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Venezuela y el mes de abril

Venezuela se halla dividida en dos mitades, dándose la espalda una a la otra. Esa situación, unida a una tragedia económica agravante, hace que la nación sea un volcán atiborrado de indolencias profundas, cuyo futuro no es gris, sino ennegrecido...

  • RAFAEL DEL NARANCO

11/04/2021 05:07 am

Estos días idos de una Semana Santa irreconocible a razón del virus que envuelve el planeta, repasamos algunos de los 36 libros que poseemos sobre Hugo Chávez, y que han venido con nosotros a la Valencia mediterránea en la que ahora hacemos fonda, sin olvidar un día sí y otro igualmente, los prolongados años en una Venezuela que, al decir de la hábil sentencia popular, era “un país para querer”.

Los textos hablan del barinés que ha cambiado la historia de la nación en los últimos años, a partir del 4 de febrero de 1992, cuando intentó un golpe contra Carlos Andrés Pérez, cuyo fracaso le llevó a la cárcel de Yare, mientras sus consecuencias siguen marcando la deriva diaria de la nación.
 
Han pasado 29 años de aquel suceso, y nada ha sido para mejor. Miles de venezolanos han ido abandonando la antigua y valorada “tierra de gracia”, y la situación interna está a un nivel sociopolítico profundamente azaroso.
 
El presente es una uniformidad concentrada en un pensamiento lineal. Parte del espectro de prensa, radio y televisión, lo ocupan los adheridos al sistema gubernamental imperante.

Arduo es, en los actuales momentos, desentenderse de la amenaza que nos empuja al despeñadero irremediable, debido a la falta de libertades democráticas plenas.
 
La nación, ese terruño de afanes y congojas, se halla imbuido en una insondable oscuridad. Los valores de la república son rebajados, convertidos en carcoma y lanzados al foso de la degradación. No hay más que una sola frecuencia de voz, un esquema ideológico central, y aunque es cierto que algunos partidos políticos aún existen, el campo de maniobra que poseen es volátil.
 
Cada día que transcurre –y van años- nos estamos acercando más a la desazón, la destemplanza y los lamentos envolventes. En los primeros años de Chávez en Miraflores, las expectativas hacia una heredad mejor estaban frescas.
 
Ahora nos vamos dando cuenta que todo mes abril nos envuelve a lo largo de los tiempos. Dentro de pocos días conmemoraremos un año más del glorioso 19 de Abril de 1810, fecha memorable de la independencia de la corona de España.
 
En el presente tiempo, igual a otros transitados, los venezolanos se van desencantando más de la actual gobernabilidad, al no concurrir un cauce para emerger de una crudeza que matiza con fuerza la existencia diaria, mientras no se observa una salida específica hacia los valores liberales tan anhelados.
La corrupción corroe todos los estamentos del Estado, los productos del día se hacen difíciles conseguir, el bolívar, una moneda que llegó a cotizarse sólidamente en todos los mercados del planeta, hoy es papel humedecido sin valor.
 
Señalábamos que el mes cuarto del calendario gregoriano nos viene envolviendo desde el comienzo de nuestra historia republicana, siendo así que el presente 11 de abril se cumplen 19 años de la intentona del llamado “Carmonazo”.
 
Es bien recordado: la Asamblea Nacional fue disuelta, destituidos todos los representantes de los poderes públicos, no obstante –y eso debe ser recordado– una amplia mayoría de ciudadanos se alzaron contra esa maniobra. El presidente Chávez, para impedir una sangría, se entregó a los militares y civiles alzados, hasta que horas después soldados de Maracay lo rescataron.
 
Lo acaecido fue una jugada planificada -pero mal ejecutada- en la que intervinieron los partidos políticos tradicionales, las centrales sindicales y la patronal, un sector significativo de la Fuerza Armada con una pequeña ayuda de sus amigos del exterior, lo cual concluyó, como es sabido, con el encarcelamiento y la destitución de Hugo Chávez.
 
Apenas 40 horas más tarde, el teniente coronel retornó al palacio presidencial de Miraflores en un movimiento de seguidores nunca antes visto en la historia.
 
Gigantescas manifestaciones populares en todo el país –muy especialmente en Caracas- junto con el desconocimiento de las principales unidades militares al presidente de facto Pedro Carmona Estanga -líder de la patronal Fedecamaras- reanudaron el hilo constitucional y le devolvieron el poder al jefe del Ejecutivo destituido.

Apenas repuesto en su cargo, el comandante Chávez intentó conciliar con sus enemigos políticos. Cambió de rumbo. Horas después de volver al salón presidencial, solicitó públicamente perdón por sus errores y llamó a dialogar a todos los sectores que representan los valores de la nación.
Nadie sabrá jamás por qué no se suscitó el coloquio político deseado, y hoy, a años de lo sucedió, y sin la presencia ya del Comandante, sigue sin promoverse.
 
Venezuela se halla dividida en dos mitades, dándose la espalda una a la otra. Esa situación, unida a una tragedia económica agravante, hace que la nación sea un volcán atiborrado de indolencias profundas, cuyo futuro no es gris, sino ennegrecido.

Recodemos el laudo: “La libertad no hace felices a los hombres; los hace, sencillamente, hombres”.

Hugo fue un autodidacta político con olfato; no obstante, sus ideas socioeconómicas no llegaron más allá de la bodeguita.


rnaranco@hotmail.com
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