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Eugenio Mendoza, obra social

LUIS XAVIER GRISANTI. 22 ensayos de idóneos autores auscultan la notable trayectoria del emblemático emprendedor caraqueño (1906-1979), quien, prácticamente de la nada, edificó un emporio de empresas comerciales y manufactureras en la Venezuela que dejaba atrás su condición de país rural, agropecuario y caudillista, para convertirse en una nación urbana, industrial y democrática

  • LUIS XAVIER GRISANTI

18/05/2018 05:00 am

La Universidad Metropolitana recién editó el libro Eugenio Mendoza Goiticoa: empresario y buen ciudadano. 22 ensayos de idóneos autores auscultan la notable trayectoria del emblemático emprendedor caraqueño (1906-1979), quien, prácticamente de la nada, edificó un emporio de empresas comerciales y manufactureras en la Venezuela que dejaba atrás su condición de país rural, agropecuario y caudillista, para convertirse en una nación urbana, industrial y democrática. 


Nadie como Rafael Arráiz Lucca, compilador, para lograr un balance ecuánime del hijo de don Eugenio Mendoza Cobeña y doña Luisa Goiticoa, quien, sin bienes de fortuna, transformó para siempre, con espíritu visionario e innovador, el oficio de empresario en Venezuela, al construir, en paralelo otro emporio, pero de carácter social.

 

La obra social de Eugenio Mendoza no tiene parangón en Venezuela. Y es que Mendoza, como señala Edgardo Mondolfi Gudat, sostenía, hace ocho décadas, que la filantropía no era suficiente para apuntalar el desarrollo del país: “Para contribuir a resolver tantos y tan agobiantes problemas no basta el progreso que genera por sí solo el desarrollo económico y, por tal motivo, considero que la empresa está obligada a extender su responsabilidad más allá de sus intereses específicos”. 


De su empuje creador, destaca Víctor Guédez, nacieron la Fundación Venezolana contra la Parálisis Infantil (1942), el Hospital Ortopédico Infantil (1945), la Fundación para la Vivienda Popular (1958), el Banco Hipotecario de la Vivienda Popular (1960), el Dividendo Voluntario para la Comunidad (1964), la Universidad Metropolitana (1970) y el Centro Médico Docente La Trinidad (1971). Sobran las palabras.


Este cronista escribió el ensayo Medina Angarita, Eugenio Mendoza y la Ley de Hidrocarburos de 1943. Al joven ministro de Fomento le correspondió dirigir las negociaciones con las empresas petroleras internacionales, que, si bien mostraron reservas iniciales hacia la Reforma Petrolera nacionalista emprendida por el general civilista, se acogieron a la ley, iniciándose un ciclo de inversiones que permitió elevar la producción de petróleo de 562.000 barriles diarios en 1939, a 3.700.000 b/d en 1970.

 

@lxgrisanti 

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