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Ensayo sobre el espacio vaciado

"Testigos del desarraigo" inaugura el domingo en Beatriz Gil Galería, ubicada en Las Mercedes

  • CATHERINE MEDINA MARYS

08/06/2018 01:00 am

Los trastes quedaron ahí, apilados en la escurridera del fregadero, esperando en vano que alguien los regrese al seibó, que es una venezolanísima contracción del término anglosajón sideboard. En el piso se acumulan tobos y cuñetes de pintura vacíos. En los últimos tiempos los envases dejaron su función primigenia y se usan para recolectar el agua caprichosa que llega a ratos, en un horario descontrolado y desconocido.



En otra fotografía -otro fregadero-, una malanga toma posesión del espacio y abraza los grifos, abraza el sifón, tal vez persiguiendo los últimos restos del agua que dejó de fluir hace ya bastante tiempo.

El ojo voyeurista de Marylee Coll se cuela en casas de la Gran Caracas que han sido abandonadas por diversas razones. Un ensayo fotográfico que comenzó hace una década por recoger la esencia kitsch de las porcelanas estilo Lladró, y terminó convirtiéndose en la exposición Testigos del desarraigo, cuya inauguración será este domingo, a las 11:00 am, en Beatriz Gil Galería, ubicada en Las Mercedes.

El más reciente ensayo fotográfico de Coll se enfoca en la vida ulterior de los objetos que componen la vida de una familia en un hogar. Son 60 fotografías que retratan pares incompletos de zapatos, naturaleza filtrándose a través del suelo, libros polvorientos, paredes descascarilladas y puertas desvencijadas. El objeto despojado de su objetivo. El objeto desprendido de la vida.

Las casas visitadas por Coll para la elaboración de este particular fotoensayo pertenecieron a personas fallecidas, olvidadas. En la mayoría de los casos retratados, se trata de venezolanos que, por motivos y circunstancias variados, han decidido irse del país.

Ruth Auerbach, curadora de la muestra, explica en el texto de pesentación de la muestra que en ella "no solo se retrata el cuerpo del objeto como entidad ornamental pronta a experimentar el desalojo de su entorno social y un acelerado proceso de desmantelamiento; aquí se expresa potencialmente el testimonio emocional de un país".



Coll asegura que la intención de esta cartografía objectual era retornar al hogar materno. "El regreso a la casa de mi mamá, de mi abuela, donde abundan los muebles pomposos y las figuras de porcelana". El lugar que nos resguarda.

Vidrios rotos, polvo y el olor penetrante de la humedad hunden los espacios donde se ha instalado el abandono, como un huésped incómodo que llega como consecuencia de un exilio obligado. La historia de siempre con distintos protagonistas. Después de todo, repetimos los pasos de nuestros ancestros europeos, migrantes obligados de la guerra.
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