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El orgullo

En realidad nunca he escuchado a un orgulloso, hablar de destrucción o aniquilación del oponente. Aunque si los hemos visto recientemente, en manifestaciones de destrucción incontrolada

  • JOSÉ ANTONIO GÁMEZ E.

12/08/2020 05:00 am

“A la mente orgullosa y racional, instalada en sus certezas y embriagada de su brillantez, no le cuesta nada ignorar el error y barrer todo debajo de la alfombra. Los filósofos existencialistas, empezando por Søren Kierkegaard, señalaron este modo de vida como «inauténtico». Una persona inauténtica sigue percibiendo las cosas y actuando de formas que su propia experiencia ha demostrado que son falsas. No habla con su propia voz.”(Jordan B. Peterson, 12 REGLAS PARA VIVIR Un antídoto al caos).

Si hay algo que satisface a los orgullosos, es la racionalidad de sus propuestas. Existe ya, todo un aparato ideológico que sustenta la posición del orgullo. Además todas las ideas que propone el orgullo, han alcanzado cristalizar en prácticas que en muchos estados llegaron a la categoría de ley. El orgullo es defendido y admirado por la cultura dominante. Siendo politicamente incorrecto contrariar o siquiera disentir, de su posibilidad a imponerse.

No esconde su pretensión hegemónica. No hay alternativa al orgullo. O se milita en sus filas o se es calificado de racista, discriminador, irrespetuoso. No se trata de orientación sino de orgullo. El orgullo es la única salida honorable. Mientras más racional, más orgullosa. Estar al frente de una propuesta ideológica de esta naturaleza, no permite medias tintas. Pero al mismo tiempo, no acepta otras tintas que las suyas. Como cantaban en los 80 del siglo pasado: con el orgullo “no hay salida fácil”.

Voz espontánea

“«¿Ha ocurrido lo que quería? No. Entonces, el mundo es injusto, y la gente, celosa y demasiado estúpida como para comprender. Es culpa de algo o de alguien». Esa es la voz de lo inauténtico. De ahí no queda mucho para llegar a «tendrían que desaparecer», «hay que hacerles daño» o «hay que destruirlos». Cuando escuchas cosas que resultan de una brutalidad incomprensible, entonces es que este tipo de ideas se ha manifestado.”.

En realidad nunca he escuchado a un orgulloso, hablar de destrucción o aniquilación del oponente. Aunque si los hemos visto recientemente, en manifestaciones de destrucción incontrolada. Se trata de disolver por homogenización. Dentro de un clima de paz y amor. Propone la no agresión, en términos de tolerancia. Toleramos que toleres, lo que nosotros toleramos. O algo por el estilo. La lógica posición de exigir ser aceptado como soy y ser tratado como quiero ser. Con el único fin de terminar, con el deseo cumplido. Con la expectativa cubierta. Con la razón satisfecha.

Aunque el orgullo esté principalmente en las personas. Lo encontramos en las familias, en las comunidades, en las sociedades intermedias y hasta en las naciones. Llegándose a establecer, una verdadera cultura del orgullo. Para subsistir en esta cultura, necesitas la cédula de la espontaneidad. La identidad es lo espontáneo. Cualquier otro añadido causa sospecha. La apariencia no requiere grosor. El foco a la imagen. Orgulloso de mi apariencia. De lo que trasmitimos, aunque no lo seamos en absoluto. La realidad estorba al orgullo.

Disgresión

La imposibilidad de establecer una unidad superior, es la principal causa de dezasón para el orgullo. Con mucho esfuerzo, el orgullo es capaz de pronunciar el nosotros. Es notable la inestablidad, de las uniones del orgullo. Parece que las parejas orgullosas tienden a la separación. No es elección sino orgullo. Teniendo en cuenta, que naturalmente son uniones estériles. “Los hombres, sin necesidad de pensar mucho, siempre han reconocido que el amor es una fuerza unitiva y coherente en la sociedad humana, así como han visto en el odio el motivo de su desintegración y caos”. (Fulton Sheen)

Es saludable saber ubicarse, cuando no calificas para militar en las filas del orgullo. Es difícil para algunos reconocerse, dentro de este colectivo. Confiando en que aún existen, la intimidad y el fuero interno. Resguardando una conciencia libre y no coaccionable. Sospechan que el pudor y la modestia, conservan algún tipo de valor colectivo. Y se atreven a proclamar la existencia, de una vida para adentro. Es posible que no sientan inclinación al orgullo. Quizá son capaces de acompañar, a los que todavía reconocen algo honorable en la humildad y la necesidad de la pena. Junto a los que todavía pensamos que somos más propensos a la vergüenza.

“La capacidad de la mente racional para falsear, manipular, tramar, hacer trampas, falsificar, minimizar, confundir, prevaricar, denegar, omitir, racionalizar, tergiversar, exagerar y complicar es tan inagotable, tan excepcional, que siglos enteros de pensamiento precientífico, centrados en clarificar la naturaleza del esfuerzo moral, lo consideraron algo verdaderamente diabólico. Esto no se debe a la propia racionalidad en tanto que proceso, puesto que ese mismo proceso puede generar claridad y progreso. Es porque la racionalidad está sujeta a la peor tentación de todas, a saber, elevar lo que conoce al estatuto de algo absoluto”. (Jordan B. Peterson)

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