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El bien, el mal y la economía

Los debates políticos en nuestra nación y que la prensa amplifica, son pocas veces para discutir mejores políticas económicas, y más bien se concentran en ataques entre ellos y pocos relevantes para la sociedad...

  • ALEJANDRO J. SUCRE

20/09/2020 05:00 am

El Papa Francisco hace unos meses en función de las preocupaciones que produce la pandemia que pone el futuro de los individuos del mundo en jaque, con respecto a su empleo, salud o empresa, sin ser exacto es sus palabras, decía: el bien no obliga solo propone, no se impone. La voz del mal, seduce, obliga, agrede, suscita ilusiones deslumbrantes y emociones tentadoras pero pasajeras. Nos hace creer omnipotente, y luego nos quita la autoestima cuando encontramos espejismo. La voz del bien siempre en cambio nos anima. Alimenta la esperanza y tiene horizonte. El mal lleva a un muro. El mal nos desvía del presente y nos lleva a temer el futuro o a estar resentido por las insuficiencias del pasado. Hace recordar los males y quienes nos hicieron ese mal. La voz del bien mira solo el presente. El bien nos dice qué puedes hacer bien ahora. Se enfoca en qué cosas me hace bien y a los demás. El mal mas bien gira el pensamiento hacia qué cosa me hace superior. Qué me provoca. Todo entorno al yo, al enseguida, al ahora. La voz del bien no promete alegría a bajo precio. Busca acciones desprendidas e inspiradas de largo aliento. No es impetuoso. El mal prefiere la oscuridad, agruparse en bandas, crear amigos y enemigos. Prefiere mas arrebatar que la paciencia constructiva. El bien invita a abrirse, a ser transparentes, a confiar en la intervención de Dios. Al final dice el Papa, prestemos atención a la voces que nos viene y no actuamos sin meditar las acciones a largo plazo .

Es imposible construir una Venezuela moderna y próspera donde sus ciudadanos actúan oyendo las voces del mal. El progreso de la naciones se logra con la innovación, el trabajo en equipo, confiando unos en otros, compartiendo y cumpliendo leyes por igual, con la compensación al equipo y al individuo, desarrollando generaciones de relevo para seguir con nuevos proyectos, becando al que nació sin fortuna, así se genera una economía próspera y una sociedad armoniosa. Venezuela aún siendo uno de los países más ricos en recursos naturales y belleza del mundo no logra una agenda superior e incluyente entre sus líderes. La manera que tanto líderes del oficialismo como de la oposición actúan en nuestra economía muchas veces provienen del pánico. Usan al BCV para ventajas de unos ciudadanos sobre otros. Así los contratos del Estado. Pareciera que los actores políticos tienen un gran temor por su futuro personal que los lleva a actuar con avidez, sin grandeza, sin desprendimiento, sin horizonte. Andan agrupándose en subgrupos, con agendas ocultas, creando amigo–enemigo, desacreditando, sin paciencia, centrándose en el yo y no en el nosotros. No viendo donde agregar valor sino donde sustraerlo. Es por eso que los debates políticos en nuestra nación y que la prensa amplifica, son pocas veces para discutir mejores políticas económicas, y más bien se concentran en ataques entre ellos y pocos relevantes para la sociedad. Fortalecen sus posiciones buscando socios internacionales, en lugar de salir a caminar y fortalecerse convenciendo al pueblo con un proyecto de desarrollo nacional. Como dice el Papa Francisco, es importante que cada ciudadano venezolano revise de dónde vienen y a dónde los llevan sus pensamientos, antes de actuar impulsivamente o creyendo que los demás no se dan cuenta. Un crecimiento personal, una apuesta al bien, de cada líder, nos va a llevar a una mejor economía. Venezuela no ha superado el esquema de ideología Marxista o de Adam Smith. Estas ideologías no elevan el espíritu del ciudadano a sus verdaderos niveles de importancia como lo son la creatividad, la dignidad de cada persona, la oportunidad y la compasión, el crecimiento del individuo. El Marxismo y el libre mercado son iguales en cuanto a que sustentan sus acciones en el darwinismo. El pez grande (sea el individuo para Adam Smith o los sindicatos laborales para Marx) se come al pez pequeño. 

Twitter: @alejandrojsucre



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