A Lil Quintero se le conoce bastante bien por el trabajo que ha hecho para espectáculos teatrales y para diversas producciones musicales, pero más allá de asumir la fotografía como modus vivendi, esta periodista, fotógrafa y dramaturga caraqueña también ha encontrado en el arte de las imágenes detenidas una forma de expresión personal que podría resumirse en celebración de la vida.
Maria Lionza parece una virgen. Montaña de Sorte, sector Quibayo, Yaracuy, 2006
“La fotografía es mi arte, la genética paterna hecha visual; de él heredé el amor al paisaje, a la luz de mi país, Venezuela, al viaje. Mis fotos traducen mis sentimientos más genuinos, el lenguaje más poético y estético que encuentro para expresarme. Me interesa conectar con el alma de las cosas, de las personas, de los animales, de la naturaleza, con su energía toda. Nací inquieta, callejera, me encanta el recorrido, la experiencia del camino convertido en memoria visual”, dice de sí misma Quintero.
“La fotografía es mi arte, la genética paterna hecha visual; de él heredé el amor al paisaje, a la luz de mi país, Venezuela, al viaje. Mis fotos traducen mis sentimientos más genuinos, el lenguaje más poético y estético que encuentro para expresarme. Me interesa conectar con el alma de las cosas, de las personas, de los animales, de la naturaleza, con su energía toda. Nací inquieta, callejera, me encanta el recorrido, la experiencia del camino convertido en memoria visual”, dice de sí misma Quintero.
Ella y los amantes. Foto de calle. Barcelona, España, 2007
Tributo a la nostalgia. Estado Táchira, 2015
Para ella, hacer fotografía es como apoderarse del mundo, sentirse Dios, pero no en un sentido egocéntrico, sino más bien espiritual. “Mi fuente siempre será la luz natural. Amo el blanco y negro porque filtra la esencia y nos sumerge en esa atmosfera artística sinigual. Amo y no dejo de sorprenderme en el acto de vivir y por eso me decidí por la fotografía; es una forma de decir esto es lo que ‘Yo soy’ aquí en este universo”.
Para ella, hacer fotografía es como apoderarse del mundo, sentirse Dios, pero no en un sentido egocéntrico, sino más bien espiritual. “Mi fuente siempre será la luz natural. Amo el blanco y negro porque filtra la esencia y nos sumerge en esa atmosfera artística sinigual. Amo y no dejo de sorprenderme en el acto de vivir y por eso me decidí por la fotografía; es una forma de decir esto es lo que ‘Yo soy’ aquí en este universo”.
Jorge Palacios y Jeizer Ruiz en El Rey Lear. Caracas, 2019
Quintero ha participado en infinidad de exposiciones, tanto colectivas como individuales, entre las que destacan: El rostro de una reina (espacios abiertos del Teatro Teresa Carreño, 2006); Mi tierra (Alianza Francesa de Caracas, 2007); Venezuela desde mi alma (Ateneo de El Hatillo, 2011), y Territorio encantado (Berjaya Times Square, Kuala Lumpur, Malasia, 2011), entre tantas otras.
Quintero ha participado en infinidad de exposiciones, tanto colectivas como individuales, entre las que destacan: El rostro de una reina (espacios abiertos del Teatro Teresa Carreño, 2006); Mi tierra (Alianza Francesa de Caracas, 2007); Venezuela desde mi alma (Ateneo de El Hatillo, 2011), y Territorio encantado (Berjaya Times Square, Kuala Lumpur, Malasia, 2011), entre tantas otras.
El amor contenido en una habitación. Ploma Leoparda, el amor de mi vida. 2013
Cuarentena en mí. Autorretrato. Caracas, 2020
“Me decanto por lo emocional y mágico, en el retrato, en el paisaje, en los escenarios, en todo aquello que me parezca digno de concentrar en mi corazón, cuya sangre está compuesta por mirada; que es lo mismo que decir que para mí, ‘una cámara fotográfica es un concentrador de oxígeno convertido en fotos; o lo que es igual, en memoria recurrente”, concluye la artista, cuyo trabajo puede ser apreciado en sus cuentas de Instagram: @lilthephotographer y @lqfotoescenica.
@juanchi62
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