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El síndrome Venezuela

En Bolivia, los partidos de la oposición montaron su bochinche de ambiciones; y uno puede imaginarse que el pueblo boliviano terminó comprendiendo que la propuesta del partido de Evo Morales era mucho más seria y coherente...

  • JOSÉ SANTIAGO NUÑEZ GÓMEZ

24/10/2020 05:02 am

Para entender lo que pasó en Bolivia el domingo pasado (28-10-2020), hay que revisitar lo ocurrido en Venezuela en diciembre de 2015 y los inmediatos meses siguientes. En diciembre de 2015 -se recordará-, la oposición venezolana fue capaz de formular una propuesta unitaria (hasta concurrieron con un partido único) que obtuvo el voto mayoritario. Pero entonces se desataron las ambiciones personales, esas que no tienen miramiento con los intereses del país -ni qué decir con los permanentes de la patria- y que tuvieron su pedestre expresión en la escogencia del presidente de la Asamblea Nacional. Deslumbrados, la dirigencia de la oposición olvidó el presupuesto fundamental de su actuación política, cual es el de enfrentar un proyecto hegemónico que no concibe la alternancia en el gobierno -ese que el Señor Maduro llama de “democracia popular”- y que bien puede terminar asentándose en Venezuela, incluso con reconocimiento internacional, como el que tiene la dictadura de los hermanos Castro en Cuba, otrora hostil a la iglesia Católica y que hasta tres visitas papales ha recibido, o la que gobierna Corea del Norte (allí, simplemente, fusilan a los oponentes), cuya actual presidente (tiene la simpatía del Presidente Trump) es nieto del fundador e hijo de su predecesor. Hay varias más.

La manifiesta intención de Evo Morales de eternizarse en la Presidencia de Bolivia, burlando la Constitución con apoyo en una sentencia ad hoc del tribunal supremo de allá, logró crear un momento de debilidad política que permitió la denuncia y confirmación del fraude electoral contra el candidato opositor y, por ese fraude, la salida de Morales de la presidencia y la instalación de un gobierno de transición; pero ocurrió que, allá como aquí, se desataron las ambiciones personales; y, en lugar de unirse en torno al candidato víctima del fraude electoral para enfrentar la candidatura continuista, presentaron varias candidaturas, incluida la de la presidente interina.

En Bolivia, pues, los partidos de la oposición montaron su bochinche de ambiciones; y uno puede imaginarse que el pueblo boliviano terminó comprendiendo que la propuesta del partido de Evo Morales era mucho más seria y coherente.

SANTINUNEZ@Yahoo.com
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