Estos diversos símbolos son de-construidos y reinterpretados críticamente en los anudamientos que funcionan como encuentros que aluden a múltiples redes de significación. Los tapices vinculan acontecimientos imprevistos y encuentros imposibles, tradiciones de distintos espacios del planeta, miradas críticas que reconocen una realidad y la desenmascaran y una intensa necesidad de reconocerse en su propia mirada, en sus deseos. En ellos, además, están exquisitamente realizados 150 nudos por pulgada cuadrada, con maestría artesanal y el peso de una tradición milenaria, gracias a lo que la belleza de su elaboración es capaz de atravesar el dolor, de atraer la atención y atrapar la mirada para recordarnos el horror que vive actualmente una buena parte del mundo.

En las obras se puede leer (o recorrer) una parte significativa del hacer artístico de López Reus, en la medida en que en ellos se re-actualizan y se interconectan importantes referencias culturales y personales que atañen tanto a las tradiciones nacionales y de las artes plásticas modernas venezolanas, como a intereses y descubrimientos de su vida privada. En este sentido, estos nudos constituyen unas especies de “nodos”; es decir, de puntos de intersección, conexión o unión de varios elementos que los hacen confluir en un mismo lugar. Pero no solo se refieren a la vida del artista, sino a una importante parte del mundo, siempre un poco olvidada. Por ello, a pesar de estar elaborados con vistas y planos de Caracas, estos tapices se refieren a todo el »Sur Global«, conformado por amplias regiones de Latinoamérica, Asia, África y Oceanía que enfrentan problemáticas semejantes: poderes políticos opresores de corte dictatorial, leyes impuestas por estamentos militares, azolados por enfermedades transmitidas por insectos, poseedores de importantes redes de tráfico y consumo de drogas.

Estos tejidos-nudos son una denuncia que atiende a una importante parte del mundo. Pepe López Reus es un venezolano que vive en París; estos tapices se tejen en India, por artesanos de Nepal, con técnicas persas, y reproducen imágenes propias de una ciudad latinoamericana. Se trata, así, de una obra que se teje, que se anuda como un »nodo« de conexiones.