Pensamiento Propositivo
¿Por qué procrastinamos?
Siendo la procrastinación el hábito de postergar debemos diseñar una estrategia propositiva para vencerlo
Marayira Chirinos
En tiempos de tecnología y de supremacía de las redes sociales, sin darnos cuenta invertimos mucho tiempo navegando en lugar de terminar de hacer tantas cosas pendientes. ¿Por qué dejamos para mañana lo que podemos hacer hoy? Dilatar todo termina convirtiéndose para muchos en un mal hábito del que debemos controlar hasta erradicarlo.
El psicólogo canadiense Piers Steel, destacado por sus estudios acerca de la motivación y la procrastinación en la sociedad actual, en su más reciente publicación señala que salir del atasco de la dilación eterna y empezar a vivir una vida más activa ha de ser un desafío.
Siendo la procrastinación el hábito de postergar debemos diseñar una estrategia propositiva para vencerlo, o de lo contrario se convertirá en una amenaza para nuestro proyecto de vida, sea cual fuere.
Ahora bien, Existen razones psicológicas que explican por qué nos saboteamos a nosotros mismos. Una investigación científica que se llevó a cabo en la universidad de Yale descubrió que nuestro cerebro intenta simular trabajo productivo, llenando nuestro tiempo con esas tareas pequeñas y fáciles de hacer que se encuentran en tu lista de pendientes dejando de lado lo realmente importante, el verdadero gran proyecto que nos hemos trazado, y aun así sentimos que somos productivos y que hacemos bastante. No olvidemos que el cerebro también puede ser muy tramposo, pero el control es nuestro.
¿Qué hacer? ¿Por dónde comenzar a hacer lo que debimos hacer hace mucho? Este enredado juego de palabras nos invita a reaccionar, a sentar las bases para la creación del hábito saludable de la realización de lo realmente importante.
En artículo anterior de pensamiento propositivo mostrábamos la forma de encontrar nuestro propósito de vida y en la importancia de descubrirlo. Una vez descubierto ese propósito se ha de trazar la hoja de ruta para mantenerlo y fortalecerlo; pero si procrastinamos de nada sirve encontrar ese propósito.
¿Cómo Hacerlo?
Lo primero que hay que vencer es la tentación de llenarnos de pequeñas cosas desplazando la grande.
Detengámonos a reconocer que al terminar esa tarea enorme la sensación de bienestar será realmente satisfactoria, y que traerá consigo efectos positivos subyacentes que merecemos disfrutar.
Debemos, eso sí, diseñar pequeñas metas relacionadas a las grandes cosas por hacer de acuerdo al llamado Principio del Progreso. El Principio del Progreso que a los ojos de Teresa Amabile y Steven Krameres son una gran herramienta para alcanzar nuestros objetivos personales, consiste en dividir las grandes y ambiciosas metas en unas más pequeñas y alcanzables. Esto sin duda se convierte en un poderoso estímulo para nuestros intentos de cambio. Algo así como “pequeñas victorias producen grandes resultados”. Aquí entra en juego el factor emocional, pues progresar en el trabajo significativo estimula las emociones e impulsa a progresar.
Aprender a reconocer y celebrar estos logros de menor magnitud dentro de un proyecto más grande, mejorará significativamente nuestro estado de ánimo y nuestra motivación. Es decir, la felicidad y la productividad están más estrechamente relacionadas de lo que uno pensaría, y a la vez son diametralmente opuestas a la procrastinación.
Otra de las recomendaciones que realmente funciona es fijar fechas de logro de cada objetivo. Si bien no es un maratón, el poner fecha impide la desaceleración de los objetivos.
Una vez entendido por qué dejamos para mañana lo que, efectivamente, podríamos hacer hoy, analicemos los mecanismos que en cada u o de nosotros activa este tipo de conducta y nos retrata lo que pudiera convertirse en una solución para nuestras vidas
Procrastinar es de las conductas más comunes que existe, y aunque parezca mentira no es de las más difíciles de erradicar porque los hábitos no son imposibles de cambiar. Sigamos esta propuesta ágil e interesante sobre cómo ser más eficiente y comenzaremos a no dejar para mañana lo que podemos hacer hoy.
