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Caerán pedazos de sueños

Tal vez haya la necesidad de que exista una balanza y ante el hecho de haber disfrutado tanto la vida, se hace inevitable que la fecha de vencimiento del paraíso finalmente asomara.

  • ALIRIO PÉREZ LO PRESTI

13/04/2021 05:04 am

A ella solo le bastó un mensaje de WhatsApp para que me pusiese a pensar. El texto, envenenado, era una interrogante a quemarropa: “¿La vida puede llegar a ser una sumatoria de causas perdidas?” No pude sino sentarme a escribir. El solo hecho de que expresemos nuestras opiniones, tanto a viva voz como por escrito, puede ser motivo de contrariedad para cierta gente. Ocupar un espacio como ser vivo lleva, en ocasiones, a predicar una buena cantidad de voces que nos hacen presentes. Esa capacidad de comunicarnos, que puede muchas veces molestar a algunos sujetos, no es una casualidad, sino una manera de asumir la existencia. “Escribo lo que pienso y suelo decir lo que voy escribiendo” es una forma de conceptuar la presencia y dar sentido a aquello que vamos experimentando como personas pensantes en esta vida y este tiempo que nos ha tocado respirar. ¿Es necesario pasar por el sufrimiento para pensar con claridad?

Dolores de parto
Es un lugar común asumir que para alcanzar logros se debe pasar por una etapa de sacrificio importante o de ruptura con la línea de la vida. Los ejemplos abundan en el curso de lo civilizatorio. No es infrecuente ver que grandes ideas o conquistas son consecuencia de estados o situaciones de desazón, por no decir calamidad. De las crisis, muchas veces salen cosas buenas, para no señalar que es necesario que se produzcan crisis para que germinen asuntos mejores. En eso se nos va la vida, luchando y asumiendo posturas, tomando decisiones sin tiempo para ser dubitativos y enfrentándonos a lo que no compartimos sin ambages ni resquicios de ambigüedades. Pareciera que en la vida se hace inevitable que ocurran procesos personalísimos en los que prevalece el dolor. La sola idea de que atravesamos por situaciones difíciles y estamos conscientes de las mismas, nos lleva a creer que las cosas deben tener una suerte de final cuando no una resolución. A eso llamamos esperanza, dimensión que abrazamos con ojos cerrados para poder seguir el camino. Ese sendero que está signado por la bitácora que vamos elaborando cada día tiene siempre recovecos y las amenazas son tangibles, por más que tratemos de tender vínculos amistosos con nuestros acompañantes en este viaje de tumultos de pasajeros.
 
¿Usted tiene el carácter suave?
Han querido las circunstancias, atizadas por mis apetencias, que la trashumancia me haya acompañado. He vivido en tantos sitios y conocido a tantas culturas y personas que siento que me ha rendido la vida. El viaje es una forma de entender lo que nos circunda, de escapar de aquello que nos rodea y de encontrarnos con escenarios más amables para hacer del mundo un lugar para la serenidad y el reposo. Hace un tiempo, en una entrevista laboral, una joven me preguntó si tenía el carácter suave, a lo que respondí que, si bien es cierto que suelo ser consecuente con practicar los principios propios de la urbanidad y las buenas maneras, el carácter se va formando, dependiendo de lo que vamos viviendo. No suelo perder las formas y mucho menos la compostura, aun enfrentando situaciones de cierta complejidad. Pero el carácter es nuestra naturaleza y si no hay una fortaleza interior que nos proteja de tantas desventuras y batallas contra enemigos reales e imaginarios, no podríamos ni llegar caminando a la primera esquina. En ese asunto tiene cabida una paradoja perfecta y es que: Mientras más conocemos lo humano, más necesitamos confiar en otros. Una vida de desconfianzas es tan desafortunada como asumir una ingenuidad radical. Apelamos a la idea del punto medio, como manera sana de sobrellevar la vida ¿Cómo no abrazar lo saludable?

El paraíso y su fecha de vencimiento
Vengo de un lugar tan paradisíaco que una vez, mientras viajaba de Táchira a Barinas, de Abejales a El Cantón, la tarde se me hizo tan hermosa que tuve que detenerme en plena vía para contemplar la puesta de sol. No era una situación cualquiera, puesto que la belleza del lugar era tan abrumadora que podría decir que entré y salí de repetidos estados de éxtasis en una sola tarde. En el país de los más hermosos parajes conseguí uno sin parangón en el que lo verde era tan intenso como indescriptible y el reflejo del sol era exponencial cuando se multiplicaba con su reflejo en los pantanos de la zona. Ese paraíso forma parte de lo que soy y me acompaña cuando estoy despierto y cuando duermo. Mis ensoñaciones están repletas de esos lugares maravillosos que tatuaron en mi alma la belleza de lo que durante años me rodeaba. Tal vez haya la necesidad de que exista una balanza y ante el hecho de haber disfrutado tanto la vida, se hace inevitable que la fecha de vencimiento del paraíso finalmente asomara. Eso es lo que opino de la migración. Haber tenido que abandonar el paraíso para mimetizarme con la fea realidad es un asunto que asumí. Afortunadamente no estoy solo en mi viaje y sin maletas, pero con profundos afectos seguimos adelante en este mundo que ya se nos antoja pequeño.

@perezlopresti

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