Si jugamos el ejercicio de distinguirnos por generaciones podríamos decir que antes no dijeron que había que trabajar duro para ser alguien en la vida, y que ahora al contrario nos dicen que, si algo puede hacerse sin tanto sacrificio, ¿por qué complicarse?, en lugar de hacerlo simple, ligero y placentero.
Y así de contradictorias entre sí, la verdad es que esas fuerzas todavía conviven. Y no me refiero tanto a que conviven en el mundo, como a que pueden estar conviviendo en ti.
Puedes haberte formado en una generación, haber estudiado en un colegio, haber tenido experiencia laboral, o formar parte de una familia en la que el sacrificio era o es entendido como una señal de bondad y bien-hacer.
O al contrario, puedes formar parte de equipos cuya cultura corporativa es minimalista, en infraestructura, en procesos, en acciones y en pensamientos. Equipos fascinados con los caminos cortos, sencillos, rápidos y más cómodos.
Y aunque en principio no necesariamente alguna de las dos miradas debe ser la correcta, es muy probable que solo con leerlas algunos juicios se hayan disparado en tu mente. Positivo ante alguna de las posturas. Negativo ante la otra.
Eso te ubica en una postura legítima, pero si las posiciones que se decide tener ante las cuestiones de la vida son legítimas, más legítimo aún es detenerse para usar el poder personal de evaluarlas, incluso desde otras perspectivas, pues el trabajo, ni tiene por qué ser duro, ni tiene por qué ser ligero. Es decir, no son esos los indicadores más acertados.
¿Qué tal medirlo por la satisfacción que te brinda? ¿Qué tal valorarlo según el bienestar que te genera? Todos los días contacto con líderes que trabajan de manera extraordinariamente intensa mientras sonríen en el camino por el bienestar que le genera cumplir su misión. También conozco de cerca a muchos líderes, que en el cuidado de su balance, pierden la oportunidad de encontrarse con aquello que al hacerlo les haga sentir que todo vale la pena.
Así el trabajo duro termina siendo una trampa; pero alerta, el trabajo fácil también.
Que el trabajo por tus sueños no pese como sacrificio. Que el sacrificio no se transforme en tu trabajo. Que cuanto deseas lograr no te atrape. Que tus sueños te liberen.
liderazgo@argenisangulo.com
Y así de contradictorias entre sí, la verdad es que esas fuerzas todavía conviven. Y no me refiero tanto a que conviven en el mundo, como a que pueden estar conviviendo en ti.
Puedes haberte formado en una generación, haber estudiado en un colegio, haber tenido experiencia laboral, o formar parte de una familia en la que el sacrificio era o es entendido como una señal de bondad y bien-hacer.
O al contrario, puedes formar parte de equipos cuya cultura corporativa es minimalista, en infraestructura, en procesos, en acciones y en pensamientos. Equipos fascinados con los caminos cortos, sencillos, rápidos y más cómodos.
Y aunque en principio no necesariamente alguna de las dos miradas debe ser la correcta, es muy probable que solo con leerlas algunos juicios se hayan disparado en tu mente. Positivo ante alguna de las posturas. Negativo ante la otra.
Eso te ubica en una postura legítima, pero si las posiciones que se decide tener ante las cuestiones de la vida son legítimas, más legítimo aún es detenerse para usar el poder personal de evaluarlas, incluso desde otras perspectivas, pues el trabajo, ni tiene por qué ser duro, ni tiene por qué ser ligero. Es decir, no son esos los indicadores más acertados.
¿Qué tal medirlo por la satisfacción que te brinda? ¿Qué tal valorarlo según el bienestar que te genera? Todos los días contacto con líderes que trabajan de manera extraordinariamente intensa mientras sonríen en el camino por el bienestar que le genera cumplir su misión. También conozco de cerca a muchos líderes, que en el cuidado de su balance, pierden la oportunidad de encontrarse con aquello que al hacerlo les haga sentir que todo vale la pena.
Así el trabajo duro termina siendo una trampa; pero alerta, el trabajo fácil también.
Que el trabajo por tus sueños no pese como sacrificio. Que el sacrificio no se transforme en tu trabajo. Que cuanto deseas lograr no te atrape. Que tus sueños te liberen.
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