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Un mundo cada vez más "líquido"

No podemos olvidar jamás que en el mundo de hoy todos estamos llamados a forjarnos como ciudadanos globales

  • DYLAN J. PEREIRA

22/05/2021 05:00 am

“Modernidad Líquida” es probablemente una de las obras más emblemáticas del sociólogo, filósofo y ensayista polaco Zygmunt Bauman cuyo pensamiento ha intentado ser encasillado por muchos dentro de lo posmoderno, pero que a nuestro criterio resulta mucho más complejo, e imposible de aislar en una corriente, ya que ha sido influenciado por un espectro muy amplio de autores y disciplinas, desde Arendt a Adorno, de Gramsci a Freud, derivando en un resultado fascinante para aproximarnos desde una perspectiva multidisciplinaria a las nuevas sociedades, a la historia, a la política o incluso a las redes sociales.

Bauman, concibe y enmarca el mundo de hoy en una “modernidad líquida”, basándose en los conceptos de fluidez, cambio, flexibilidad, adaptación, como metáfora regente de una cotidianidad accidentada, absolutamente dinámica, que nos imposibilita aprehender los fenómenos que se suscitan vertiginosamente a nuestro alrededor, donde el entorno sufre una constante transformación. La agenda internacional de la que somos actores y testigos es prueba fidedigna de esto. El conflicto social se acentúa a medida que el cambio es más vertiginoso, y pese al sentido de inmediatez la vida de todos y de todo es afectada a cada instante en un mundo que tiende a fortalecer la glocalidad; la pandemia es sin duda una expresión de esto, donde el individuo es sometido a fuertes tensiones e incluso lo social se ve forzado a ser redimensionado.

Para Bauman la obra de Norbert Elías, “Sociedad de individuales” resume perfectamente el problema esencial de la teoría social contemporánea. Aquí hay una concepción reciproca de la sociedad: la sociedad forma la individualidad de sus miembros, y estos dan forma a la sociedad a través de sus actos, dentro de un tejido social de interdependencias. Esto permite a Bauman concluir que la sociedad moderna existe “por una incesante acción individualizadora”; entendiendo “individualización” como la “transformación la identidad humana de algo dado en una tarea, y en hacer responsables a los actores de la realización de esta tarea y de las consecuencias de su desempeño”.

Así pues, existe un llamado implícito al desarrollo humano y con ello todas las consecuencias políticas que de esto se desprende, bajo el imperativo de la defensa de la autonomía humana, la libertad de elección y autoafirmación y el derecho a ser y seguir siendo diferente.

Basado en los planteamientos de Sartre, la era moderna se caracterizaba pues por la “necesidad de transformarse en lo que uno es”, aunque admite Bauman que este proceso compulsivo está caracterizado por la heteronomía en su aplicación y en contextos de diversos niveles y diversas categorías sociales.

En definitiva, Bauman sentencia que la otra cara, la contraparte de la individualización parece ser “la corrosión y la lenta desintegración del concepto de ciudadanía”, a lo que añade la simpática afirmación del autor francés contemporáneo Joel Roman quien asevera que “hoy el interés general no es más que una junta de egoísmos, simpáticas emociones colectivas y miedo al prójimo” siendo este fenómeno un nocivo precedente para las naciones y para todo el sistema internacional, ya que las problemáticas del mundo de hoy sólo pueden ser abordadas desde un perspectiva global, solidaria, fraternal y bajo un sentido de pertenencia a una comunidad global donde se abre una brecha abismal entre el derecho a la autoafirmación y la capacidad de controlar estos mecanismos sociales.

Dentro de un mundo que cada vez se vuelve más líquido, no podemos sucumbir a la apatía política social o cultural. En lo personal, resulta fascinante la crítica de Bauman a las redes sociales; el autor asume el diálogo en las redes sociales como un lugar para encerrarse de forma confortable y «escuchar el eco de la propia voz». En un mundo disgregado, asechado por la tentación del proteccionismo y el aislacionismo no podemos olvidar jamás que en el mundo de hoy todos estamos llamados a forjarnos como ciudadanos globales, y no podemos perder de vista lo sólido del mundo: la virtud, la cooperación, la fraternidad universal y el imperativo del bien común global clave para un verdadero desarrollo sostenible

Dylanjpereira01@gmail.com
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