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Estados de ánimo y negociaciones

La alternativa deseable es poner de lado el afán de “Cambiar el Gobierno”, lo que siempre hemos hecho desde que ganamos la Guerra de la Independencia, y reenfocarnos hacia “Cambiar cómo se Gobierna”, adoptar nuevas políticas económicas y sociales...

  • JOSÉ ANTONIO GIL YEPES

25/02/2021 05:03 am

"Si no cambiamos nuestra forma de cambiar, nunca cambiaremos”.

Para decir esto, me baso en la observación de cómo manejamos muchas situaciones que nos resultan frustrantes: nos divorciamos, terminamos la sociedad con el socio, le quitamos el saludo al vecino o amigo, rompemos relaciones con alguien con quien hemos tenido una desavenencia, nos desagrada que nos digan y quien nos dice algo que, siendo verdad, no queremos escuchar, y tumbamos a los gobiernos que no nos gustan, en vez de buscar que cambien sus políticas. Este síndrome afecta muchos planos de nuestra vida dentro de un mismo patrón psicoemocional subyacente.

Bajo este esquema, los resultados han sido patéticos porque “aniquilamos al quién”, pero no cambiamos el cómo, o sea la conducta que nos incomoda. Parece que creemos que “la cosa se resuelve” saliendo de un juego “Yo pierdo-Tú ganas” para montar uno en el que “Yo gano –Tú pierdes”. Nuestra historia muestra que hemos cambiado de gobiernos y regímenes cambiando a quien gobierna, pero no a cómo gobierna. De hecho, el vencedor generalmente ha adoptado las mismas prácticas excluyentes que le reclamaba al vencido. El resultado ha sido que hemos montado un inmenso juego “Yo Pierdo-Tú Pierdes” que se llama Venezuela, en la que el subsuelo está repleto de riquezas pero la superficie está plagada de pobreza y tristeza.

Este enfoque disociativo revela un bajo desarrollo de inteligencia emocional; el conjunto de motivaciones y destrezas que nos debería inducir a privilegiar la asociatividad, en vez de la disociación.

Estando iniciadas unas negociaciones gobierno-empresa para buscarle soluciones a nuestra deplorable situación económica, bien vale la pena hacer un poco de introspección, conectarnos con nosotros mismos, para evaluar el “Estado de Ánimo” con el que vamos a manejar esta oportunidad.

El estado de ánimo es una emoción permanente que influye en el enfoque de nuestras conductas. En este caso, influría negativamente en estas negociaciones si los representantes del gobierno siguen despreciando y descalificando a los empresarios privados, aunque ahora no lo verbalicen para no auyentar al empresariado que necesitan para salir de la pobreza. También sería negativo que los empresarios se sentaran a negociar pensando para sus adentros que “cuando llegue la oportunidad, hay que cobrarle a los chavistas los graves daños que le han causado al país.”

La frustración, resignación y afán de venganza revelan una exagerada motivación al poder que lleva a la confrontación, de la que hemos obtenido los resultados patéticos que muestra nuestra historia.

La alternativa deseable es poner de lado el afán de “Cambiar el Gobierno”, lo que siempre hemos hecho desde que ganamos la Guerra de la Independencia, y reenfocarnos hacia “Cambiar cómo se Gobierna”, adoptar nuevas políticas económicas y sociales.

Este reencuadre psicológico de la situación no es fácil. Ya se escuchan a algunos despotricando contra los empresarios que están involucrados en la negociación con el gobierno. Parece que quieren seguir partiendo de la fatídica máxima de que “al enemigo, ni agua”; entre otros disparates que hemos debido aprender que han resultado contraproducentes.

Ya los políticos de oposición fracasaron en esa ruta. Por lo que sería conveniente recordar aquello de Albert Einstein: “Si sigues haciendo lo mismo, no puedes esperar resultados diferentes”; mucho menos si no se tienen la organización ni los medios para competir con el otro.

Necesitamos cambiar nuestra mentalidad y estado de ánimo enfocados bajo el modelo del juego de ajedrez, para darle jaque mate a otro, y pasar a jugar el juego que predomina en el Oriente llamado Wei Xi o Go, juego que se gana por ocupar más espacios vacíos en el tablero, en vez de liquidar al oponente. La condición de “tierra arrasada” bajo la cual se encuentra el país, es mucho lo que todos podemos ganar enfocándonos en ocupar esos espacios que terminaron siendo tierra de nadie; por ejemplo, los servicios públicos, las empresas del Estado; en vez de ocuparnos de acabar con el capitalismo o los gobernantes.

Los patrones de trato en la mesa de negociación que se desprenden de estos dos enfoques son los primeros indicadores que tendremos para poder estimar si vamos a lograr acuerdos o volvernos a estrellar. No es lo mismo tratarse como iguales que descalificarse; o considerar las ideas y acciones del otro como dignas de consideración, que sospechar de ellas y devaluarlas. Eso sí, ya es hora de pasar del diálogo a las negociaciones enfocadas en asuntos en que nuestros intereses coincidan para alcanzar éxitos compartidos que vayan recuperando la confianza entre las partes.

@joseagilyepes 
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