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El Covid-19: ONU y Nuevo Orden Mundial

En el orden internacional y para las Naciones Unidas es una oportunidad, como lo fue en 1919 y 1945, para un nuevo paradigma en el logro de la síntesis de la libertad y la justicia.

  • JULIO CÉSAR PINEDA

12/08/2020 10:47 am

Las Relaciones Internacionales del siglo XXI son complejas y dinámicas, van más allá de la formalidad de la Organización de las Naciones Unidas y sus agencias especializadas. Hoy el orden internacional comprende lo público y lo privado, empresas y personas pero también organizaciones no gubernamentales; además de los permanentes intercambios entre los casi 200 estados del planeta en todas las áreas de la actividad humana. Lo bilateral y lo multilateral son escenarios para los actores de la política internacional; en cada Estado los Ministerios de Relaciones Exteriores deben compartir con otras instancias gubernamentales el diseño y el manejo de la política exterior; sin embargo cada día la sociedad civil participa en el hecho internacional.
 
Hasta ahora la justificación de la ONU como sustento del Orden Internacional, ha sido el imperativo de la paz; pero condicionada por quienes salieron victoriosos en la Segunda Guerra Mundial cuando se creó esta institución, sujetando la paz al orden establecido por ellos. El Consejo de Seguridad con el derecho a veto de las 5 potencias vencedoras de la Segunda Guerra Mundial ha condicionado la universalidad y la autonomía de la ONU; donde no priva la justicia y la libertad sino el poder que pueda generar cualquier decisión. 

Fracasó el idealismo de la necesidad de una organización mundial, como lo preveía Kant en Sobre la Paz Perpetua (1795) y lo plasmó el Presidente Wilson cuando se creó la Sociedad de las Naciones finalizada la Primera Guerra Mundial y después de la gripe española. Se ha impuesto el realismo de la lucha de poderes, donde todo se explica en función del juego de objetivos nacionales. Lejos está la visión optimista de una estructura supranacional orientada por el bien común y la justicia social. Por eso con la pandemia del Covid-19 es unánime el reclamo de un nuevo orden mundial en lo político, económico y social; tomando como referencia la necesaria reestructuración y orientación de las Naciones Unidas. En este sentido recientemente el profesor Luigi Ferrajoli, alumno de Norberto Bobbio, al referirse a la post pandemia ha insistido en la conveniencia de una comunidad internacional bajo la exigencia de la solidaridad y cooperación con una nueva estructura jurídica supranacional y respondiendo a exigencias éticas. Por eso su propuesta de un constitucionalismo global que permita garantizar la paz mundial y la protección universal de los derechos fundamentales.

El proyecto de una nueva estructura mundial en 1919 fue producto precisamente de la gripe española y el primer conflicto mundial, pero fue incapaz de subsistir por las exigencias de las soberanías nacionales, la razón de Estado y el destino manifiesto de algunos Estados. El fantasma de la guerra siempre estuvo presente en función de los imperios y sus pretensiones.

Este primer ensayo de una Organización Mundial desapareció por la actitud egoísta de las grandes potencias: Japón invadió a Manchuria en 1931, Italia conquistó a Etiopía en 1935, Alemania invadió a Austria, Checoslovaquia y Polonia en 1938, Italia ocupó Albania en 1939. Esto y las consecuencias del Tratado de Versalles de 1919, no solo condujo al fracaso de la Nueva Organización Mundial sino que fue un preámbulo para la Segunda Guerra Mundial. 

En 1945, después de la Segunda Guerra Mundial se estimó necesario reformular el Orden Internacional con una instancia universal y plural regida por el Derecho internacional. La ONU junto a su rol político ha desarrollo su actividad en otros escenarios como el económico, el social y el humanitario. En lo político, siempre ha sido un foro para el diálogo ante las permanentes confrontaciones. En materia de desarrollo y asistencia humanitaria, la ONU ha tratado de responder a los numerosos desafíos vinculados a la injusta distribución de las riquezas y a la violación de los derechos humanos. En estos 75 años, afortunadamente no ha ocurrido un conflicto planetario, que pudiera ser apocalíptico, por el desarrollo y la proliferación de las armas nucleares. Se ha impuesto el diálogo y la negociación. 

Son numerosos las Convenciones Internacionales y los Tratados bilaterales y multilaterales lo cual ha enriquecido el Derecho Internacional y ha obligado a las naciones a delegar parte de su soberanía en instituciones como la Corte Internacional de Justicia y la Corte Penal Internacional.
 
Hoy, los juristas; los diplomáticos; los académicos y las cancillerías del mundo, esperan mucho más debido a la variable Internacional que es fundamental en la exigencia de la paz con libertad y justicia. Estamos seguros que después de esta pandemia, dentro del planteamiento del escritor libano-américano Nicolás Nassim Taleb, la ONU demuestre su carácter anti frágil frente a los numerosos cisnes negros que siempre ocurren en lo azaroso e inesperado de los accidentes que la historia nos presenta en lo nacional e internacional. Más allá de la resistencia y resiliencia ante situaciones adversas, lo anti frágil se beneficia de los golpes inesperados. En el orden internacional y para las Naciones Unidas es una oportunidad, como lo fue en 1919 y 1945, para un nuevo paradigma en el logro de la síntesis de la libertad y la justicia. 
 

Correo: jcpineda01@gmail.com 

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