Adolf Loos, Antonio y Federica
Los venezolanos siguen destacándose en el ámbito de la vida cultural española. Esta vez dos brillantes compatriotas, Federica Palomero y Antonio Ochoa Piccardo, asumieron la tarea de introducir al público en el mundo del arquitecto austríaco Adolf Loos.
Los venezolanos siguen destacándose en el ámbito de la vida cultural española. Esta vez dos brillantes compatriotas, Federica Palomero y Antonio Ochoa Piccardo, asumieron la tarea de introducir al público en el mundo del arquitecto austríaco Adolf Loos. Mediante una extraordinaria conferencia, que tuvo lugar en los espacios de la Galería Fernando Pradilla de Madrid, pusieron en luz las singularidades de la obra del llamado padre del racionalismo arquitectónico.
La conferencia se desarrolló en el marco de otra iniciativa, también llevada a cabo por venezolanos, el Circulo Culturoso, una entidad que produce experiencias que facilitan “un acercamiento privilegiado a diversas actividades artísticas y culturales", y que ha concebido el ciclo de charlas “Antes del museo”, en el que se prepara a los espectadores para abordar las distintas exposiciones que van teniendo lugar en la ciudad, de modo que tengan una mejor comprensión y un mayor disfrute del fenómeno al que se aproximan.
María Fernanda Maragall y Elisa Rodríguez encabezan el equipo que gestiona las actividades “culturosas”, que en este caso giraron en torno a Espacios Privados, una muestra que indaga en la revolución estética que introdujo Loos en los escenarios en que se desarrolla la vida privada.
Federica Palomero es una figura muy querida en el mundo cultural venezolano. Durante mucho tiempo trabajó en el Museo de Bellas Artes de Caracas, asumiendo más tarde la dirección del Museo Sefardí. Radicada en Madrid desde hace algunos años, expuso la progresiva evolución de la arquitectura vienesa para enmarcar el trabajo de Loos en sus afinidades y diferencias con otros edificios y estilos.
Por su parte, Antonio Ochoa Piccardo se centró en los rasgos que caracterizan el trabajo de Loos, apoyándose en la obra escrita del arquitecto y, básicamente, en Ornament und Verbrechen (Ornamento y crímen), publicada en 1913.
La de Ochoa Piccardo constituyó una intervención de lujo, pues se trata de una figura relevante en el mundo de la arquitectura, quien ha desarrollado una importante labor al frente del Red House, el estudio emplazado en Pekín, que fundó en el año 2006. Ya para entonces había participado junto a Shigeru Ban, Kengo Kuma y otros reconocidos arquitectos asiáticos en el proyecto La Comuna en la Gran Muralla, que le valió a China un premio en la Bienal de Venecia de 2002, y se había desempeñado como arquitecto jefe de la empresa Soho China, que llevó a cabo proyectos urbanos de gran envergadura que revolucionaron la forma de vida en la ciudades chinas.
Ochoa Piccardo expuso cómo, contrariamente a lo que se pensaba, Loos no era un minimalista ni un enemigo de la decoración interior. Cuando hablaba de ornamentación se refería a que en la arquitectura la existencia de todo elemento debe estar supeditada al hecho de cumplir una función (un asunto que, en su opinión, continúa siendo materia de debate) y, por ende, todo aquello que no sirva a un propósito resulta superfluo. En Loos privan las necesidades del interior con respecto al aspecto de la fachada, y ello explica, por ejemplo, la ausencia de simetría en la disposición de las ventanas, emplazadas en donde fueran necesarias, sin que primara el aspecto exterior del edificio.
También quedó en evidencia la predilección del arquitecto vienés por algunas piezas de mobiliario estilo Chippendale.
La información fue abundante y el estilo ameno, espontáneo, brindando a los concurrentes una velada entretenida y enriquecedora, y dejándonos una vez más, como venezolanos, llenos de satisfacción.