Espacio publicitario

Un mayor provecho

Construimos nuestra vida día tras día, y muchas veces no nos esforzamos al máximo en la construcción de nuestra existencia

  • AGUSTIN ALBORNOZ S.

17/01/2021 05:00 am

Un gran aprendizaje que podemos comenzar a adquirir cada año que se inicia es aquel que se podrá derivar de aprender a hacer las cosas de una manera diferente. Normalmente todo lo que hacemos lo hacemos con un objetivo en mente, el cual puede ser una finalidad positiva, que creamos que lo es o simplemente que no lo sea. Lo cierto es que antes que nada deberíamos aprender a analizar más objetivamente todo lo que hemos estado haciendo para poder tomar la decisión, sobre una base firme, de hacer algunos cambios que precisamos. En especial luego de un año muy distinto a los anteriores, donde a través de las dificultades que tuvimos deberíamos haber aprendido que hay algunas cosas que requieren que tomemos la decisión de cambiar: de enfoque, de actitud y/o en nuestras decisiones.

Por ejemplo, hay una idea usualmente presente en nosotros los humanos: que cuando estamos pasando por algún problema, del tipo que sea, creemos que la única solución aceptable es que ese problema desaparezca. Aunque si persistimos en ver las circunstancias de una forma más flexible, aprenderemos algo muy importante: que no existe una situación que no se pueda cambiar para que mejore. Así consideraríamos la posibilidad de que el mayor provecho no lo obtendremos cuando el problema se elimine de inmediato y por completo. Con frecuencia será cuando logremos convertirlo en algo que podría beneficiarnos. Y al hablar de beneficiarnos no pensamos solo en nuestro beneficio, sino también en el de nuestro entorno, y hasta más allá.

A veces no es fácil ver más allá del dolor y los problemas para recordar que en cada fracaso o pérdida evidente puede haber una finalidad valiosa. De hecho casi que cada cosa que llega a nuestra vida puede ser un obstáculo o ser beneficiosa, dependiendo de cómo la captamos y cómo decidimos afrontarla. Es decir que las dificultades pueden percibirse desde el inicio como una fuente de desesperación, desaliento y resentimiento, o como una forma de enfocarnos en el amor desinteresado, la compasión y la alegría, para lo cual muchas veces tendremos que aprender a vivirlos y expresarlos. Y algo muy importante y muy fuerte de constatar: la opción que elijamos entre las dos anteriores no dependerá ni de las circunstancias que nos rodeen, ni de las causas que las generaron, menos aún de lo que suponemos son esas causas, sino más bien de cada uno de nosotros y de lo que resolvamos hacer en esa situación.

Lo cierto es que nuestra vida actual se compone de una serie de desafíos, y me da la impresión de que en lugar de estar tan pendientes de donde vienen esos desafíos, o de quién o qué los trae a nuestras vidas, que es lo que hacemos usualmente, deberíamos prestar atención a que estos cumplen un propósito que puede llegar a ser muy positivo. Por ejemplo, nos dan la oportunidad de aprender muchas cosas valiosas, de adquirir sabiduría, de madurar. Otro ejemplo es que nos ayudan a crecer en fe, paciencia, y por tanto a aprender a ser luchadores frente a las dificultades que nos presenta la vida.

También en lo personal estoy cada vez más agradecido a Dios por mostrarnos todo esto, así como por el hecho de que sin importar cuál sea el origen del problema, siempre nos ha permitido encontrar una manera de seguir avanzando y aprendiendo muchas lecciones vitales en la situación en que nos encontramos.

Finalmente una anécdota que nos ilustra la necesidad de cambio citada:

Un carpintero en edad de jubilarse informó a su jefe que quería retirarse y llevar una vida más tranquila junto a su esposa. Expresó que le haría falta el sueldo, pero que aún así se las arreglarían para subsistir. El contratista lamentó que un empleado tan valioso dejara la empresa. Entonces le pidió que construyera una casa más, como un favor personal.

El carpintero accedió, pero pronto fue obvio que no ponía el corazón en la tarea. Trabajó toscamente, sin ganas y con materiales de mala calidad. Fue un triste final de su carrera.

Al terminar su labor, el jefe fue a inspeccionar la vivienda. Seguidamente, le entregó la llave de la casa al carpintero y dijo:

—Esta es su casa. Acéptela como un regalo de mi parte.

El carpintero quedó perplejo y avergonzado. Si hubiese sabido que la casa era para él, habría puesto mucho empeño en su construcción.

Lo mismo nos ocurre a todos. Construimos nuestra vida día tras día, y muchas veces no nos esforzamos al máximo en la construcción de nuestra existencia. Al final nos quedamos sorprendidos cuando descubrimos que tenemos que vivir en la casa que hemos construido.

Si tuviésemos otra oportunidad, lo haríamos todo de forma muy distinta. Pero no se puede retroceder. Al igual que el carpintero, vamos construyendo nuestra vida. Cada día ponemos un clavo, colocamos una tabla o terminamos una pared. Con nuestras actitudes y decisiones de hoy vamos a estar construyendo nuestra casa del mañana. Por ello es urgente que comencemos el año aprendiendo a ser nuestra mejor versión. Desde el inicio.

@viviendovalores
@agusal77
Siguenos en Telegram, Instagram, Facebook y Twitter para recibir en directo todas nuestras actualizaciones
-

Espacio publicitario

Espacio publicitario

Espacio publicitario

DESDE TWITTER

EDICIÓN DEL DÍA

Espacio publicitario

Espacio publicitario