El 13 de agosto pasado, el presidente Trump anunció un acuerdo de paz entre Emiratos Árabes Unidos e Israel. A través de la mediación del mandatario estadounidense, los dos países del Medio Oriente concertaron establecer vínculos diplomáticos y una serie de convenios económicos, comerciales, científicos, académicos, tecnológicos, de defensa, turísticos, etc.
EAU se convirtió en el tercer país árabe en activar lazos con Israel, tras Egipto en 1979 y Jordania en 1994, aunque se trata de situaciones y pactos diferentes. A los pocos días, el reciente 11 de septiembre, el mismo Trump anunció otro acuerdo de apertura de relaciones, esta vez entre Bahréin e Israel.
La paz con Egipto hace 41 años y con Jordania, hace 26 años, fue el resultado de arduas negociaciones y concesiones, especialmente por parte de Israel que concretó la fórmula territorios por paz. Israel había enfrentado guerras con Egipto y Jordania, que durante años pretendieron su destrucción, por lo que era necesario un tratado de paz a fin de alcanzar cierta forma de convivencia y, pese a que Israel asiste a ambos países en el combate al terrorismo, prácticamente la relación es a nivel gubernamental, sin trascender a otras esferas.
Este 15 de septiembre, EAU y Bahréin sellaron estos tratados con Israel, dando inicio al que se augura un intercambio fluido entre los tres países. Israel no tuvo enfrentamientos bélicos con EAU ni con Bahréin, más bien, han tenido nexos informales y ahora oficializan la buena disposición, al tiempo que concretan la fórmula paz por paz. Ciertamente, la amenaza iraní en la región es un motivo para estas alianzas, pero a la vez, son palpables los deseos de tales vínculos entre países interesados en emprender transformaciones, por lo menos, en una parte de la región mesoriental.
Estos primeros acuerdos con dos países árabes del Golfo Pérsico, muestran un cambio en la anterior ecuación, la cual ha sumado fracasos. Por lo pronto, EAU y Bahréin han anulado la política generalizada de rechazar la existencia de Israel y de boicotearlo en foros internacionales. En el ambiente hay la firme esperanza que otros países árabes y musulmanes sigan estos ejemplos y se agreguen a esta nueva visión regional. Es un avance que parece adelantar la celebración de otros logros.
bea.rwz@gmail.com
EAU se convirtió en el tercer país árabe en activar lazos con Israel, tras Egipto en 1979 y Jordania en 1994, aunque se trata de situaciones y pactos diferentes. A los pocos días, el reciente 11 de septiembre, el mismo Trump anunció otro acuerdo de apertura de relaciones, esta vez entre Bahréin e Israel.
La paz con Egipto hace 41 años y con Jordania, hace 26 años, fue el resultado de arduas negociaciones y concesiones, especialmente por parte de Israel que concretó la fórmula territorios por paz. Israel había enfrentado guerras con Egipto y Jordania, que durante años pretendieron su destrucción, por lo que era necesario un tratado de paz a fin de alcanzar cierta forma de convivencia y, pese a que Israel asiste a ambos países en el combate al terrorismo, prácticamente la relación es a nivel gubernamental, sin trascender a otras esferas.
Este 15 de septiembre, EAU y Bahréin sellaron estos tratados con Israel, dando inicio al que se augura un intercambio fluido entre los tres países. Israel no tuvo enfrentamientos bélicos con EAU ni con Bahréin, más bien, han tenido nexos informales y ahora oficializan la buena disposición, al tiempo que concretan la fórmula paz por paz. Ciertamente, la amenaza iraní en la región es un motivo para estas alianzas, pero a la vez, son palpables los deseos de tales vínculos entre países interesados en emprender transformaciones, por lo menos, en una parte de la región mesoriental.
Estos primeros acuerdos con dos países árabes del Golfo Pérsico, muestran un cambio en la anterior ecuación, la cual ha sumado fracasos. Por lo pronto, EAU y Bahréin han anulado la política generalizada de rechazar la existencia de Israel y de boicotearlo en foros internacionales. En el ambiente hay la firme esperanza que otros países árabes y musulmanes sigan estos ejemplos y se agreguen a esta nueva visión regional. Es un avance que parece adelantar la celebración de otros logros.
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