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Inés González, o la obsesión por la belleza del lenguaje

Su libro "Gente de signos" acaba de ser publicado por Léctor Cómplice.

  • MARITZA JIMÉNEZ

21/06/2018 01:00 am

Bajo el sello editorial Lector Cómplice, acaba de salir el título Gente de signos, un libro con el que Inés González recibió en 2011 mención honorífica en la XVIII Bienal Literaria José Antonio Ramos Sucre.

-¿Por qué tanto tiempo?
-Por falta de respuesta de las editoriales. Intenté publicarlo desde que recibí la mención. Lo mismo me pasó con cuentos infantiles premiados en Uruguay y Argentina.

-¿A qué cree que se deba?
-Siento que si no te conocen, no te paran. Pero además, le publican más a hombres que a mujeres. Creen que las mujeres escriben cosas "mujeriles", Aunque yo suelo escribir desde un hablante masculino.

"Como ejercicio de ficción", lo explica. "La literatura no es catarsis, es trabajo. Y creo que convertirse completamente en otro, como narrador, es parte de desarrollar el oficio en serio".

Desde niña Inés González (Los Teques, 1965),se sintió maravillada por las palabras y sus relaciones, pero fue a los 15 cuando descubrió que podía escribir, y un día se dio cuenta de que no podría dejar de hacerlo.

Poeta, narradora y autora de cuentos infantiles, es egresada de Letras de la UCV, con una larga trayectoria como correctora de textos. Explica que su libro pasó por varios títulos, hasta que notó, tras el largo proceso de correción, la unidad temática en estos 30 relatos que lo conforman: la obsesión, de autora y personajes, por los signos.

-Algunos de mis personajes son obsesos, al borde de la locura. Otros, escribidores en busca de claves o resoluciones ficcionales. O quizá la obsesa era yo, haciendo semiótica a través de ficción, filosofía del lenguaje a través de estas creaturas. El resultado es una especie de fantasía lingüística que quizás hace un guiño a los que escriben.

Entre sus "influencias", menciona a los grandes microcuentistas y narradores como Cortázar, Quiroga, Lorca, Rulfo; los poetas Vallejo, Machado, Ramos Sucre y Baudelaire; qui´zás García Márquez, y, sobre todo, la cultura de los medios, radio, cine, televisión y canciones de moda. "Toda esa subcultura de la que no me pude sustraer, fue fuente y materia para crear, y ejercicio de crítica también".

En Gente de signos reconoce la presencia de El Aleph, de Borges, igual que en su poesía, "en cuanto a la búsqueda de la belleza del lenguaje y la intención de dibujar imágenes muy plástica".

Pero el basamento filosófico está en el Wittgenstein: "Los límites del lenguaje son los límites de mi mundo". Por eso, sus personajes "sufren" el lenguaje, "cometen" el lenguaje, "buscan lo que el lenguaje les ha vedado o construyen mundos con signos". 
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