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¡Vótese por la salvación de la Patria!

ALEJANDRO ANGULO FONTIVEROS. Venezuela sufre hoy una terrible amenaza de guerra e invasión y para conjurarla sería muy útil la usual votación masiva –por cualquier candidato– que diera un formidable golpe de opinión democrática e internacional para despertar a la “aldea global” y alertarla.

  • ALEJANDRO ANGULO FONTIVEROS

17/05/2018 05:00 am

Venezuela sufre hoy una terrible amenaza de guerra e invasión y para conjurarla sería muy útil la usual votación masiva –por cualquier candidato– que diera un formidable golpe de opinión democrática e internacional para despertar a la “aldea global” y alertarla.

 

Amenaza una poderosísima coalición extranjera que, con su vocería mediática, montó una colosal farsa mundial y no reconocerán la inminente elección presidencial porque “será falsificada” por un sistema electoral tramposo e inconfiable; pero eso es lo que siempre alegó la oposición (cuando perdió) sin nunca dar pruebas. Sin embargo, en 2015 ese mismo sistema declaró ganadora a la oposición en los comicios a diputados, pese al evidente gran perjuicio futuro para el Gobierno. El 20 de los cursantes, si no lo impiden los gorilas foráneos que agavilláronse (apoyados por algunos nacidos aquí) contra la democracia venezolana, el CNE activará idéntico sistema computarizado y con igual personal.      A ese mismo sistema lo elogió el ilustre presidente Carter como “el mejor del mundo” en el discurso anual en el Centro Carter (20-9-12); aseveró que Chávez en 2006 ganó los comicios de forma “totalmente honesta” y agregó:

 

Venezuela tiene un maravilloso sistema de votación, donde pulsas una pantalla táctil y votas por quien quieres e instantáneamente tu escogencia es grabada y transmitida electrónicamente al centro de conteo; pero también imprime un comprobante y no sólo tienes un voto electrónico, sino que también obtienes un comprobante que te asegura por quien votaste y después lo pones en una caja y luego puedes verificar los resultados y corroborar que concuerdan. Tomando en cuenta las 92 elecciones que hemos monitoreado, yo diría que el proceso electoral en Venezuela es el mejor en el mundo. (…) los candidatos estadounidenses reciben también contribuciones privadas, lo que estimula la corrupción

Tenemos uno de los peores procesos electorales en el mundo”.

 

En vista de esa supremamente calificada opinión de Carter, quien no es chavista, ¿cómo es que la mediática mundial insiste en divulgar que nuestro proceso electoral es falso y que ¡la próxima elección será tramposa!? ¡Una condena apriorística! (Ni a los nazis, quienes pudieron defenderse y logró su absolución el gran Guderian). ¿Cómo asegurar algo tan grave sin dudarlo un instante? El cuestionar es indefectible para después opinar con seriedad y máxime si se aseveran hechos de tánta monta e incluso delictivos. En esa indagación de la verdad, para poder informar honrando su responsabilidad eminente, es que hallan los periodistas la gran dignidad de su profesión: no sólo informan sino que también forman la opinión pública. Aquella muy próvida “duda metódica” basa la filosofía de Descartes, quien contribuyó mucho con el “El siglo de las luces” y creó la actitud mental o el espíritu del hombre moderno: dudar es condición de la ciencia. La primera regla del “Discurso del Método” es no dar por cierto nada que no sea evidente. La mediática, al menos, ha debido mostrar esos hechos contradictorios: faltó información porque no dio datos para saber con exactitud. No es serio que una elección sea correcta si gana la oposición y falsa si pierde. Falcón confesó (vídeo) que altos funcionarios extranjeros le aseguraron que no reconocerían la elección ¡excepto si él gana! Quien anda desnudo no debe dejar caer nada…

 

Vista la chifladura mundial sobre Venezuela (esa repulsa no la hubo –¿por qué será?– ni con Pinochet, Stroessner y Somoza) debe reiterarse que el voto popular es esencia democrática. Sin embargo, sedicentes demócratas criollos y extranjeros, con teatral hinchazón retórica “rechazan” esa elección y “ordenan” abstenerse. Esos grupos (p.ej. la Unión Europea) no tienen auctoritas” y potísima prueba es que no se “preocupan” por las atrocidades que les hacen a los refugiados allá, donde, vaya coincidencia, hay países “muy preocupados” “por Venezuela”; pero quieren llevar la violencia al paroxismo y azuzan su invasión: con estas preferencias hemofílicas traicionan sus campanudas proclamas “por la paz y democracia”; y sus miembros (¿y “miembras” habrá que decir aquí según la manía oficialista?) encajan en la inusual acepción de “farsantes” como “actores de teatro” al mejor estilo de Moliere.

 

La mise en scene montada por esos batallones de cómicos o comediantes, incluye cuantiosas sumas entregadas a países donde han ido venezolanos “refugiados” (así llamados falsamente); pero a Venezuela jamás le dieron ni un centavo por, como reconoció ACNUR, recibir hace décadas –y con mucho humanitarismo además– a millones de inmigrantes de los países que ahora maltratan a esos recién llegados, como ¡seis millones de colombianos refugiados (esos sí)!

 

Esos Tartufos o seres de poca virtud, en su persistente alta comedia “togada”, afectan el bien y engatusan a los cándidos, que son mayoría. La verdad es que a esos cómicos o comediantes les gustan los horrores de la guerra: “Vencerán; pero no convencerán”...

 

aaf.yorga@gmail.com


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