Pertenezco a una generación que conoció con espanto la represión en los años setenta en América Latina. Sobran los acontecimientos y testimonios que mancillaron la suerte de la democracia en la región. Nada más fuerte que el derrocamiento de Salvador Allende en 1973. Pero a los venezolanos también nos dolió mucho el caso de Elena Quinteros.

Esta joven uruguaya aún hoy desaparecida desde 1976, saltó el muro de la libertad que entonces significó entrar a la sede de la Embajada de Venezuela en Montevideo. Al hacerlo, la joven maestra huía de sus captores, quienes violando todo convencionalismo diplomático e irrespetando el principio de la extraterritorialidad, forcejearon con unos valientes funcionarios venezolanos. Me recuerdo de una foto en la cual se distingue a nuestro embajador Julio Ramos observando con mucha tristeza cómo los esbirros de un gobierno que transitó de la formalidad democrática al terror, se la llevaron finalmente por la fuerza a lo desconocido.

Karla Hernández, una joven politóloga venezolana ha escrito una extraordinaria tesis de grado sobre el tema que nos ocupa. Con criterio metodológico y con rigurosidad profesional, la profesora Hernández rastrea con precisión todos los pormenores de este duelo diplomático que llevó al gobierno de Carlos Andrés Pérez a suspender las relaciones con el gobierno uruguayo y que contó con el apoyo unánime del Congreso de la República. Esta tesis se ha convertido en un libro: Elena Quinteros y la libertad en América Latina. (Ediquid, 2018).

En este momento se activa nuevamente en Uruguay el caso de Elena Quinteros. Al igual que otros desparecidos y presos políticos, ello nos recuerda que alguna vez la llamada “Suiza de América” cayó en el foso de la injusticia, de la violación de los derechos humanos y de la polarización. No es grato recordar estas cosas. Pero es importante hacerlo para que no se repitan. 

romecan53@hotmail.com