Estoy seguro de que en Venezuela nadie va a eliminar por voluntad propia ningún servicio de televisión, pero en el mundo exterior pretenden un boicot contra Netflix. El motivo es que esta empresa acaba de lanzar una película francesa titulada “Cuties” (“Mignones”, originalmente), que en "venezolano" podría traducirse como “Cuchis”. “¡Es una publicidad pedofílica!!!”, se rasgan las vestiduras decenas de miles de doñas escandalizadas y otro tanto de caballeros que quieren reprimir lo que sólo su mente cochambrosa percibe como provocación. Lo más absurdo es que la mayoría ni siquiera sabe de qué se trata la película.
Partamos de un principio común con los censuradores de oficio. Es absolutamente cierto que vivimos una hipersexualización en los medios y que los bailes promovidos por las estrellas pop, explícitamente sexuales, son una escuela de danza para los niños. Otro tema de preocupación es la incontrolable información que los niños de hoy manejan y, sobre todo, publican en las redes sociales. También es cierto que en “Cuties” esta realidad está presente y que el estímulo movilizador de la trama gira en torno a un concurso de baile donde el jurado estimula (o por lo menos acepta) la sensualidad patente de las pequeñas bailarinas… pero las referencias explícitas a este problema ocupa quizás 5% de los 90 minutos de película.
El grueso del drama está concentrado en los tres mundos femeninos que vive la protagonista. Una niña de 11 años con origen senegalés que trata de adaptarse a una sociedad occidental moderna y multiétnica; a una tradición patriarcal obsoleta que se niega a aceptar; y a su propia sexualidad que está despertando. El cine de ficción es mucho más superficial que la literatura, pero, a pesar de su mercantilismo industrial, en algunos casos puede llegar a ser una expresión artística e instructiva. Este es el caso de “Cuties”. Eso sí, se necesita que el espectador sea algo más que un analfabeta funcional.
@JorgeSayegh
JorgeSayegh@gmail.com
Partamos de un principio común con los censuradores de oficio. Es absolutamente cierto que vivimos una hipersexualización en los medios y que los bailes promovidos por las estrellas pop, explícitamente sexuales, son una escuela de danza para los niños. Otro tema de preocupación es la incontrolable información que los niños de hoy manejan y, sobre todo, publican en las redes sociales. También es cierto que en “Cuties” esta realidad está presente y que el estímulo movilizador de la trama gira en torno a un concurso de baile donde el jurado estimula (o por lo menos acepta) la sensualidad patente de las pequeñas bailarinas… pero las referencias explícitas a este problema ocupa quizás 5% de los 90 minutos de película.
El grueso del drama está concentrado en los tres mundos femeninos que vive la protagonista. Una niña de 11 años con origen senegalés que trata de adaptarse a una sociedad occidental moderna y multiétnica; a una tradición patriarcal obsoleta que se niega a aceptar; y a su propia sexualidad que está despertando. El cine de ficción es mucho más superficial que la literatura, pero, a pesar de su mercantilismo industrial, en algunos casos puede llegar a ser una expresión artística e instructiva. Este es el caso de “Cuties”. Eso sí, se necesita que el espectador sea algo más que un analfabeta funcional.
@JorgeSayegh
JorgeSayegh@gmail.com
Siguenos en
Telegram,
Instagram,
Facebook y
Twitter
para recibir en directo todas nuestras actualizaciones