión de fotos con Marilyn Monroe; Arthur Miller le parecía “una feroz águila americana, casi sin plumaje”, y a Katherine Hepburn dirigió sus más enconados ataques: “Es una víbora putrefacta y recalcitrante. Espero no tener que volver a verla nunca más”.


Greta Garbo, 1946


Mick Jagger, 1969

Más allá de sus luces y sombras, Cecil Beaton fue sin duda un maestro del lente que encontró en la belleza de los mitos modernos una forma de acercarse al alma de toda una época, de su tiempo. Un encantador de serpientes que lograba sacar de los bellos (ricos y famosos, incluidos) un halo de vulnerabilidad, de fragilidad, fascinante. No se equivocó su amigo Truman Capote cuando escribió de él: “Su inteligencia visual es de un genio”.

mirada.expuesta@gmail.com
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