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Fernando Pessoa: escribir después de la muerte

Hace 130 años, un 13 de junio de 1888, nació el autor más importante del Siglo XX de la literatura portuguesa

  • DULCE MARÍA RAMOS

10/06/2018 01:00 am

“Comienzo por la parte psiquiátrica. El origen de mis heterónimos es el hondo trazo de histeria que existe en mí (…). Desde niño tuve la tendencia a crear en torno de mí un mundo ficticio, a rodearme de amigos y conocidos que nunca existieron”. Así explicó Fernando Pessoa, en una carta dirigida a Casais Monteiro, el origen de sus heterónimos, que empezó a escribir a los seis años con Chevalier de Pas.

Si algo caracteriza el universo de Pessoa es su multiplicidad, hasta la fecha se han hallado 136 autores ficticios, y con los años esta cifra puede aumentar ante la cantidad de manuscritos por descubrir en sus archivos. Universo que se ha propagado también a varios poetas como Porfirio Barba-Jacob, León de Greiff, Rafael Cadenas y Eugenio Montejo; este último escribió un poema a Pessoa inspirado en su estatua ubicada en el café A Brasileira, en Lisboa: “Son tantas sombras en un mismo cuerpo/ y debemos subirlas a la cumbre del Chiado./ A cada paso se intercambian idiomas,/ anteojos, sombreros, soledades”.

La venezolana Ana Lucía De Bastos y el luso-colombiano Jerónimo Pizarro nos acercan un poco a Fernando Pessoa a través de sus heterónimos, sus poemas y las próximas publicaciones que siguen explorando su infinito laberinto literario. Pessoa, un autor que nunca le tuvo miedo a la muerte y nos dejó, para la dicha de los lectores, su poesía universal: “Porque quien, al morir, deja escrito un verso bello, deja más ricos los cielos y la tierra, y más emotivamente misteriosa la razón de que existan estrellas y gentes”. (De Aspectos, 1918).

¡Paf!
Hoy, que me siento sin voluntad, y no sé qué decir,
Hoy, que tengo la inteligencia sin saber decidir,
Quiero escribir mi epitafio: Álvaro de Campos yace
Aquí, lo demás en la Antología Griega se satisface…
¿Y a qué viene ahora este puñado de rimas?
Nada. Un amigo mío, llamado (supongo) Simas,
Me preguntó en la calle qué era lo que estaba haciendo,
Y yo, en vez de no saber decírselo, continué escribiendo.
Yo no suelo hacer versos con rima, y es raro quien rima con tino.
Pero a veces rimar es el camino.
Mi corazón hace ¡paf! como una bolsa de papel golpeado
Con fuerza, llena de aire, contra la pared de al lado.
Y un transeúnte, sobresaltado, se vuelve de repente
Y yo remato este poema indeterminadamente.
Álvaro de Campos 

Jerónimo Pizarro, traductor, estudioso de Fernando Pessoa, con más de treinta ediciones sobre el autor y Premio Eduardo Laurenco (2013), escogió el poema ¡Paf!: “Amo que Pessoa haya inventado a un tal Simas para lograr una rima y amo cuando Campos intenta hacer rimas pese a quererse futurista, sensacionista y tantas otras cosas. Es un poema en que algo explota, que suena a un disparo, pero con toda la ironía y la distancia que permite el hecho de estar vivo”.

Sobre el tema de los heterónimos, el traductor prefiere pensar que Pessoa no quería que sus lectores se ataran a ninguno en particular: “Morí de entusiasmo por Caeiro, como quien lee un texto sagrado por primera vez y siente que perdió el suelo. Ya me reconcilié con Reis y quise ser epigramista. Ya grité las odas de Campos y me introduje por las rendijas de su silencio. Ya celebré la música de Pessoa y todo su simbolismo, como quien se transforma en una tonada antigua que vuelve a sonar de repente. Y ya fui, al menos unas horas o días, cada uno de los 136 autores ficticios del universo pessoano. Prefiero imaginar que migramos de uno a otro y que Pessoa no quería que nos casáramos con ninguno. Ni sé si él lo hizo, aunque se dejara dar codazos de amistad de Campos”, explica.