En tiempos de tecnología y de supremacía de las redes sociales, sin darnos cuenta invertimos mucho tiempo navegando en lugar de terminar de hacer tantas cosas pendientes. ¿Por qué dejamos para mañana lo que podemos hacer hoy? Dilatar todo termina convirtiéndose para muchos en un mal hábito del que debemos controlar hasta erradicarlo.
El psicólogo canadiense Piers Steel, destacado por sus estudios acerca de la motivación y la procrastinación en la sociedad actual, en su más reciente publicación señala que salir del atasco de la dilación eterna y empezar a vivir una vida más activa ha de ser un desafío.
Siendo la procrastinación el hábito de postergar debemos diseñar una estrategia propositiva para vencerlo, o de lo contrario se convertirá en una amenaza para nuestro proyecto de vida, sea cual fuere.
Ahora bien, Existen razones psicológicas que explican por qué nos saboteamos a nosotros mismos. Una investigación científica que se llevó a cabo en la universidad de Yale descubrió que nuestro cerebro intenta simular trabajo productivo, llenando nuestro tiempo con esas tareas pequeñas y fáciles de hacer que se encuentran en tu lista de pendientes dejando de lado lo realmente importante, el verdadero gran proyecto que nos hemos trazado, y aun así sentimos que somos productivos y que hacemos bastante. No olvidemos que el cerebro también puede ser muy tramposo, pero el control es nuestro.
¿Qué hacer? ¿Por dónde comenzar a hacer lo que debimos hacer hace mucho? Este enredado juego de palabras nos invita a reaccionar, a sentar las bases para la creación del hábito saludable de la realización de lo realmente importante.
En artículo anterior de pensamiento propositivo mostrábamos la forma de encontrar nuestro propósito de vida y en la importancia de descubrirlo. Una vez descubierto ese propósito se ha de trazar la hoja de ruta para mantenerlo y fortalecerlo; pero si procrastinamos de nada sirve encontrar ese propósito.
¿Cómo Hacerlo?
Lo primero que hay que vencer es la tentación de llenarnos de pequeñas cosas desplazando la grande.
Detengámonos a reconocer que al terminar esa tarea enorme la sensación de bienestar será realmente satisfactoria, y que traerá consigo efectos positivos subyacentes que merecemos disfrutar.
Debemos, eso sí, diseñar pequeñas metas relacionadas a las grandes cosas por hacer de acuerdo al llamado Principio del Progreso. El Principio del Progreso que a los ojos de Teresa Amabile y Steven Krameres son una gran herramienta para alcanzar nuestros objetivos personales, consiste en dividir las grandes y ambiciosas metas en unas más pequeñas y alcanzables. Esto sin duda se convierte en un poderoso estímulo para nuestros intentos de cambio. Algo así como “pequeñas victorias producen grandes resultados”. Aquí entra en juego el factor emocional, pues progresar en el trabajo significativo estimula las emociones e impulsa a progresar.
Aprender a reconocer y celebrar estos logros de menor magnitud dentro de un proyecto más grande, mejorará significativamente nuestro estado de ánimo y nuestra motivación. Es decir, la felicidad y la productividad están más estrechamente relacionadas de lo que uno pensaría, y a la vez son diametralmente opuestas a la procrastinación.
Otra de las recomendaciones que realmente funciona es fijar fechas de logro de cada objetivo. Si bien no es un maratón, el poner fecha impide la desaceleración de los objetivos.
Una vez entendido por qué dejamos para mañana lo que, efectivamente, podríamos hacer hoy, analicemos los mecanismos que en cada u o de nosotros activa este tipo de conducta y nos retrata lo que pudiera convertirse en una solución para nuestras vidas
Procrastinar es de las conductas más comunes que existe, y aunque parezca mentira no es de las más difíciles de erradicar porque los hábitos no son imposibles de cambiar. Sigamos esta propuesta ágil e interesante sobre cómo ser más eficiente y comenzaremos a no dejar para mañana lo que podemos hacer hoy.
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