Quienes somos ucevistas o han pasado por los pasillos de la Universidad, lamentamos profundamente la finalización de la parábola vital de la señora Graciela Bracamonte, el pasado mes de julio, luego de una vida plena, llena de vigor, trabajo y sacrificio, una de las libreras más queridas de la Universidad Central, se nos fue. Ella tenía su puesto en los pasillos de ingeniería (que creo conservarán los socios de ella) por lo concurrido que es. Guardo, pues, innumerables e inolvidables, gratos recuerdos de la señora Graciela, desde mis tiempos de estudiante de pregrado en ciencias políticas, por allá a finales de los años 70, ella con el siempre recordado Alfredo Moreno, fueron mis libreros favoritos y donde adquiría, mis primeros textos que necesitaba para estudiar las diferentes materias a lo largo de mi carrera en esos años en que disfrutábamos de largas conversaciones sobre nuevos textos y la llegada de algún libro que nos podía ser útil para nuestros estudios, ella siempre estaba allí, solicita, amable y pendiente y también nos podía dar un descuento sobre algún libro en particular.

Recuerdo que lo primero que adquirí en su puesto fueron los textos o cuadernos de formación socio-política del centro Gumilla, que empecé adquirir en 1978 y que por ejemplo me fueron muy útiles en la materia Estructuras Históricas II (que complete a los largo de los años y son de una calidad impresionante) y que creo que están para consulta como parte del material hemero-bibliográfico en la biblioteca de la Facultad, de los estudiantes. En el puesto de la señora Graciela, adquirí además, textos de derecho, ideas políticas, historia, economía, que hoy forman parte de mi biblioteca personal.

Ya cuando cursé mis primeros postgrados ella también me orientaba en los libros disponibles y que me podían ser útiles, ella contaba con un gran bagaje cultural, lo que hacía más gratos nuestros encuentros para adquirir diferentes tipos de textos especializados, sobre todo en economía internacional.

En el año 1986, cuando se inicio el proyecto de la Revista Política Internacional, mi amigo el docente e investigador el Dr. Carlos Romero (integrante de la directiva en aquel momento de la revista), me comento que el mejor sitio estratégico, por su ubicación y fácil acesso, era el puesto de la señora Graciela, frente a la entrada de la Facultad de Ingeniería donde fluía gran cantidad de estudiantes y profesores, interesados en los temas que trataba la Revista Política Internacional, que ese año de 1986, iniciaba su andadura en el mercado editorial venezolano, y, empezamos a dejar en consignación en forma exclusiva la revista y que desde el primer momento tuvo una aceptación y acogida positiva, entre los distintos miembros de la comunidad universitaria que se interesaban por los temas de política internacional, política exterior venezolana, economía internacional, servicios, tecnología, comercio exterior, medio ambiente entre otros temas que se publicaban y la ubicación del puesto de la señora Graciela, hizo rápidamente de la revista una de las publicaciones que se vendía más rápidamente y con gran aceptación, por lo que teníamos que surtirla y recomponer el inventario que ella tenía en la forma más oportuna y rápida posible, gracias al sistema de colocación que teníamos en aquel entonces con la ayuda de Benigno Díaz, otra persona muy representativa de la Escuela de Estudios Políticos de esos años.

En efecto, desde ese año de 1986 hasta principios del año de 1999, de la existencia de la revista se colocaba religiosamente, trimestralmente la Revista Política Internacional, ella tenía el privilegio de colocarla en la UCV, lo cual hacía que cada nuevo número generará gran expectativa por el contenido de cada nuevo ejemplar. Ella también ayudaba en la promoción que nos daba entre los profesores y estudiantes interesados, en los temas que publicaba la revista, por lo que le estaremos profundamente agradecidos todos los miembros involucrados a lo largo de esos años en el proyecto de la Revista Política Internacional, que contaba con distinguidos funcionarios diplomáticos de la cancillería venezolana y también reputados académicos de la UCV y USB. En estos últimos años le comparaba algunos textos y cuando la veía hacía una pausa en mí caminar y me ponía a conversar con ella sobre algún tema de la actualidad o la llegada de algún nuevo libro.

Deseo recordar también su trato cálido, amable lo que hacía a la señora Graciela, un patrimonio de la UCV, de esos que dejarán una profunda huella y recuerdos muy bonitos de lo que era la universidad en esos años no solamente de mis años de estudiante sino ya como profesional, teniendo una relación comercial con ella. Asimismo, quiero transmitirle a sus familiares, deudos y amigos nuestra eterna gratitud por lo servicial que siempre fue, cariñosa y atenta, valores de una excelente servidora en nuestra casa de estudio. Siempre guardaremos un grato recuerdo de ella, que descanse en paz. Mil gracias señora Graciela.



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