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Todavía más sobre la sumisión voluntaria

Reflexionemos un poco a ver si nos hemos visto retratados alguna vez en ese cuadro de servidumbre voluntaria, en lo personal o en lo social, ambos casos originados por la fuerza...

  • ÁLVARO MONTENEGRO FORTIQUE

21/09/2020 05:00 am

Tratar de encontrar respuestas a la sumisión voluntaria de los ciudadanos en las tiranías, o inclusive de algunos casos de parejas en el amor, es un tema apasionante que no se resuelve fácilmente. Hemos tratado este tema varias veces porque resulta siempre difícil de comprender cómo ciertos pueblos se someten a tiranos, o como ciertas parejas se dejan tiranizar, en una relación de servidumbre voluntaria que genera cierta lástima a los que la observan a distancia. Por supuesto que el ingrediente de la fuerza siempre está presente en esas relaciones tóxicas, pero parece que existen ingredientes adicionales muy específicos que mantienen esa relación desigual a través de los años.

En el contexto político, el hecho de que un pueblo numeroso se someta a los caprichos de un solo hombre fue el motivo para que en el año 1549 un joven francés de tan sólo 18 años, Etienne de La Boetie, escribiera un tratado sobre el tema. La Boetie murió a la corta edad de 32 años en la ciudad de Burdeos. El documento fue enviado por el escritor a su amigo el filósofo Michel de Montaigne, quien lo publicó después de su muerte con el título de “El contra Uno, o discurso sobre la servidumbre voluntaria”. La obra seguramente inspiró a los ilustrados en sus reflexiones sobre el absolutismo monárquico, que dieron base filosófica a la Revolución Francesa. Allí se lee que “La primera razón para la servidumbre es la costumbre”. ¿Han escuchado el dicho popular que reza que la costumbre es más fuerte que el amor?

No cabe duda que Jean-Jacques Rousseau se paseó cientos de veces por la líneas de La Boetie para alimentar sus ideas sobre el Contrato Social y la igualdad. En tan sólo 18 páginas La Boetie se preguntaba con crudeza ¿cómo pueden tantos hombres soportar a veces a un solo tirano, que no dispone de más poder del que se le otorga? Y afirmaba con cierta tristeza que “son los propios pueblos que se dejan encadenar, ya que con sólo dejar de servir romperían sus cadenas”. En sus reflexiones el autor observa que los tiranos cuanto más destruyen un país, más se consolidan y se hacen más fuertes. Coincide en ese punto con el florentino Nicolás Maquiavelo, quien escribió unos pocos años antes en sus consejos al príncipe que si deseaba gobernar mucho tiempo un país, debía arrasarlo completamente. 
 
Uno se pregunta en la actualidad ¿cómo pueden existir en el mundo las tiranías, más allá del uso de la fuerza bruta? y ¿Cómo pueden hacer los pueblos para salir de la dominación? La Boetie por su parte preguntaba: ¿De dónde saca tantos ojos el tirano para espiarnos, sino de nosotros mismos? Entonces el escritor dejó unos consejos para acabar con las tiranías y el sometimiento: “Podrían liberarse de semejantes humillaciones, que ni los animales aguantan, sin siquiera intentar hacerlo, únicamente queriendo hacerlo”. Esa frase lleva una carga enorme de voluntad. Es casi un grito de guerra que apunta a sacudirse, a “querer es poder”. Pero para ello, primero se necesita la voluntad de un pueblo.

Continúa sus reflexiones La Boetie con un resuelto llamado: “Decídanse pues a dejar de servir y serán hombres libres”. Lo más interesante de esta obra reside en la proposición de los procedimientos para acabar el sometimiento. Son métodos pacíficos. La violencia no pareció inspirar para nada a La Boetie: “No pretendo que se enfrenten a él, sino simplemente que dejen de sostenerlo. Entonces verán cual un gran coloso privado de la base que lo sostiene, se desplomará y se romperá por sí sólo”. La Boetie no toma el camino natural de combatir la violencia con más violencia. Lo inmediato que uno piensa para salir de las tiranías es en golpes de Estado, ejércitos salvadores, operaciones militares y todo tipo de acciones impetuosas para derrocar a los tiranos que oprimen a sus pueblos. Pero hemos notado que a veces esas acciones no dan resultado.

Vemos con tristeza ejemplos actuales de tiranías en casi todos los continentes, exceptuando Europa y Oceanía, y siempre pensamos que la explicación es el uso exclusivo de la fuerza. El tirano somete por la fuerza a un pueblo, no hay duda de eso. Pero La Boetie fue más allá de esa explicación y le agregó el ingrediente de la costumbre, la comodidad o la complicidad que hace que muchos se dejen someter por uno solo. Reflexionemos un poco a ver si nos hemos visto retratados alguna vez en ese cuadro de servidumbre voluntaria, en lo personal o en lo social, ambos casos originados por la fuerza pero alimentados por un amor tóxico y desigual.

alvaromont@gmail.com

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