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Entre Cúcuta y Carabobo

Lo grande de Carabobo no es la derrota militar de los españoles sino la creación de una república fundada en los dulces tributos de la virtud, del saber, de la industria. La separación ya no es la meta. Es crear un orden político superior al que teníamos.

  • REINALDO ROJAS

21/06/2021 05:04 am

En el itinerario de nuestra Independencia, el año de 1821 se reparte entre dos grandes escenarios: La Villa del Rosario de Cúcuta y las sabanas de Carabobo. A estos, habría que agregar las negociaciones diplomáticas que lleva adelante el Ministro Revenga en Madrid y la Campaña Militar de liberación del sur de Colombia y Reino de Quito que encabeza Sucre. En esos cuatro escenarios moverá sus fichas el Libertador, pero su objetivo más importante, tal como se lo informa al Coronel Ambrosio Plaza desde Bogotá, el 16 de enero de 1821, era “terminar la guerra en Venezuela en este año, aventurándolo todo por conseguirlo”.

En consecuencia, cuando amanece 1821, el Libertador tiene varios problemas que atender en su estrategia extensa contra España: Derrotar el Ejército Expedicionario de Morillo, que aún domina la antigua Provincia de Caracas; consolidar políticamente la República de Colombia; y avanzar militarmente al sur, para dominar Pasto y liberar el Reino de Quito. Y finalmente, llegar al Virreinato del Perú, último bastión del domino colonial español en el continente.
 
Para la historia nacional venezolana, la Batalla de Carabobo es la liberación de nuestro país del dominio español, jornada militar contada como epopeya por Eduardo Blanco en Venezuela heroica. Para Bolívar, en cambio, Carabobo es la confirmación del nacimiento de la república de Colombia. Hermana de Boyacá, también lo será de Bomboná, Pichincha y Junín. El nacionalismo posterior fue transformando aquella estrategia continental, en capítulos nacionales, separados uno de los otros. Pero la realidad fue otra.

Por eso, al evaluar aquel gigantesco esfuerzo político y militar, no podemos dejar de pensar que la unión colombiana era el camino a seguir frente a la desintegración del Imperio español en América. No era un capricho de Bolívar. Otra cosa es evidenciar la existencia de otros proyectos y los intereses que actuaron en su contra.

Pues bien, para Bolívar el problema de fondo no era sólo romper con la monarquía española, expulsarla militarmente del continente. Era construir un orden político diferente, lo cual pasaba por conquistar nuestra soberanía como nación independiente. La medida de esa aspiración, de esa utopía, es la que apreciamos al leer la carta que Bolívar le escribe a Fernando VII, rey de España, el 24 de enero de 1821. Allí le dice al monarca: “La existencia de Colombia es necesaria, señor, al reposo de V.M. y a la dicha de los colombianos. Es nuestra ambición ofrecer a los españoles una segunda patria, pero erguida, pero no abrumada de cadenas. Vendrán los españoles a recoger los dulces tributos de la virtud, del saber, de la industria: no vendrán a arrancarlos de la fuerza".

Si leemos con calma estas palabras, entendemos que lo grande de Carabobo no es la derrota militar de los españoles, sino la creación de una república fundada en los dulces tributos de la virtud, del saber, de la industria. La separación ya no es la meta. Es crear un orden político superior al que teníamos bajo las cadenas que nos unían a España. Nos independizamos para ser mejores, para vivir mejor y para darle, a nuestros antiguos dominadores, una segunda patria.
 
Por eso, no podemos ir a Carabobo, sólo para revivir aquella epopeya que inmortalizó al general José Antonio Páez, y quedarnos allí. Hay que completar ese análisis con las labores legislativas del Congreso de Cúcuta, donde el gran protagonista iba ser el Dr. Juan Germán Roscio, el hombre del 19 de Abril 1810 y líder de los congresos de 1811 y 1819. Roscio había viajado a Cúcuta para presidir el nuevo congreso, cuando lo sorprendió la muerte el 10 de marzo de 1821. Era Vicepresidente de Colombia.
 
Al estudiar la estrategia de Bolívar en 1821 nos encontramos, pues, con estas líneas de acción: 1) Terminar la guerra en Venezuela, lo cual asume personalmente, contando con la participación de los generales Carlos Soublette, Santiago Mariño, José Francisco Bermúdez, Rafael Urdaneta, José Antonio Páez y Manuel Sedeño; 2) continuar la campaña del sur bajo la dirección del general Antonio José de Sucre; y 3) consolidar la República de Colombia con la aprobación de una nueva constitución y elección de un nuevo poder ejecutivo, contando para ello con el liderazgo de don Antonio Nariño.
 
La solución militar en Venezuela la desencadenó la insurrección de Maracaibo, de 28 de enero de 1821, la cual recibió el apoyo militar del Coronel José Rafael de Las Heras. Este acontecimiento llevó a la reanudación de las hostilidades el 28 de mayo. Preparándose para ese futuro escenario, el Libertador partió en febrero de Bogotá para instalar su Cuartel General en Barinas. La suerte de la república se había jugado entre Cúcuta y Carabobo.
 
enfoques14@gmail.com

@reinaldorojashistoriador
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