Sociedad del saber, no rentismo
Ya el tener las reservas petroleras más grandes del mundo ha perdido significado frente al reto de insertarse en la III y la IV Revolución Industrial y forjar una auténtica e inclusiva sociedad del conocimiento.
En las sociedades agropecuarias previas a la I Revolución Industrial de fines del siglo XVIII en Europa y Norteamérica, la generación de la riqueza de las naciones se gestaba a partir de la tenencia de la tierra. La industrialización en la producción de bienes provocó un salto enorme en el crecimiento y el progreso de las naciones. Las sociedades agrarias empezaron a rezagarse en su desarrollo económico.
Con el advenimiento de la luz eléctrica, el concreto armado, el ferrocarril y el acero en la segunda mitad del siglo XIX, la II Revolución Industrial liquidó los últimos vestigios del feudalismo terrateniente. Las máquinas sustituyeron a las bestias y las líneas de ensamblaje a la producción manual. La calidad de vida mejoró notablemente, más no la de sociedades extractivistas dependientes de recursos naturales y materias primas. En las democracias liberales con economías de mercado se produjo un aumento generalizado de la riqueza y del capital social.
En la segunda mitad del siglo XX, despuntó la III Revolución Industrial. El computador personal fue el punto de partida de la digitalización de los procesos de producción de bienes y servicios. Los ordenadores operan las líneas de ensamblaje. La riqueza de las naciones ya no se rige sólo por la producción industrial, sino por el conocimiento. La III Revolución Industrial abrió paso a la sociedad del conocimiento. Más aún, los países sin recursos naturales crecen y se desarrollan más orgánicamente que los dependientes de materias primas.
En el siglo XXI, la IV Revolución Industrial está consolidando la sociedad del conocimiento con avances cualitativos como los vehículos autónomos, el internet de las cosas, la inteligencia artificial, la robótica y las nuevas tecnologías de materiales.
En Petro-Estados como Venezuela, debilitados en su fibra productiva e institucional por una mentalidad social rentística, la tenencia de vastos recursos naturales genera más atraso que desarrollo sustentable y más consumismo parasitario que emprendimientos innovadores. Ya el tener las reservas petroleras más grandes del mundo ha perdido significado frente al reto de insertarse en la III y la IV Revolución Industrial y forjar una auténtica e inclusiva sociedad del conocimiento.
@lxgrisanti
Con el advenimiento de la luz eléctrica, el concreto armado, el ferrocarril y el acero en la segunda mitad del siglo XIX, la II Revolución Industrial liquidó los últimos vestigios del feudalismo terrateniente. Las máquinas sustituyeron a las bestias y las líneas de ensamblaje a la producción manual. La calidad de vida mejoró notablemente, más no la de sociedades extractivistas dependientes de recursos naturales y materias primas. En las democracias liberales con economías de mercado se produjo un aumento generalizado de la riqueza y del capital social.
En la segunda mitad del siglo XX, despuntó la III Revolución Industrial. El computador personal fue el punto de partida de la digitalización de los procesos de producción de bienes y servicios. Los ordenadores operan las líneas de ensamblaje. La riqueza de las naciones ya no se rige sólo por la producción industrial, sino por el conocimiento. La III Revolución Industrial abrió paso a la sociedad del conocimiento. Más aún, los países sin recursos naturales crecen y se desarrollan más orgánicamente que los dependientes de materias primas.
En el siglo XXI, la IV Revolución Industrial está consolidando la sociedad del conocimiento con avances cualitativos como los vehículos autónomos, el internet de las cosas, la inteligencia artificial, la robótica y las nuevas tecnologías de materiales.
En Petro-Estados como Venezuela, debilitados en su fibra productiva e institucional por una mentalidad social rentística, la tenencia de vastos recursos naturales genera más atraso que desarrollo sustentable y más consumismo parasitario que emprendimientos innovadores. Ya el tener las reservas petroleras más grandes del mundo ha perdido significado frente al reto de insertarse en la III y la IV Revolución Industrial y forjar una auténtica e inclusiva sociedad del conocimiento.
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