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Doble vía

No repitamos a ciegas las acciones de otros porque además de demostrar incapacidad y falta de preparación, deja en evidencia una profunda ausencia de personalidad y amor propio

  • LEONARDO ZURITA

06/04/2021 05:00 am

Por estos días se practica con normalidad las dobles posturas y hasta se le justifica. Actuar en dos niveles se ha viralizado y deja entre otros resultados que una postura única, indivisible y bien plantada es incorrecta. Por otro lado hay quienes ejercen la cotidianidad con una ambigüedad tremenda a sabiendas que su doble mundo, su existencia dual, termina por ser un espejismo en ambos canales.

Pero hay ámbitos que no permiten estas posturas, espacios sociales que no solo no lo toleran sino que además lo castigan, lugares en los que se corre el riesgo de afectar la imagen propia por no actuar apegado a la razón y la verdad: el emprendimiento.

Para quienes sienten que la dualidad es una opción de vida que los pone bien con Dios y con el diablo y gustan de vivir una vida virtual llena de opulencia, logros y felicidad, a pesar que la realidad sea diferente si no opuesta, deben tener claro que esto les puede generar, al final del camino, frustración y una fuerte desconexión con la realidad.

Nuestra sociedad vive sumergida a diario en una especie de burbuja que más allá de sus propias cotidianidades revela un profundo contrasentido de las cosas, ambiguo a ratos y antagónico en otros momentos.

Para entender y sobrevivir a esto es necesario plantarse con metas definidas, planificación estructurada, mucho análisis de entorno y sentido crítico. Las improvisaciones, más allá de meros golpes de suerte, solo agudizan las adversidades, alejan lo deseado y hacen menos alcanzable las metas planteadas.

Y es que en este mundo actual lo ilógico por repetitivo pasa a ser normal, desde la perspectiva de que por común debe ser bueno y aceptado.

Este contrasentido nos lleva a movernos en dos aguas a diario, enfrentarnos a las dos versiones de las cosas: la real expuesta al mapa de percepciones de bueno y malo y abierta a todos y, por otro lado, la socialmente aceptada aunque en los espacios de la intimidad sea criticada y hasta reprochada.

El primer aspecto de este escenario lo constituye la doble moral. Lo del contrario siempre será malo por muy noble que se presente, mientras que lo propio será bueno sin importar cómo afecte a los demás. Esa justificación irracional de hacernos próximos a la superioridad a través de una relación invisible y automática con el bien, termina por ponernos sobre los demás. Los mejores ejemplos de esto se ubican en la esfera pública con protagonismo casi exclusivo de los actores políticos y económicos acompañados de sus acólitos y segundones. Lo malo está mal aunque muchos lo hagan y justifiquen, basta de hipocresías.

La doble moral es una acción de doble rasero que termina siendo delincuencial, es solidaridad automática por proximidad y no por ética, justicia y verdad y se ha convertido en una forma colectiva de acabar consigo mismo.

Para el caso de los emprendedores la ambigüedad y las dos caras no deben existir en el plano concreto de la oferta comercial. Si juega con doble moral sus consumidores le castigarán. El producto y la calidad van de la mano. Servicio y calidad son una llave única hacia la satisfacción. No existe la doble calidad. O se tiene buena calidad o no se tiene.

Si bien es cierto que nuestra oferta no es única ni mejor por sí misma ante las demás opciones, lo que sí es posible es comprometerse con hacerla exclusiva, novedosa, interesante y gratificante. Estos atributos harán de su producto un bien de necesaria posesión y consumo.

Si cree que por tener la mejor publicidad y los más efectivos contenidos en redes sociales los potenciales clientes consumirán lo que oferta de manera automática, no solo está equivocado sino que además arriesga todo por una fantasía donde sus deseos que anteponen a los de sus clientes y eso termina por ser contraproducente.

No trate de disfrazar su producto con la magia de la publicidad para esconder deficiencias o crear una calidad que no existe. Los subterfugios y atajos son caminos de promoción que terminan por acabar con los productos y sus creadores.

Su producto no es un perfil personal donde coloca todo lo que desea como si ya fuese real. No puede construir una imagen ganadora de su oferta para que vaya sola pues el producto se quedó en la salida y no partió.

Retomemos lo leído y entendamos que no existe doble rasero para tratar nuestra oferta comercial. Como en la vida real la mesura y la verdad son un preciado valor que lleva consigo respeto y reconocimiento de otro.

Pensamiento y Acción van juntos pero con una fuerte carga de ética y sentido moral de las cosas.

No repitamos a ciegas las acciones de otros porque además de demostrar incapacidad y falta de preparación, deja en evidencia una profunda ausencia de personalidad y amor propio. Y eso se refleja en lo que hacemos.

Aprende, crea y emprende.

Leonardo Zurita
Comunicador Social UCV
Instagram. Facebook & Twitter: leozuritave
leozurita.ve@gmail.com
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