Javier Rey Valero: “'Agricultura 8' es un poema sobre el tema de la pertenencia”
Según el ganador del VI Concurso de Poesía Joven “Rafael Cadenas”, Javier Rey Valero, periodista caraqueño de 31 años residenciado en México, su búsqueda interna como migrante animó la creación de la obra premiada
“M…!, me gané el Cadenas!”. “Ese tuit fue solo mi reacción en tiempo real, y muy espontánea, al veredicto”, confiesa Javier Rey Valero, al recordar esa respuesta que se viralizó en las redes el pasado 26 de junio, cuando fue dado a conocer el veredicto del VI Concurso Nacional de Poesía Joven “Rafael Cadenas”, que otorgó el primer lugar a su poema Agricultura 8.
“Soy una persona que escribe en Twitter lo que sea que se me ocurra, sin mucho filtro y con muchas mayúsculas”, acota este periodista especializado en comunicación audiovisual, que hace tres años se instaló en México, donde inició su carrera como escritor. “En el momento nunca pensé que el tuit iba a hacerse famoso. Solo escribí lo que pensaba mientras oía el veredicto del jurado”.
Alexis Romero, María Antonieta Flores y Hernán Zamora, integrantes del jurado del concurso auspiciado por la Fundación La Poeteca, Banesco, Team Poetero y Autores Venezolanos, vieron en el poema de Rey Valero “la elaboración poética del sentido de pertenencia vinculado al lugar donde se habita –en velada referencia a Hestia, el fuego del hogar– y a la fugacidad de la vida”.
“Agricultura 8 –declara su autor desde el país azteca– es parte de una serie en la que vengo trabajando desde hace un año (pero que ni está terminada, ni publicada, ni nada). La idea de cada poema es tratar este tema de ser como “acto geográfico”, eso de “eres el lugar donde estás”. Entonces, este tema de la pertenencia, del lugar, es algo que siempre me ha llamado, y que he estado explorando desde distintos ángulos”.
Javier Rey Valero, quien el pasado 4 de julio alcanzó la edad de 31 años, nació en Caracas y cursó estudios de Comunicación Social en la Universidad Católica Andrés Bello, mención Artes Visuales. “Luego hice una maestría en Comunicación para el Desarrollo Social, también en la UCAB, donde terminé todas las materias, pero nunca acabé de titularme. Me faltó, como a todo el mundo, la tesis”.
Su trayectoria, intensa para su edad, se ha desenvuelto en el campo audiovisual: hasta 2016 tuvo en Contrapunto.com una columna, Señal Abierta, para la discusión crítica de series nuevas de televisión y reflexiones sobre el medio en la segunda década del siglo XX, y trabajó en Cinesa como productor de documentales históricos.
Entre 2015 y 2018 ejerció como docente en las cátedras de cine de la UCAB y la UCV, y desde 2017 es creador de contenido y show host del canal de YouTube Ad Lib Películas (https://www.youtube.com/channel/UCKfe2TMK7aLlC8JJ4dFUdSg), un podcast-en-video donde se discuten diferentes aspectos del mundo del cine y la televisión.
-¿Cuál es el origen de su poema?
-Lo escribí el año pasado durante el gran encierro de 2020. Estaba atrapado en mi casa y acababa de leer Autobiografía del algodón, de Cristina Rivera Garza, un libro desgarrador sobre la condición de ser migrante, de no pertenecer, y que es una mezcla de ensayo y ficción histórica. Rivera Garza es una escritora mexicana que nació cerca de la frontera de Estados Unidos, en Tijuana, y mucho de su obra gira alrededor de estos no-lugares, del movimiento y de encontrarse con sitios borrados de la memoria. Entonces, todo su libro me inspiró a hablar sobre el hogar, este hogar-rentado que intentas hacer tuyo por un tiempo, pero al que sabes que no perteneces realmente. Y un poco por ahí me fui.
¿Cuánto lleva en México, y por qué se fue?
-Me vine a Ciudad de México en abril de 2018, un poco después de las protestas de 2017. Hace poco cumplí los tres años acá, y me va bien. Soy Director Creativo de una agencia de comunicación y eventos, donde empecé a trabajar poco después de llegar y que me ha dado muchas oportunidades. Me fui por lo mismo que se ha ido tanta gente: no era fácil ver un momento en el que pudiera desarrollarme, encontrar un trabajo estable, vivir una vida regularmente tranquila…
-¿Ha publicado?
-Pues, muy poco. La verdad, solo una vez. El año pasado tuve el honor de ser publicado en el primer número de la revista digital Aliterante, que edita la Escuela de Escritores Mexicanos. Con ellos hice un diplomado intensivo de escritura literaria, que terminé justo en julio de 2020.
¿Desde cuándo escribe, y cómo empezó su relación con la palabra poética?
-A mí me gusta decir que me encontré con la literatura en 2004, una vez que a mi mamá se le “olvidó” pagar Internet por dos meses seguidos, y encontré refugio en la biblioteca de mi abuela. Desde ese momento me interesó mucho la literatura, pero siempre más inclinado hacia la narrativa y la filosofía que hacia la poesía, a decir verdad. Pero ya en cuarto año de bachillerato, cuando una profesora de literatura nos hizo leer varios de los poemas de Vallejo, hubo algo en la hondura que las palabras podían evocar, que me capturó de inmediato.
-¿Y cómo empezó a escribir?
