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¿Existe racismo en la industria cultural venezolana?

Tres exponentes de la cultura afro analizan el tema desde su experiencia personal y profesional

  • DULCE MARÍA RAMOS

29/05/2022 01:00 am

Siempre se ha dicho que Venezuela es un crisol diverso producto de su pasado colonial; pero también por tantos migrantes que llegaron a estas tierras. Ahora bien, cuando se analiza en el ámbito cultural quienes son los representantes afrodescendientes, los nombres exitosos o recordados por el público son limitados: Oscar D'León, Wilmer Machado “Coquito”, Henry Stephen, Flanklin Virgüez, Gledys Ibarra, Mirtha Borges, Tomas Henríquez, Caridad Canelón… De una manera se proclama con orgullo nuestro origen mestizo silenciando de forma sutil, consciente o inconscientemente, todo aquello que no cumpla con los parámetros comerciales, artísticos y estéticos impuestos desde la visión eurocentrista.

Para analizar si existe o no racismo en la industria de la cultura y el entretenimiento en Venezuela, El Universal conversó con tres exponentes y activistas afro: la productora audiovisual y podcaster de “Negra como yo” Gisette Rosas; la creadora de contenido Coromoto Hernández, y el fotógrafo Gabriel Pinto.

Pelo malo
Una de las escenas más emblemáticas del cine venezolano es cuando el Junior (Samuel Lange), niño protagonista de la cinta Pelo malo (2013), dirigida por Mariana Rondón, está frente a un espejo y ve el contraste de su cabello natural afro con la otra mitad de su cabello que acaba de alisar con un secador. Vivir el racismo día a día, en carne propia, es algo que no puede ser fácil de entender para una persona que no sufra de este tipo de discriminación: “No nos damos cuenta de lo difícil y lo tortuoso de vivir en un cuerpo negro en una sociedad racista. Es algo muy duro y las personas negras tenemos que reconciliarnos con esto”, señala Gisette Rosas, cuya madre fue discriminada en una escuela de ballet a los diecisiete años por su cabello y color de piel, negándole el derecho a la educación por sus rasgos físicos.

Por su parte, Gabriel Pinto, también desde su experiencia, relata: “Además del racismo que se encuentra en las calles y que todas las personas negras, indígenas o mestizas viven diariamente, también existe un endorracismo en las familias venezolanas. Soy el que nació con el pelo malo en la familia de mujeres negras alisadas. Yo llevo mi cabello afro después de grande porque de pequeño no podía porque era símbolo de que algo no estaba bien”. De hecho esta cultura que expone Pinto se está tratado de cambiar; un ejemplo de ello es la exreina de belleza y presentadora Dayra Lambis, quien en sus redes sociales fomenta la reconciliación con el origen afro. Vale recordar que Lambis participó en el Miss Venezuela 1999, una edición atípica, ya que en un país tan mestizo fue la primera vez, después de años de celebrarse el concurso, que se coronó a la primera miss afrovenezolana: Carolina Indriago.

En relación al ámbito cultural, Coromoto Hernández destaca que el racismo se ha manifestado de forma pasiva-agresiva en los espacios culturales, artísticos y en los medios de comunicación: “No ves representación afrodescendiente. Es muy difícil darnos visibilidad: ¿Qué absurdo demostrar que existimos? Y cuando se representa a una persona negra es en función a los parámetros que la sociedad impuso: la señora que limpia o la nana, el escolta, el que sabe bailar tambor, el que come pollo frito; estamos muy estereotipados y una persona afro puede ejercer cualquier rol, puede ser un profesional”, explica.

Curiepe (Foto GABRIEL PINTO)

Cultura afro
A partir de estas conversaciones y de reconocer que la sociedad venezolana es racista, es importante fomentar y rescatar las raíces afrovenezolanas partiendo desde la misma población afro; de ahí que los expertos consultados manifestaron estar orgullosos de su origen y sus ancestros, a pesar de que la aceptación de la identidad es un proceso complejo, más aún si se ha recibido un rechazo sistemático.

“La cultura afro debe empezar desde los ancestros”, afirma Rosas, quien además menciona que varios géneros musicales venezolanos: la gaita, el tambor, el calipso, la soca y hasta la salsa, son de origen afro. También destaca la valiosa labor de Betsayda Machado en promover, conservar y documentar la cultura afrodescendiente en el país.

Ahora bien, como jóvenes de esta nueva generación, Pinto y Hernández reconocen que existe un factor de cambio significativo ante el reconocimiento identitario: “Entender qué somos y la importancia de tu identidad desde el origen y las raíces, es algo que se debe valorar de esta generación que se cuestiona: quién soy, de dónde vengo. Somos una generación demasiado rota; por eso estamos transformando nuestra identidad, tratando de construir hegemonías más honestas”, analiza Hernández.

Las telenovelas
Algo que identifica a la cultura pop venezolana son las telenovelas, espacios que de una manera u otra han construido el imaginario colectivo de la sociedad y por ende ciertos cánones o patrones sociales. En particular sobre este tema se consultó al periodista Néstor Luis Llabanero y su mirada sobre la presencia de las personas afro en estas producciones: “Durante la década de los ochenta en RCTV, pocos actores protagonizaron tanto como Franklin Virgüez. Una década donde, por cierto, tuvieron presencia estelar actrices morenas como Caridad Canelón y Hazel Leal, sin contar con el respeto que recibió́ el talento de Tomás Henríquez, quien de paso nos hizo conocer la cara de Dios a través de su piel negra y su personaje de Bondadoso en Juanito y Él”.


Guarura (Eulalia, 2021), fotografía de Gabriel Pinto (@mulatopinto)  

También recordó que en uno de los dramáticos más emblemáticos de la televisión venezolana, Cristal (1985), dos de las domesticas de Victoria Ascanio (Lupita Ferrer), eran Gledys Ibarra, negra de pelo afro, y Anna Massimo, rubia de ojos verdes: “Ese detalle, de seleccionar a dos actrices contrarias en el color de piel, constituye un referente de los criterios étnicos en la televisión venezolana”. 

Sin embargo Rosas difiere, recordando el famoso caso de la telenovela Negra consentida, transmitida en 2004 por RCTV y cuya protagonista, Ligia Petit, no era afrodescendiente: “El racismo en la televisión venezolana existe hasta el día de hoy. ¿Es que no hay personas negras exitosas? ¿Por qué no se le ha hecho una serie a Oscar D'León, conocido en todo el mundo? Las personas negras necesitamos estar representadas también en las posiciones de poder”. Destaca, además, que más allá de si estas producciones reflejan la realidad o parten de la ficción, es vital que retraten la diversidad de nuestra sociedad.

Hablar sobre la cultura afro y el racismo en Venezuela, especialmente en el área que nos compete que es la industria del entretenimiento y lo artístico, es un asunto de estudio amplio, así que este reportaje se propone como un preámbulo para reflexionar acerca del tema en las familias, en las escuelas, en las universidades y en los medios de comunicación, con el fin de construir una sociedad y por ende nuevas generaciones más abiertas, libres e incluyentes.
@DulceMRamosR



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