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Geografía del Covid-19

¿Estamos pintando un nuevo mapa de desigualdad y desesperanza, con su conflicto de patentes y pasaportes biológicos como salvoconductos? El camino es una vacuna global, de patente universal, de producción conjunta y descentralizada, para la Humanidad...

  • REINALDO ROJAS

01/03/2021 05:04 am

El Covid-19 ha dejado su estela de muerte en la geografía mundial. Cuando escribimos este artículo, las cifras de contagio y muerte dan la dimensión de la catástrofe: 112 millones de contagiados y 2 millones y medio de fallecidos. Los cinco países que encabezan la lista son los Estados Unidos, con 28 millones, India con 11 millones, Brasil con 10 millones y Rusia con 4 millones de contagiados. Le siguen Reino Unido, Francia, España, Italia y Turquía, por encima de los 2 millones 600 mil personas contagiadas. Un corredor geográfico que atraviesa China, Europa y Estados Unidos.

Esta es la ruta biológica de la epidemia, que se originó en la ciudad china de Wuhan y se extendió por los países integrados a una floreciente economía capitalista, con centros financieros situados en Estados Unidos y Europa occidental, por un lado, y los espacios industriales del capitalismo emergente del siglo XXI: China, Brasil y la India. ¿Será una casualidad que sea éste el espacio inicial de la pandemia? ¿A qué se debe esta distribución geográfica?
 
Como se sabe, la epidemia surgió en uno de las principales ciudades del emergente capitalismo chino, en Wuhan, centro industrial donde tienen asiento grandes empresas automovilísticas, del hierro y del acero. Cinco grandes conglomerados encabezan las fusiones industriales que allí producen vehículos para todo el planeta: Dongfeng Honda, Citröen, Shanghai GM, DFM Passenger Vehicle and Dongfeng Renault y Dongfeng-Citröen Automobile Co., Ltd. En 2016, Wuham contaba con la presencia de 5.973 empresas de más de 80 países, con una inversión superior a los 22 billones de dólares.
 
En el escenario de la economía global, Wuhan es un centro productivo, tecnológico y financiero de primer orden. No una aldea de campesinos comedores de murciélagos, en un enigmático y atrasado imperio comunista. Esa relación de Wuhan con Japón, Europa y Estados Unidos, explica la ruta de la epidemia, ya que el viajero ha sido el más efectivo propagador del virus. Una simple ojeada a los destinos aéreos entre Wuhan y el resto del mundo nos ayudaría a entender por qué la contaminación de Europa occidental y Estados Unidos fue tan rápida y contundente.
 
El mapa mundial del Covid-19 no es, pues, la geografía del hambre y la pobreza. En ese mapa destacan Estados Unidos, ya que el gobierno de Donald Trump prefirió desconocer la enfermedad, burlarse de la ciencia y pelearse con la OMS, dejando que el virus tomara cause y se propagara acabando con la vida, hasta el 23 de febrero de 2021, de 505.642 estadounidenses. Es la cifra de muertos más alta en el mundo, seguida por la India y Brasil. En este sentido, la pandemia afectó más a los países industrializados, ricos y con los mejores sistemas de salud, que a los pobres. Y ese es el problema que viene.
 
La epidemia ha seguido su curso, difundiéndose progresivamente al mundo empobrecido del planeta: América Latina, África y Asia. ¿Cómo enfrentar la propagación del virus? La medicina ha centrado sus primeras acciones en promover normas sanitarias para romper las cadenas de contagio, esperando la fase siguiente de vacunación de la población, que ha llegado en diciembre de 2020. Pero la epidemia y la vacunación no están en la misma ruta. ¿En qué sentido?
 
Para diciembre de 2020 el Covid-19 ya estaba presente en cada rincón del planeta. Del norte migró al sur, infectando poblaciones que viven en condiciones precarias, sin los servicios básicos de agua, electricidad y salud pública. Si en Europa y Estados Unidos el temor es al empobrecimiento colectivo, en el sur, el problema es de sobrevivencia, en poblaciones que no cuentan con apoyo gubernamental para enfrentar una crisis sanitaria de grandes proporciones.
 
Es en este escenario, que debemos ver como una prioridad, garantizar el acceso universal a la vacuna. Cuando finaliza febrero, se han inoculado 221.802.354 dosis. Pero estamos hablando de 7 mil millones de habitantes en el planeta. Y el control de una epidemia requiere la vacunación, por lo menos, del 70 % de la población. ¿Es eso posible?
 
Si seguimos el camino de producir una vacuna dentro de la lógica del mercado, impulsando la competencia entre laboratorios y empresas farmacéuticas, el resultado será una guerra de vacunas, con sus áreas de influencia geopolítica. El vocabulario de los medios ya denuncia ese camino: la vacuna rusa, la china, la norteamericana. Estaríamos pintando un nuevo mapa de desigualdad y desesperanza, con su conflicto de patentes y pasaportes biológicos como salvoconductos. El camino es una vacuna global, de patente universal, de producción conjunta y descentralizada, para la Humanidad.
 
enfoques14@gmail.com
 
@reinaldorojashistoriador

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