¡Qué importantes son siempre nuestras actitudes! Y qué efectos tan distintos pueden ocasionar en nuestras vidas, tanto que en la misma situación pueden llevarnos a resultados totalmente opuestos.

A continuación una anécdota de algo real que sucedió, y que ilustra claramente cómo pueden cambiar las cosas cuando asumimos la actitud más provechosa, y lo mejor es que esto no dependerá de nuestras circunstancias:

Harold vivía siempre preocupado. Eso fue hasta un día de 1934 cuando, mientras caminaba por la calle, vio algo que puso fin a todas sus preocupaciones. “Todo sucedió en diez segundos”, le dijo a un amigo años después, “pero durante esos diez segundos aprendí más sobre cómo vivir de lo que había aprendido en los diez años anteriores”.

En ese momento, Harold había estado tratando de administrar una tienda de comestibles, lo que no era fácil en medio de la Gran Depresión. Se había endeudado mucho y se había visto obligado a cerrar su tienda unos días antes. Ahora se dirigía al banco para intentar pedir un préstamo para poder ir a una ciudad cercana a buscar trabajo. Harold había perdido todo su ánimo y su fe. Caminaba como un hombre vencido.

Luego vio a un hombre que no tenía piernas y que venía por la calle. Estaba sentado en una plataforma de madera con ruedas de patines. Se impulsaba con un taco de madera en cada mano. Harold se encontró con él justo después de que el hombre había cruzado la calle y buscaba montarse en la acera. Cuando el hombre inclinó su "monopatín" en un ángulo, sus miradas coincidieron y el hombre saludó a Harold sonriendo. "¡Buen día! Es una bonita mañana, ¿no?" dijo animado.

Mientras Harold lo veía, se percató de lo rico que era. Tenía dos piernas. Podía caminar. Sintió vergüenza de su autocompasión. "Si ese hombre puede estar alegre y seguro sin piernas, ciertamente yo puedo hacerlo con piernas". Tenía la intención de pedir al banco un préstamo por una cantidad de dólares. Ahora tuvo el valor de pedir el doble de lo que pensaba antes. Pensaba decir que quería ir a la ciudad para tratar de conseguir un trabajo, pero en el banco dijo con seguridad que iría a la ciudad a conseguir un trabajo. Obtuvo el préstamo y el trabajo.

Durante años, Harold puso un letrero en el espejo del baño y lo leía todas las mañanas:

YO ESTABA MUY TRISTE
PORQUE NO TENÍA ZAPATOS
HASTA QUE EN LA CALLE
CONOCÍ A UN HOMBRE QUE NO TENÍA PIES

Una de las mayores lecciones que en lo personal he estado aprendiendo, en especial en medio de distintas crisis, es que nunca deberíamos decir que ahora sí estoy tocando fondo, o algo parecido. En realidad en la vida nunca tenemos nada garantizado, ni siquiera el día de mañana (ni aún la próxima hora). Por tanto deberíamos aprovechar al máximo el tiempo del que disponemos mientras lo tenemos, y la mejor manera de hacerlo es dando amor real a nuestros seres queridos, y mostrando consideración cada vez que se pueda, a todo el que se cruce en nuestro camino.

@viviendovalores

@agusal77