"La mayor parte de mis series tienen que ver con una pérdida", afirma Mirna Chacín (CORTESÍA)

“Cuando empieza la cuarentena y comienzo a leer las noticias de las muertes en solitario, de que no se puede despedir a los seres queridos, que se suspendieron los ritos fúnebres, que la gente no podía tener un cierre porque no había un velorio, porque no tenía cuerpo, eso revivió mi propia experiencia de migrante que no asistió al funeral de sus seres queridos -ha perdido cuatro familiares desde que se residenció en Toronto-; y eso te deja en un limbo por un tiempo porque olvidas que se murió el otro porque no tienes ese momento enfrente. La persona que pierde un ser querido necesita ese momento para que su cerebro y su corazón acepten que es irreversible. Me sentí identificada y me pareció terrible lo que estaba pasando”, cuenta Mirna Chacín.

El proyecto, en permanente desarrollo, invita al público a sumergirse en el río de la vida, a través de cuatro proyectores (uno para el piso y el resto para las paredes) de los que salen imágenes en blanco y negro, y del sonido de un riachuelo. La obra cuenta con una aplicación que a la que se puede acceder desde dispositivos como tabletas o teléfonos inteligentes. “La idea es que el teléfono o el iPad se conviertan en la lupa con la que se pueden ver las almas flotando en el río”, explica Chacín.

-¿A quiénes pertenecen esas almas?
-Las personas que van a ver están allí porque han fallecido y alguien las ha puesto; sus deudos, quienes colocan fotos de cuando eran jóvenes o en momentos familiares, especiales. Esto es lo que aquí se usa cuando alguien muere, bueno, desde hace más de 20 años en Norteamérica. Es un rito de celebración de vida, algo que había visto en alguna película, pero que no sabía que estaba tan extendido, que es que el día del funeral, en vez de poner el cuerpo con la caja abierta, escogen la foto más bonita de esa persona en vida o unas carteleras con fotos o unos videos, donde ves quién era esa persona. A su vez, se le hace una recepción para brindar por ella.

Una costumbre que la artista asimila de su país de adopción, pero que se entronca con los ritos funerarios de Venezuela y de la celebración del Día de los Muertos, expresión cultural mexicana extendida por todo el mundo. “Una vez hice mi propia tarde de muertos y tuve una experiencia impresionante con eso; después me leí las coplas de Jorge Manrique que en 1477 invita a celebrarle la vida al muerto honrando sus hazañas, su memoria y los recuerdos bonitos que tienes de él. Aquí se cruzan mi cultura hispana con lo nuevo que tengo de mi país, Canadá, y de Norteamérica”, agrega la artista a la que no le interesaba recurrir a las estadísticas, sino ponerles caras a esas historias de vida, que el espectador de Elegía… entienda que está rodeado de esos seres que ya no están, pero que mientras sean recordados nunca se van a ir.

Elegía para almas en espera ha sido como una especie de Big Bang artístico, tecnológico y emocional para su autora.

-Me convocaron del Museo de Arte Contemporáneo del Zulia para participar en una muestra sobre lo que estaban haciendo los artistas durante la cuarentena. Fui al riachuelo que está cerca de mi casa y empecé a hacer fotos pensando en “tanta sangre que se llevó el río”; los árboles caídos se me hacían como las personas que habían muerto. También pensé en el ciclo de la vida e hice unas fotos con unos remolinos por aquello de que se nace y se muere, se muere y se nace. Todo comenzó como una suerte de meditación. Hice esa serie, pero sentí que no era suficiente, entonces vine con la idea de hacer el escenario para que la gente lo usara para honrar a sus seres queridos, cuenta la artista.

Y prosigue: “Yo ofrezco el escenario, ofrezco mi trabajo, y lo ponemos allí, pero la propuesta se hizo más compleja, demandante y emotiva de lo que yo creía; no es que los deudos te van a ceder las fotos y listo, la gente que ha perdido a un ser querido quiere hablar, quiere ser escuchada. Esto se ha convertido en un apostolado. Esto me ha llevado por unos canales que no me esperaba; por ejemplo, me conecté con la Organización del Duelo de Ontario, donde me pidieron que presentara el proyecto y luego que dictara unos talleres para niños que han perdido a sus familiares. Es decir, esto se ha ramificado de una manera que yo nunca anticipé”.

-Usted es protagonista de su propia instalación.
-Sí, soy protagonista. Tengo a mi hermana y a mi tío, que era como mi padre. Si yo no hubiera sufrido esto, no hubiera tenido la empatía con los deudos que están participando. Yo no puedo hacer nada que no haya vivido. Si voy a hablar del duelo migratorio, no lo haría si no lo hubiera padecido.

La artista junto a su hermana Albita; "ella hizo que todas las muertes importaran", dice Mirna Chacín (CORTESÍA MIRNA CHACÍN)

-¿Cambió con esta obra su percepción del duelo?
-El duelo tiene múltiples caras. Uno vive toda su vida en duelo por muchas cosas; se habla del duelo migratorios, del duelo por la pérdida de un amor, del duelo por la pérdida de un trabajo, de un estatus de vida, el duelo que tiene Venezuela por lo que era… La mayor parte de mis series tienen que ver con una pérdida, una pérdida que ha detonado una crisis, pero mi trabajo artístico me ha ayudado a recuperar un balance y entenderlo.

-¿Qué le ha dejado Elegía para almas en espera?
-Primero, el darme cuenta de que los que mueren no se van, están ahí, como todo lo vivido; que no puedes perder tiempo y dejar para después lo que tienes que hacer porque la muerte te puede llamar imprevistamente, y es mejor estar preparado. Y lo otro es que mi hermana Albita hizo que todas las muertes importaran, que todas las vidas que se cierran, no solo las de mi familia, son importantes porque son almas que, si alguien lo quiso, siguen vivas.

La convocatoria de participación en Elegía para almas en espera sigue abierta. En la página web https://www.mirnachacin.com/almas-en-espera-proyecto-participar se explica el proyecto. El contacto con Mirna Chacín se puede hacer a través del correo electrónico: soulsonhold@gmail.com.
@juanchi62