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Martín Caparrós: “Vivimos en una época sin proyecto de futuro”

Para el periodista y escritor argentino, autor de Ñamérica, en la América Latina de hoy “estamos a la deriva”

  • DULCE MARÍA RAMOS

05/12/2021 01:00 am

No hay capital en el mundo —creo que no hay capital en el mundo— que tenga tanto verde. La belleza de un valle entre montañas tropicales: el cielo como un rayo, los árboles sin mengua, el viento suave. Pero esos edificios y parques y autopistas de los años prósperos que se fueron gastando, comidos por el calor y las tormentas.
Fragmento de la crónica Caracas, la ciudad herida

Martín Caparrós es un escritor y periodista argentino reconocido por sus crónicas y controversiales columnas en el diario El País de España. Ataviado, como siempre, totalmente de negro, El Universal conversó con Caparrós en un conocido hotel de Bogotá, ciudad que visitó para promocionar su más reciente libro Ñamérica, un ejercicio periodístico, histórico y literario para comprender a la compleja América Latina, publicado por la editorial Random House.

México, La Habana, El Alto, Buenos Aires, Managua, Miami, Bogotá y Caracas son las ciudades retratadas en este libro, donde el cronista intenta llevar al lector a una mirada más crítica y por ende más pensante de estas urbes.

Sobre su experiencia en Caracas, recordó una noche que estuvo en la Plaza de Catia y cuando subió por una de las estaciones de Metrocable en Petare, eso sí, siempre bajo la advertencia de sus amigos de que se cuidara ante la inseguridad y el peligro reinante en la ciudad. Para él, la palabra miedo no existe en su oficio.

-Miami siempre ha sido una ciudad muy particular, extraña, ¿por qué la define como la capital de Ñamérica?
-Es un fenómeno curioso y efectivamente quería comprobar si Miami era la capital de América Latina. Me encontré con un error de género: Miami no es “la capital”, es “el capital” de América Latina, allí llegan muchos de los millones de dólares que se llevan de formas confusa de nuestros países; pero también es cierto que lo ñamericano se amalgama de alguna manera en Miami en ser o identificarnos como latinos.

-Algo que ha definido a la región por años es que somos un continente violento.
-No estoy tan de acuerdo. Uno de los objetivos del libro es precisamente repensar esos lugares comunes o clichés sobre la región. Si revisamos las cifras de las víctimas de la violencia durante el siglo XX en todos los continentes, vemos que en Europa murieron ochenta millones de personas en las guerras; en Asia alrededor de cien millones; en África entre quince y veinte millones, y en América Latina dos millones. Es curioso que la región más violenta del mundo haya sido durante todo el siglo XX en donde hubo menos muertos. Claro, mirando más de cerca, estas víctimas en América Latina son producto de muertes políticas o públicas; esto ocurre cuando el Estado reprime y asesina a sus ciudadanos. Después en los años ochenta y noventa, la violencia en América Latina se privatizó, dejó de ser un patrimonio hegemónico del Estado y pasó a ser usada por una serie de empresarios que la necesitaban para llevar a cabo sus negocios. Y así se armó un espiral de violencia fuerte que se originó en Colombia, pero llegó a México y Venezuela, claro son lugares donde hay una tasa de homicidios muy alta.

"Si nos apropiamos de esas palabras que nos ofenden, le quitamos ese poder", afirma el periodista y escritor argentino (AFP) 

-En el capítulo El continente mache habla sobre el feminismo, ¿no teme que lo acusen de mainsplaning?
-Solo estoy registrando el fenómeno. El feminismo es un tema que vengo siguiendo desde hace muchos años. Mi madre, Martha Rosenberg, es feminista. Hace cuarenta años, cuando estudiaba en la universidad, estuve en un grupo feminista; después las chicas nos echaron porque el movimiento solo era de mujeres.

-Pero justamente cuando publicó su columna Hacia el post Me Too en The New York Times fue fuertemente criticado por la escritora peruana Gabriela Wiener.
-Me parece que todos merecen la posibilidad de defenderse de las acusaciones que reciban. No estoy de acuerdo en esa manera automática de marginar y cancelar. Sé que es difícil de probar ciertas cosas, pero se debe buscar la manera y no quedarse en la condena inmediata.

-Usted, de alguna manera, se apropió de la palabra “sudaca”, que denota de forma despectiva a los latinos en España.
-Si nosotros nos apropiamos de esas palabras que nos ofenden, le quitamos ese poder. Por ejemplo, en Argentina a los fanáticos del Boca los llamaban “bosteros” por la bosta o la mierda de los animales; sin embargo, hace treinta años ellos empezaron a llamarse si mismos “bosteros” y le quitaron ese poder. Hoy existe un cuidado extremo con las sensibilidades.

-¿Cómo observa el proceso de las migraciones y el tema de la xenofobia?
-Todos somos migrantes, algunos lo hicieron hace quinientos años y otros apenas una semana. Aceptemos eso. Es cierto que existe esta idea de tener miedo o rechazar a los extraños; hoy en el mundo el rechazo a los migrantes tiene que ver con los bloques nacionalistas, de distintas formas de la derecha que usan este atavismo para sus fines políticos. En el libro, en la crónica de Bogotá, hay una escena en un hospital donde una persona se queja de los venezolanos, entonces esa sensación de que estás peleando por el espacio vital es un error, pero vivimos en unas sociedades con muchas desigualdades.

-En relación al género que usted trabaja, hace diez años la crónica era todo un boom editorial.
-Creo que las crónicas nunca tuvieron un lugar mayoritario. Ese boom era un boom, era mucho más probable que se escribiera algo sobre la crónica de tres mil palabras que publicaran una crónica de tres mil palabras. Nunca hubo grandes espacios para este género, pero seguimos tratando de hacer lo que se puede.

-En la presentación de Ñamérica afirmó que América Latina no se puede construir pensando desde el futuro.
-Siempre se dice que los hijos van a vivir peor que sus padres. ¿Qué significa vivir mejor? Es una frase muy ideológica según las normas capitalistas del mercado. No tenemos un proyecto claro sobre el futuro, no sabemos qué queremos de nuestra sociedad dentro de algunos años. Hay épocas en la historia donde ese proyecto de futuro existe y hay épocas que no, evidentemente vivimos en una donde ese proyecto no existe, estamos a la deriva.

-Y finalmente, ¿cómo es la ventana por donde mira Martín Caparrós?
-Trato de no mirar por la ventana, salgo a la calle para mirar el mundo de cerca.
@DulceMRamosR



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