El próximo miércoles 13 de junio en la Feria del Libro de Lisboa, Pizarro presentará Ler Pessoa con la editorial Tinta-da-China: “Este libro reúne ensayos sobre los principales aspectos de Pessoa y es, de cierto modo, un gran ensayo, aunque muy sintético, sobre Pessoa, su multiplicidad -solo equiparable a la de León de Greiff-, su postulada unidad, sus heterónimos y el Libro del desasosiego. Es una síntesis y una introducción. Un intento de pensar a fondo a esa figura esquiva que nos fascina y nos atrae a Portugal. Ese día también presentaremos, con otros investigadores, el Teatro Estático de Pessoa y su Fausto. Tenemos olvidada la faceta dramatúrgica y hay realmente que volver a leer el Fausto pessoano”.

Là-bas, je ne sais où...
¡Partir!
Nunca volveré,
Nunca volveré porque nunca se vuelve.
El lugar al que se vuelve es siempre otro,
La estación a la que se vuelve es otra.
Ya no está la misma gente, ni la misma luz, ni la misma filosofía.
¡Partir! ¡Dios mío, partir! ¡Tengo miedo de partir!...
Álvaro de Campos (fragmento)

Este es el poema que eligió la traductora Ana Lucía De Bastos, quien actualmente vive en Barcelona, España: “Es difícil escoger un poema, pero hoy me decanto por éste por todas las personas que están partiendo, dejando Venezuela, dejando sus países, ‘perdiendo’ su lugar en el mundo. Aunque no es el poema de un exiliado, expresa muy bien el dolor de emigrar y la incertidumbre de la salida. Dolor que sufrió el niño Fernando Pessoa al irse de Portugal y luego, años después, al irse de Suráfrica. Ese periplo definitivo que parece haberle quitado las ganas de trasladarse nunca más”.

En relación a los heterónimos del universo pessoano se decantó por Caeiro y Raphael Baldaya: “El heterónimo supremo es Caeiro, por ser un ideal, lo anhelado, el niño-sabio, el hombre completo, aquel que ve lo que ve, que oye lo que oye, que no necesita misticismos. Un ser que Pessoa no era, porque nadie puede serlo. Todos queremos tenerlo consigo, como un talismán, un ángel de la guarda de la palabra, el que ilumina nombrando. Pero agregaré un personaje sumamente interesante, que habla de otra faceta muy importante del propio Pessoa: Raphael Baldaya, astrólogo, ocultista. Autor de Tratado de Astrología, Tratado de la Negación y Principios de Metafísica Esotérica. No tiene la dignidad de los heterónimos (Campos, Reis, Caeiro), pues hay pocos datos biográficos detrás de él, pero es el nombre y por lo tanto, la ‘persona/pessoa’ donde tomaron voz parte de estos intereses pessoanos. Intereses que sin duda le dieron bases metafísicas para la construcción de todos los heterónimos. Pessoa llegó a imprimir tarjetas con el nombre Raphael Baldaya para ofrecer, como una posible salida laboral, lecturas astrales”, aclaró De Bastos.

En estos momentos, trabaja con la editorial venezolana Bid&Co en la traducción del Teatro Estático, una recopilación publicada por primera vez en Portugal el año pasado por la Tinta-da-China: “No debemos olvidar que Pessoa consideraba su obra poética un «drama en gente», con personajes-poetas como lo son los heterónimos. Si leemos en voz alta sus poemas, especialmente los de Caeiro y Campos, fácilmente podemos imaginarlos en boca de un actor, en un escenario”.

También con la editorial venezolana se publicó Orpheu -tres volúmenes de la revista literaria donde hay una galería de las mentes más brillantes de la vanguardia portuguesa-, y los Poemas Inéditos 1915-1920, donde se recoge todo lo que escribió el poeta, sin atribuirlo a algún heterónimo, en cualquier soporte: cuadernos, libretas, servilletas, papeles de contabilidad: “Se puede leer en este libro a un Pessoa íntimo, muy humano, con poemas que saltan de sus dudas existenciales interiores a la compasión por los más desprotegidos, por los muertos portugueses de la Primera Guerra Mundial, hasta poemas de un enamorado «ridículo», parafraseando a Campos, para su única novia, Ofelia Queiroz”.
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