-Creo que empecé a tomármelo un poco más en serio hace unos años, cuando le compartí mis poemas (que hasta ese momento eran solo un ejercicio personal) a León Melo y Gabriel Antillano, unos amigos escritores, y ellos me animaron a seguir escribiendo. Igual, la decisión de empezar un diplomado en la Escuela de Escritores de México me ayudó mucho en el impulso de escribir más y con más conciencia en lo que hacía.
@weykapu
“Soy una persona que escribe en Twitter lo que sea que se me ocurra, sin mucho filtro y con muchas mayúsculas”, acota este periodista especializado en comunicación audiovisual, que hace tres años se instaló en México, donde inició su carrera como escritor. “En el momento nunca pensé que el tuit iba a hacerse famoso. Solo escribí lo que pensaba mientras oía el veredicto del jurado”.
Alexis Romero, María Antonieta Flores y Hernán Zamora, integrantes del jurado del concurso auspiciado por la Fundación La Poeteca, Banesco, Team Poetero y Autores Venezolanos, vieron en el poema de Rey Valero “la elaboración poética del sentido de pertenencia vinculado al lugar donde se habita –en velada referencia a Hestia, el fuego del hogar– y a la fugacidad de la vida”.
“Agricultura 8 –declara su autor desde el país azteca– es parte de una serie en la que vengo trabajando desde hace un año (pero que ni está terminada, ni publicada, ni nada). La idea de cada poema es tratar este tema de ser como “acto geográfico”, eso de “eres el lugar donde estás”. Entonces, este tema de la pertenencia, del lugar, es algo que siempre me ha llamado, y que he estado explorando desde distintos ángulos”.
Javier Rey Valero, quien el pasado 4 de julio alcanzó la edad de 31 años, nació en Caracas y cursó estudios de Comunicación Social en la Universidad Católica Andrés Bello, mención Artes Visuales. “Luego hice una maestría en Comunicación para el Desarrollo Social, también en la UCAB, donde terminé todas las materias, pero nunca acabé de titularme. Me faltó, como a todo el mundo, la tesis”.
Su trayectoria, intensa para su edad, se ha desenvuelto en el campo audiovisual: hasta 2016 tuvo en Contrapunto.com una columna, Señal Abierta, para la discusión crítica de series nuevas de televisión y reflexiones sobre el medio en la segunda década del siglo XX, y trabajó en Cinesa como productor de documentales históricos.
Entre 2015 y 2018 ejerció como docente en las cátedras de cine de la UCAB y la UCV, y desde 2017 es creador de contenido y show host del canal de YouTube Ad Lib Películas (https://www.youtube.com/channel/UCKfe2TMK7aLlC8JJ4dFUdSg), un podcast-en-video donde se discuten diferentes aspectos del mundo del cine y la televisión.
-¿Cuál es el origen de su poema?
-Lo escribí el año pasado durante el gran encierro de 2020. Estaba atrapado en mi casa y acababa de leer Autobiografía del algodón, de Cristina Rivera Garza, un libro desgarrador sobre la condición de ser migrante, de no pertenecer, y que es una mezcla de ensayo y ficción histórica. Rivera Garza es una escritora mexicana que nació cerca de la frontera de Estados Unidos, en Tijuana, y mucho de su obra gira alrededor de estos no-lugares, del movimiento y de encontrarse con sitios borrados de la memoria. Entonces, todo su libro me inspiró a hablar sobre el hogar, este hogar-rentado que intentas hacer tuyo por un tiempo, pero al que sabes que no perteneces realmente. Y un poco por ahí me fui.
¿Cuánto lleva en México, y por qué se fue?
-Me vine a Ciudad de México en abril de 2018, un poco después de las protestas de 2017. Hace poco cumplí los tres años acá, y me va bien. Soy Director Creativo de una agencia de comunicación y eventos, donde empecé a trabajar poco después de llegar y que me ha dado muchas oportunidades. Me fui por lo mismo que se ha ido tanta gente: no era fácil ver un momento en el que pudiera desarrollarme, encontrar un trabajo estable, vivir una vida regularmente tranquila…
-¿Ha publicado?
-Pues, muy poco. La verdad, solo una vez. El año pasado tuve el honor de ser publicado en el primer número de la revista digital Aliterante, que edita la Escuela de Escritores Mexicanos. Con ellos hice un diplomado intensivo de escritura literaria, que terminé justo en julio de 2020.
¿Desde cuándo escribe, y cómo empezó su relación con la palabra poética?
-A mí me gusta decir que me encontré con la literatura en 2004, una vez que a mi mamá se le “olvidó” pagar Internet por dos meses seguidos, y encontré refugio en la biblioteca de mi abuela. Desde ese momento me interesó mucho la literatura, pero siempre más inclinado hacia la narrativa y la filosofía que hacia la poesía, a decir verdad. Pero ya en cuarto año de bachillerato, cuando una profesora de literatura nos hizo leer varios de los poemas de Vallejo, hubo algo en la hondura que las palabras podían evocar, que me capturó de inmediato.
-¿Y cómo empezó a escribir?
-Creo que empecé a tomármelo un poco más en serio hace unos años, cuando le compartí mis poemas (que hasta ese momento eran solo un ejercicio personal) a León Melo y Gabriel Antillano, unos amigos escritores, y ellos me animaron a seguir escribiendo. Igual, la decisión de empezar un diplomado en la Escuela de Escritores de México me ayudó mucho en el impulso de escribir más y con más conciencia en lo que hacía.
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